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—¡Mangel!— llegó corriendo a la casa que ahora compartía con Lolito —¡Necesito tu ayuda!

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—¡Mangel!— llegó corriendo a la casa que ahora compartía con Lolito —¡Necesito tu ayuda!

—¿Rubius?— abrió la puerta —Qué bien que te hayas dignado a al fin visitarme, pasa, pasa.

Rubén entró a la casa admirando lo bien construida y decorada que estaba. Sin duda se lucieron, pero claro, pronto Mangel y Lolito se casarían -o eso quería pensar, la propuesta de matrimonio aún no se hacía pero sabía que no tardaría en pasar- así que debían ir mudándose juntos.

Qué hermoso era el amor, ¿Vegetta aceptaría vivir con él alguna vez?

—¿Y por qué tu repentina visita?— se sentó en el sofá cruzándose de piernas y relajando los brazos en las almohadas.

—Es sobre Samuel... Bueno, para no hacerlo muy largo mañana iremos a ver la lluvia de estrellas, pero no sé qué hacer, creo que es una cita.

—¡Oh por dios!— gritó de la emoción —¡Mi pequeño Rubius va a dejar de ser virgen!

—¡¿Q-Qué?! ¡No lo malentiendas! Sólo quiero ver la lluvia de estrellas con él, nada más. Eres tonto Mangel— su cara se coloró avergonzándose.

Mangel no podía dejar de reír, ver la expresión de su amigo le dio tanta satisfacción. Se puso a pensar en qué decirle, sí conoció mejor a Vegetta por haberlo ayudado los últimos años pero no tanto como para haberlo conocido de pies a cabeza.

—Pues, no hagas nada en especial— recargó su cabeza sobre su puño —Sólo intenta que el ambiente sea agradable con una conversación o algo así, no lo pongas incómodo con comentarios innecesarios, te conozco y sé que vas a hacerlos.

—Gracias Mangel— sonrió mostrando dientes —¡Ah~! Qué nervios...

[...]

Por fin era catorce de febrero, al fin era el día. Estaba nervioso, seguía frente al espejo acomodando su cabello de diferentes formas para ver qué estilo le quedaba mejor, quería lucir lo mejor posible para poder verlo.

Miró sus ojos verdes al espejo recargándose en el lavabo.

—Sí que eres guapo- se sonrió —¿Qué te parece? Intenté este nuevo estilo para ti— peinó su cabello hacia atrás como todo un galán, se miró fijamente por unos segundos y luego estalló de risa por su ridícula actuación. —¡Vegetta, sal conmigo!- volvió a mirarse al espejo, su mirada era seria pero no amenazante, debía cuidar sus expresiones ya que Vegetta era un omega y podía espantarse.

¿Desde cuándo lo veía así? Su instinto de alfa lo hacía querer atraparlo y protegerlo de todo el mal del mundo exterior a pesar de saber que en ojismorado era el guerrero más fuerte de todo Karmaland.

No se sentía igual desde que supo que Vegetta era un omega. Cuando aparentaba ser un alfa sentía cierto bloqueo, no veía posibilidades de que Vegetta lo voltease a ver, creía que buscaría un omega, y siendo él por supuesto que encontraría uno rápido.

Shoot Me ☆ RubegettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora