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Sapo Peta miraba entre los arbustos, oculto gracias a una poción de camuflaje que elaboró horas atrás

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Sapo Peta miraba entre los arbustos, oculto gracias a una poción de camuflaje que elaboró horas atrás. Observó cómo Rubius y Vegetta salían de la casa del bosque con los frascos en manos, apresurándose en irse para avisar a los demás de su hallazgo. Suspiró con culpa, él mejor que nadie sabía que lo que él y Staxx hacían era una barbaridad, pero no le quedaba de otra, no le convenía ponerse en contra del dichoso "héroe".

Regresó a su verdadera base, una gran habitación escondida dentro de una montaña, supieron mantenerla discreta, no llamaba demasiado la atención, además tenía la protección de un hechizo para permanecer incógnito.

Al entrar se encontró con Staxx jugando junto a Titi en la alfombra con un par de cubos de colores, cada uno de sus lados tenían números, la misión de Titi era sumar los números de las caras que cayesen hacia arriba.

—¿No es maravilloso cómo los niños aprenden tan rápido?— Staxx apretó las mejillas de su primogénito, sonriendo por tener en frente a su sucesor —cada día que pasa, Titanicus se hace más inteligente, sin duda él será quien ocupe mi lugar cuando yo no pueda seguir mandando a los asquerosos alfas que vamos a dominar, ¿no te parece buena idea?

—Los encontraron— respondió ignorando lo que Staxx acababa de decir, no le gustaba seguirle la corriente —¿es buena idea todo esto? No sé cómo resulte...

—Tranquilo, grandote, no me molesta regresárselos, tú has visto lo que ha pasado entre ellos, en esta situación dejar que recuperen sus memorias solo va a ser divertido, para mí, por supuesto— rio, tirando de nuevo los cubos para que Titi realizara su siguiente operación —y ya sabes, va a ser interesante ver cómo los omegas lidiarán con sus recuerdos, aunque estén un poco modificados.

Sapo Peta lo miró desconfiado, hace un par de días Staxx le insistió en cambiar un poco los recuerdos de los omegas, ¿por qué? Por diversión, eso solamente.

Ahí fue cuando el chamán se convenció de que su jefe estaba loco, y que alguien debía detenerlo.

[...]

Auron caminaba por el bosque con el frasco en manos en busca de su querido esposo, algunas gotas de sudor recorrían su frente, se sentía nervioso, la incertidumbre lo invadía. ¿Qué debía hacer? ¿Abrir el frasco sin más? Una parte de él le decía que sería muy precipitado, que debía hablar con Luzu antes para advertirle lo que pasaría.

Odiaba sobrepensar las cosas.

Después de caminar un par de minutos se topó con Quackity tomando las manzanas de un árbol, en cuanto sintieron sus presencias se voltearon a ver con confusión, no esperaban encontrarse por ahí.

—Oye, ¿dónde está Luzu?

Quackity bajó del árbol de un brinco, planeando con sus alas hasta el suelo. Después de sacudir sus manos miró de arriba a abajo a Auron, preguntándose cómo lo había encontrado, esa no era una zona precisamente concurrida.

Shoot Me ☆ RubegettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora