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—¡Que se vaya a la mierda!— Fargan pateó con todas sus fuerzas el árbol frente a él —¡¿Quién se cree ese maldito omega?!— Se sentó recargándose en el mismo árbol, sentía tanta impotencia e ira que le sorprendió no haber roto el tronco

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—¡Que se vaya a la mierda!— Fargan pateó con todas sus fuerzas el árbol frente a él —¡¿Quién se cree ese maldito omega?!— Se sentó recargándose en el mismo árbol, sentía tanta impotencia e ira que le sorprendió no haber roto el tronco.

Se sentía tan humillado, fue golpeado por el maldito beta de Mangel y dejado en ridículo por un alfa estúpido, un alfa de menor nivel que él. Claro que no iba a dejarlo así, su orgullo no se lo permitiría.

Unos silbidos lo sacaron de su burbuja, se escondió detrás de una enorme roca en silencio para observar y era Willy quien caminaba por ahí con su pico recargado en su espalda; se veía demasiado feliz y sereno saliendo de la cueva.

Lo que había comenzado como una lluvia tranquila estaba convirtiéndose en una tormenta agresiva, sería mejor que ambos se fueran a casa, pero Fargan vio en el rubio la oportunidad perfecta de vengarse.

Escaló a la copa del árbol más cercano para seguirlo desde arriba, notó que Willy traía sus auriculares puestos así que ya no se preocupaba tanto por ser silencioso.

En cuanto Willy se detuvo para atar sus cintas Fargan se dejó caer desde lo alto del árbol sobre él. Quedó sobre la espalda del rubio quien no sabía qué estaba pasando, de estar atando sus cintas ahora estaba con la cara sobre el césped y con alguien encima de él.

No dejaba de moverse pataleando, moviendo la cabeza y gritando, no podía escuchar nada, aún tenía los auriculares puestos y con la música a todo volumen. Intentó levantarse varias veces pero su rostro era llevado de nuevo al césped mojado.

Fargan no pudo estirar más la sonrisa que se le formó en la cara, debajo de él estaba la oportunidad perfecta de desquitarse, además someter así a otro alfa le daba un sentimiento de poder puro que rara vez sentía.

Ahora debía llevarlo a casa. Golpeó su nuca haciéndolo caer inconsciente; una estruendosa risa salió de sus labios, ¡lo logró! El plan fue muy improvisado pero funcionaría a la perfección, de eso estaba seguro.

Lo cargó sobre uno de sus hombros y caminó rumbo a casa.

[...]

—¡Y mira, Vegettita!— últimamente había estado tomando la costumbre de llamarlo Vegettita, ese apodo le parecía tierno —¡Encontré un montón de diamantes!— chilló emocionado, ahora podía craftear un montón de cosas legales.

—Me alegro mucho, me hace feliz verte así de feliz— mantuvo la mirada al frente sonriendo.

Salieron de la cueva para ir a casa, querían esperar a que la lluvia parase un poco pero no parecía que eso fuera pronto. ¿Qué importaba mojarse un poco con la lluvia de vez en cuando? Afortunadamente las copas de los árboles bloqueaban ligeramente las gotas evitando que se empapasen demasiado.

El cielo estaba nublado y oscureciéndose, se llevaron mucho tiempo dentro de la cueva, tiempo que se pasó en un parpadeo por estar conversando sobre cosas tontas que de vez en cuando los hacía partirse de risa.
Desde que salieron el silencio se hizo presente, no porque no quisieran hablar o se les hubiesen acabado los temas de conversación, sino que estar un rato en silencio venía bien después de un largo rato de ruido.

Shoot Me ☆ RubegettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora