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—¡Ya cállate!— gritó, golpeando su cabeza contra las almohadas desesperado porque no podía seguir soportándolo, estaba cansado, tenía muchísimo sueño

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—¡Ya cállate!— gritó, golpeando su cabeza contra las almohadas desesperado porque no podía seguir soportándolo, estaba cansado, tenía muchísimo sueño.

—No, ya dile, dile, dile, dile, dile, ¡dile que lo amas! Ya no te hagas el tonto Samuel, sabes que lo amas y no puedes ocultármelo, así que debes decírselo ya o no dejaré de molestarte.

—Te odio.

Desde hace algunos días esa extraña voz había aparecido en su cabeza, al principio se había asustado pero después recordó que los omegas y alfas desarrollaban a su "lobo" cuando se enamoraban. Antes era agradable compañía porque podía mantener conversaciones largas e interesantes con él, pero ahora sólo parecía ser un niño latoso sin atención de sus padres con necesidad de molestar siempre, incluso cuando estaba a punto de dormir.

Dejando eso de lado, estaba realmente feliz porque su cita con Rubén fue perfecta, no hubieron muchos acercamientos, o al menos no tantos como hubiese querido pero el simple hecho de tener su compañía, de escucharlo reír, hablar, de verlo caminar... Eso lo volvía loco, y le encantaba.

Sabía que era cuestión de tiempo para explotar y decirle a Rubius cuánto lo amaba y necesitaba, pero no estaba seguro, algo muy dentro de sí mismo le decía que se detuviera, que era mala idea.

Su lobo había estado siendo muy insistente durante esos días, incluso le daba consejos para que pudiera declarar su amor y esas cosas pero nada le convencía, honestamente creía que tenía un lobo estúpido para el amor, ¿por qué? Porque declarársele a Rubén en la alcaldía no le parecía muy romántico.

Quizá de cierta forma también era su culpa, no era una persona muy experimentada en el amor y tal vez eso le dio un lobo peor que él en ello, ¡maldita sea! Se supone que los lobos eran como ángeles guardianes que te acompañarían el resto de tu vida ayudándote en tus decaídas emocionales, nunca imaginó que tendría ese lobo tan bobo.

Tenía horas intentando dormir pero -como quizá ya supusieron- el lobo no lo dejaba dormir. Miró por la ventana rogando porque aún quedase tiempo antes de que la noche se acabara pero no, el sol, casi riéndose de él, se asomó desde las colinas lejanas anunciando que era el inicio de un nuevo día. No durmió nada. Necesitaba algo con qué distraerse, ¿construir? No, ya había acabado de construir todo, ¿decorar? Terminó con eso también...

—¿Y si vamos a verlo? Tal vez esté despierto.

—No— hundió su cabeza en las almohadas —Voy a dormir un rato, más te vale que te calles.— Y no recibió respuesta. Sonriendo victorioso después de unos segundos se quedó completamente dormido. 

Las horas pasaron, el sol iba ascendiendo colocándose más y más arriba en el cielo, sólo algunas cuantas nubecillas tapaban los rayos del sol haciendo que el día realmente fuese cómodo. No supo qué soñó, no lo recordaba, pero al despertar se sentía tan feliz y activo que salió de la cama de un salto estirando su espalda.

Shoot Me ☆ RubegettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora