El día era perfecto, el sol refleja en las cúspides de las grandes pirámides. Sus rayos emitía la más poderosa luz que iluminaba la más hermosas arenas que cuenta con la historia de su pasado, presente y futuro.
En el palacio un hombre de mediana edad, caminaba rápido y desesperado por encontrar a las pequeñas traviesas.
Sus risas eran la música que llenaba los grandes muros del fino y poderoso palacio. Sus pasos eran rápidos y silenciosos. El hombre con cada minuto le crecía en su pecho la ansiedad de encontrar a las princesas.
-Niñas, por favor. Debemos encontrarnos con su padre, quiere verlas a las dos.-Ati cansado de ir de acá para allá. Saca un pañuelo blanco de su toga y limpia un poco el sudor de su frente.-Esto me pasa por aceptar la valiente oferta de ser el consejero del señor. Claro, no me conforme solo en estar en el infierno sino aquí también.-su cabeza rapada y morena brillaba por el sudor. Sus manos doblaron el papel cuidadosamente y lo volvió a guardar en su toga.
Era el consejo máximo del faraón y el sacerdote más respetados de todos. Enseña con mucha sabiduría y precisión.
También es la niñera de las dos gemelas. Les enseña, arte, matematicas, ciencias, idiomas. Todo lo que su padre quiere que aprendan para gobernar los mundos. Pero también está que la niñas juegan y eso lo vuelve loco. No sabe cómo castigarlas o reprenderlas pero aún así tiene órdenes que seguir.
-Vamos niñas.-ruega y va hacia un pequeño patio con una fuente en el medio. Había un árbol enorme dónde las niñas se escondía ahí o jugaban. Entonces supo dónde llevar sus ruegos.-Princesas, les exigí que bajen ahora o las voy a convertir en sapos.-unos chillidos se escuharon y luego dos cuerpitos morenos bajaron con cuidado del árbol.
-Ati no hay que acudir a medida extremas.-la menor de ella levantó sus manos en forma de rendición y sonrió con total picardía.
-Ya estamos, fue divertido. Dijiste que Papi nos necesita ¿O no?.-la mayor se acercó a Ati y le mostró sus dientes con simpatía.
-Así es, tenemos que ir.-les extendio sus manos y ella las aceptaron. Sus pequeños dedos agarraban con seguridad las manos de Ati, una de ellas se colgó de su brazo para llamar su atención.-¿Ahora qué?-dijo cansado ya tenía ganas de correr hasta el desierto y darse por perdido.
-¿Ati usted sería nuestro tío?.-la más pequeña lo miro con ojos esperanzadores.
-No señorita.-la menor bajo la cabeza y la mayor continuo a lo que dijo su hermana.
-¿Quieres serlo? Siempre nos cuidas al igual que mamá y papá. Estás siempre diciendo que hacer y no, a parte nosotras te amamos mucho.
Amor, esa palabra resonó en la cabeza del demonio. El amor, ese sentimiento que hizo que su señor se quedará en este y tuviera a lo que los humanos lo llamarían "Familia". Un extraño sentimiento burbujeante se expandió en su pecho, sus pasos dejaron de moverse y sus ojos recayeron en las pequeñas personitas que lo acompañaban. Estás lo miraban expectante por su respuesta.
-¿Me aman?.-él pregunto y se agachó para estar a las alturas de las niñas. Están afirmaron con la cabeza y cada una tomo una mejilla del demonio.
-Pues claro.-la menor le sonrió y la mayor luego lo abrazo. Su otra hermana la siguió. Las manos del "hombre" de a poco fueron elevándose hasta rodear los pequeños cuerpos que tenía enfrente. Una lágrima cayó por su mejilla izquierda y sonrió gustoso.
-¿Entonces eres nuestro tío?.-la mayor volvió a preguntar, se separaron de él y clavaron sus ojos café en el.
-Si pequeñas princesas, con gusto lo seré.-sonrio y las niñas rieron felices.
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Destiny soul
Fanfiction¿Quien dijo que poseer un don era fantástico? La familia Williams Gold, marqueses de alta sociedad. Tiene a la menor de ellos con un don bastante especial, ve espíritus. Su familia no creo en esas cosas haciendo así su vida un poco más complicada. E...