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Siguieron caminando por el sendero de antes, sus manos chocaban de vez en cuando por el ligero tambaleo de su andar

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Siguieron caminando por el sendero de antes, sus manos chocaban de vez en cuando por el ligero tambaleo de su andar. A decir verdad, desde que llegaron a la tranquilidad del bosque el dolor de cabeza de Vegetta había disminuido a gran escala.

Fingía que no, pero definitivamente estar marcado hacía que su estado emocional estuviese por los suelos, de no ser por Rubius ahora estaría tumbado en cama llorando y maldiciendo por haber nacido como un omega, por ahora, se comportaría.

Discretamente pasó su mano encima de la marca sintiendo cada ligero agujero de la mordida, era la sensación más extraña y desagradable que había tenido en mucho tiempo y eso...

En serio lo asqueaba.

Giró la mirada con cuidado, observó a Rubius caminando vigorosamente con una sonrisa boba y alegre estirando las mejillas sonrojándolas. Su aura hacía que de alguna forma él también estuviese feliz.

Devolvió la mirada al frente, se enderezó y siguió caminando intentando eliminar todos los pensamientos negativos de su mente.

Después de todo, estaban en una cita, ¿no?

Además, desde que fue marcado comenzó a pensar en muchas cosas, aunque sólo hubiese pasado un día ya había reflexionado sobre muchas, muchísimas cosas de su vida. 
Entendió que todos, excepto Fargan, eran alfas realmente admirables. Respetaban a los betas, omegas... Respetaban todo y eso en verdad lo hacía feliz.

Y justo en ese momento se preguntó en primer lugar por qué estuvo con Fargan, ¿amor? No, ¿admiración? Tampoco, entonces, ¿por qué? ¿Cómo fue que cayó en esa trampa sin escapatoria? Quizá lo amó en algún momento, pero ahora todo ese amor se convirtió en un extraño resentimiento que jamás se iría.

Fargan no tendría su perdón jamás, ni aunque se lo rogase de rodillas.

Todo el amor que pudo haber tenido por Fargan ya no le pertenecía más, ahora, el dueño de todo aquel hermoso sentimiento era alguien más, alguien que estaba seguro de que no lo decepcionaría.

—Veg— Su adorable voz lo llamó captando toda su atención —¿Eres feliz?

—¿Por qué lo preguntas?— sin duda esa pregunta lo confundió, no supo de dónde vino eso.

—No sé, quiero saber si lo estás, y si no entonces haré lo que sea para que lo estés— sonrió inflando sus mejilla y entrecerrando sus ojos enterneciendo al pelinegro.

—Creo que...— ¿Qué rayos pasaba? —Ahora lo estoy— ¿Por qué se sentía tan... —Gracias a ti— ...Feliz?

—¡Me alegro de que estés feliz!— exclamó dando saltitos emocionado —Cuando estés triste dímelo, ¿sí?— Vegetta asintió con el corazón en la mano.

Siguieron caminando pero ahora ninguno se animaba a mirar al otro, sería demasiado incómodo pero no de mala forma, ¡¿qué acababa de pasar?!

Rubius sentía que debía decírselo, pero no sabía si era el momento indicado, después de todo Vegetta acababa de ser marcado y no sabía si estaba bien darle otra cosa en la que pensar, por eso quería estar seguro de que le correspondería.

Shoot Me ☆ RubegettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora