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Auron terminó el chequeo bastante satisfecho, no se presentó ningún problema durante el proceso y su paciente sólo tenía algo de fiebre

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Auron terminó el chequeo bastante satisfecho, no se presentó ningún problema durante el proceso y su paciente sólo tenía algo de fiebre. Tomó su estetoscopio para escuchar su corazón nuevamente y asegurarse de que todo estaba bien.

Se alejó de la camilla para ir a la sala de espera donde estaban Lolito y Mangel sin dirigirse ninguna palabra o mirada, estaban absortos al brillante suelo recién limpiado del consultorio. Al ver a Auron salir con esa expresión tan relajada inmediatamente supieron que todo estaba bien.

—Ustedes son unos exagerados— se quejó, arremangándose la bata —Sólo tiene algo de fiebre, pueden llevarlo a casa, es más, llévenselo, será mejor si tiene buena atención, yo tengo más pacientes, además es Willy, una fiebre no va a matarlo. Vengan— siendo seguido por ambos se sentó en su escritorio, tomó una hoja y una pluma, con movimientos rápidos escribió en ella, era la receta.

Se la entregó a Mangel quien hizo una mueca de confusión al leerla.

—No sé leer hebreo, Auron.

—Tú sólo dásela a la chica de la farmacia, ella te dará los medicamentos que puse ahí— se acomodó en su silla giratoria con los pies sobre el escritorio, mordía una pluma mientras usaba sus antebrazos como almohadas.

—¿Por qué le dio fiebre así de repente? No creo que hubiese salido de casa si se sentía mal...— Lolito tomó la palabra mirando a Willy quien descansaba sobre la camilla con el rostro aún rojo.

—Probablemente se le acumuló mucho estrés, los alfas seremos fuertes pero cuando se trata de cosas emocionales solemos ser débiles. Así que más les vale cuidarlo y no darle más preocupaciones mientras se recupera, díganle que si quiere más tarde vaya a terapia conmigo. Ahora salgan que tengo más pacientes por atender.

Obedeciendo sus indicaciones, agradecieron, Lolito cargó en su espalda a Willy y caminaron a casa en silencio, a pasos relajados pero rápidos. Mangel se sentía tan mal por haberle hecho un drama tan exagerado a su amado horas atrás, pero su orgullo no le permitía disculparse.

Llegaron a casa, lo recostaron sobre la cama colocando un trapo doblado y mojado sobre su frente. Lo taparon con los cobertores con cuidado de no despertarlo y bajaron a la sala prometiendo subir cada diez minutos para revisar que estuviese bien.

—Lo siento...— el pelirrojo rompió el silencio con ese tono lastimero que solía usar cuando se sentía triste —No volveré a burlarme de los betas, lo juro, por favor perdóname.

Mangel sabía bien que no iba a cumplir esa promesa, ¿por qué? Había musitado esas mismas palabras muchas veces y al final terminaba olvidándolas excusándose con que estaba molesto y no sabe lo que dice cuando se enoja. Antes de responder algo pensó si en verdad valía la pena volver a perdonarlo, lo amaba, pero en verdad su actitud a veces lo molestaba muchísimo.

—Está bien— cedió —Sólo... No vuelvas a hacerlo.

—¿Entonces sí me perdonas, mi niño?— Mangel asintió —¡Te amo tanto!— se lanzó a sus brazos cubriendo su rostro y cuello de besos. 
Se sentaron en el sofá aún besándose y abrazándose, se querían tanto, quizá por eso siempre terminaba perdonándolo.

Shoot Me ☆ RubegettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora