Ir a ver a uno de los miembros de la estafa que Ivan había realizado no era la cosa más sencilla, cada uno estaba en un país diferente, y los aeropuertos no son la mejor opción, pero ¿A quién le importan los aeropuertos si tienes una jet privado? En los aires de la madre Rusia, Iván siempre se había sentido apoyado, pero llegar tierras turcas es un poco desalentador, Iván no entendía porque Ivanka había decidido irse a aquel país, tal vez porque ahí es más fácil llevar a cabo fraudes bancarios pero no estaba seguro. Tras que el jet aterrizara, su mano derecha, Harris (Karl Marx) lo recibió justo afuera:
-Mi querido compañero
-Ruhum kardeşim
-Sabes que no hablo turco desde hace dos décadas
-Lo hago por molestar hermano del alma
Tal vez Harris era al que más le tenía cariño Ivan, nadie sabía a ciencia cierta cómo se conocían pero desde luego eran inseparables, no importaba en qué, siempre que a uno le dispararán el otro recibiría la bala.
-¿Qué ha sido de tu vida estos meses?
-Lo habitual, entrenar a policías, soldados chechenos y una que otra consulta para los aeropuertos
-Pensé que Turquía había dejado de ser peligrosa hace tiempo
-¿Quién te dijo que todo eso fue aquí?
-Tomando en cuenta que preferías que laváramos dinero en y hiciéramos apuestas ilegales siempre en Osaka creo que no te gusta moverte de donde estás
-En eso no te equivocas
-¿Qué sabes de Ivanka?
-No contesta ni mensajes ni llamadas, su apartamento está vacío y en sus oficinas no tienen idea de donde está
-Pero...
-Está en un café, el Maginot me parece
-Pues vamos ahí, aunque siempre he odiado el café expresó
No era su preferido pero a la hora de hablar de negocios no hay otra opción, los francés tienen la manía de ser tan buenos cocinando, que no importa que no tengan a ningún cocinero francés, dirán que sí. De camino por las vistas de la ciudad de Estambul, tan globalizada y diversa, distinta a Kiev pero las cúpulas de las mezquitas y el mar azul que se veía de la distancia te hacía sentir tranquilo, que lastima que esa tarde no parecía ser tranquila. Al llegar, dos camionetas negras se pusieron frente el Maginot, de la primera bajaron Marx y Prosovich, no eran particularmente amenazantes, Prosovich siempre que no estuviera en su casa, vestía una gabardina negra, un pantalón de mezclilla y botas militares que para un adulto de 50 años no es realmente extraño, Marx por otra parte vestía camisas color carbón, jeans negros, una chaqueta negra y calzado deportivo, entraron en el Maginot casi sin preguntar, los meseros sabían que por lo menos no eran gente que debían provocar, tras llegar a un reservado, Prosovich y Marx patearon las dos puertas y dos hombres con pistolas mm9 contra las Desert Eagle de los otros dos, rápidamente detrás de Prosovich llegaron hombres con escopetas apuntando a los enclenques de mm9:
-No hagan esto más difícil, ustedes son dos y nosotros cuatro, además de los otros dos francotiradores, ¿Verdad Curie?
—Ya váyanse término el espectáculo
Los hombres salieron siendo apuntados en todo momento y Marx volteó la mesa para sacar un revólver debajo de ella:
—¿Qué te trae por aquí?
-Viste lo del caso Moscú 4
—¿Y?
-Es imposible que lo hayan descubierto, si es que no los hubieran ayudado
—¿Me acusas de soplona? Que insulto de ver...
-Por el momento te voy a dejar vivir, pero tienes que ir a Kiev y quedarte ahí hasta que vuelva
–¿Cuál es tu plan perfecto?
-Eso ahora no importa, ahora, ¿dónde está Pio VI?
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Silent words
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