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Era una mañana de finales de otoño en Karmaland, los árboles comenzaban a deshacerse de sus hojas doradas para dar la bienvenida al invierno, y así como los árboles se preparaban para recibir la estación también los habitantes del pueblo lo hacían

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Era una mañana de finales de otoño en Karmaland, los árboles comenzaban a deshacerse de sus hojas doradas para dar la bienvenida al invierno, y así como los árboles se preparaban para recibir la estación también los habitantes del pueblo lo hacían. Era el momento del año en el que la leña se vendía como pan caliente, los sastres y modistas tenían más trabajo, pero lo mejor de todo era que comenzaría a nevar en cualquier momento.

Y todos amaban la nieve, en especial los niños. Por ello, los padres y madres debían encargarse de que sus pequeños estuviesen correctamente vestidos y cubiertos, nadie era la excepción.

Auron, Rubius, Willy y Lolito habían quedado para salir a comprar la ropa necesaria para ellos, sus hijos y sus esposos. Así que ahí iban, caminando con dieciséis niños a sus lados. Lolito sostenía una correa donde sujetaba a sus once pequeños a la vez, porque los conocía y sabía que se irían corriendo en cualquier oportunidad que tuvieran, por otra parte, Auron tomaba de la mano a sus dos hijas mientras su hijo montaba su espalda, Willy cargaba en brazos a su hija y Rubius supervisaba a sus dos pequeños, quienes se paraban momentáneamente en algunos puestos con cosas llamativas a observar y saludar a los vendedores.

Durante ese rato Vegetta, Luzu, Alex y Mangel habían salido de cacería y a recolectar comida al bosque. Gracias a haber entrado en calor por la actividad física, se habían desecho momentáneamente de sus abrigos, corriendo por todo el bosque con camisas ligeras y sus espadas en mano, a excepción de Luzu, que prefería usar el arco.

A pesar de su edad todos mantenían su forma, no eran realmente mayores, pero la edad comenzaba a notarse en una que otra cana en sus cabelleras. Se detuvieron un momento a descansar y tomar agua, sentados sobre un par de rocas.
Vegetta optó por desvestir completamente su torso como de costumbre, dejando ver su bien conservado abdomen. Luzu lo miró, asombrado de que hubiese mantenido así su cuerpo luego de dos embarazos, por su parte su piel se había aguado un poco, así que lo admiraba por ser padre y aún así tener tiempo de hacer tanto ejercicio, los hijos ocupan el cien por ciento del tiempo.

La noche comenzó a caer, decidieron regresar al pueblo.

Al llegar quedaron atónitos con el cambio en el centro del pueblo, los puestos y edificios estaban iluminados con faroles y decorados con filas de papel, pronto habrían algunos festivales y debían ir preparándose. Se encontraron con sus parejas e hijos en la fuente central, también decorada e iluminada.
Todos se saludaron con cálidos abrazos y besos, posteriormente fueron recibidos con gritos de emoción por sus hijos, al haber salido desde temprano a cazar, no se habían visto en muchas horas.

Vegetta tomó la mano de Rubius sintiendo su calor, luego los rostros de sus hijos, también cálidos y rechonchos.

La noche sería divertida, habían planeado ir a pasear junto con todos sus amigos, dispuestos a comenzar a caminar sintieron una pesadez en su cuerpo, después, el tiempo se detuvo, casi literalmente. 

Shoot Me ☆ RubegettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora