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Corrió al espejo del baño, encendió la luz con la mano temblorosa y sudorosa

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Corrió al espejo del baño, encendió la luz con la mano temblorosa y sudorosa. En cuanto pudo verse al espejo buscó desesperado su cuello en su reflejo como si no supiera dónde estaba.
Sus ojos se llenaron de horror y asco cuando vieron que la marca era real, unas horribles ganas de vomitar invadieron su garganta pero afortunadamente pudo contenerse.

—Mierda.

Quería golpearse a sí mismo por haberlo permitido, en el momento sólo pensaba en ir por Willy y no pensaba claramente. Aunque tampoco era como que hubiese tenido muchas opciones, si hubiera intentado golpear a Fargan él también se hubiese llevado una fuerte golpiza.

Porque de cualquier modo él seguía siendo un omega y Fargan un alfa.

Formó una pequeña copa con sus manos llenándola de agua, la arrojó a su rostro para despabilar e intentar pensar más claramente.

Quería pensar que hubiese hecho lo que hubiese hecho de cualquier forma iba a terminar de ese modo.
Lanzó un suspiro pesado, estaba demasiado cansado como para seguir sobrecargando así su mente.

Sentía que en cualquier momento le daría una migraña.
Salió del baño después de secarse la cara, buscó sus supresores y los tomó sin necesidad de agua.

Caminó al salón principal donde Willy lo esperaba sentado sobre un escalón. Lo tomó del hombro para avisarle que había vuelto, el rubio volteó espantado, se perdió en su mundo y le sorprendió ese toque.

—¿Y Rubius?— preguntó suavizando su tono de voz.

—Creo que está afuera— apuntó la puerta.

—Gracias chiqui— agradeció y despeinó su cabello rubio de forma juguetona.

Salió al jardín frontal, las torretas estaban desactivadas, la luna comenzaba a bajar indicando que pronto amanecería. Vio a Rubius parado frente a un árbol mirándolo fijamente con las manos en los bolsillos de su sudadera, tenía la mirada un poco abajo y su olor se sentía fuerte pero no era desagradable.

Vegetta se acercó lo suficiente como para que sus pasos fueran escuchados anunciando su llegada.

Rubius lo miró con tristeza, esos ojos que siempre estaban llenos de alegría y un toque tonto ahora denotaban melancolía y cierta lástima.
Observó la marca en el cuello del pelinegro, no podía dejar de culparse por eso.

¿Si hubiera llegado antes habría terminado igual?

No entendía del todo sus sentimientos, sabía que estaba enamorado de Vegetta, pero ver que ahora ese adorable omega que lo vuelve loco estaba marcado lo hacía sentir demasiadas cosas. Sin duda la rabia y la tristeza eran emociones que lo dañaban mucho.

Claro que no estaba dejando de amarlo, pero se sentía decepcionado, como si las ganas de hacer todo se fueran. Decidido a irse se giró hacia la puerta.

Shoot Me ☆ RubegettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora