Después del almuerzo, todos estaban en el césped del patio trasero, charlando.
Miguel: Dulce, necesito hablar contigo.
Dulce: Ok .- dijo sería, pues la expresión de Miguel era fría.
Miguel: Ven conmigo porfavor. - se levantó y dio la mano a la pelirroja y caminaron hacia las tumbonas alrededor de la piscina.
Dulce: Puedes hablar Miguel ... - suspiró nerviosamente. Obviamente, ella se imaginaba de qué se trataba.
Miguel: Ya sabes de lo que quiero hablar, ¿verdad? - asintió bajando la cabeza - Dulce, te confesaré algo ... - respiró hondo - Comenzaré diciendo que nunca a existido alguien que me guste tanto como me gustas tú. Y no sé si lo sabes, pero soy un gran observador y noté cómo tú y Ucker se comportan juntos.
Dulce: Miguel, no hagas eso. - se llenó los ojos de lágrimas. No porque ella lo amara, obviamente no era asi, sino porque sabía que lo que estaba a punto de hacer, lo lastimaría. Y si hay una cosa que no puede soportar, es estar lastimando a la gente.
Miguel: Dulce déjame terminar, por favor. - se rascó la nuca y miró a sus amigos. Vio que Ucker los miraba a los dos con una mirada nerviosa y curiosa, suspiró profundamente y habló inmediatamente para no arrepentirse más tarde. - Ya veo cómo se gustan. De hecho, incluso una persona ciega puede verlo. Y sé que lo sabes. Sabes que lo amas y que él siente lo mismo por ti. Hoy en la sala de estar, antes del almuerzo, lo que pasó, fue increíble. Es que, te entiende, ¡Se comunican con solo una mirada! - Sacudió la cabeza - Eso... es realmente amor. Entonces, por lo tanto, creo que es mejor que terminemos. Porque sé cómo te sientes acerca de mí y estoy seguro de que no puedo aspirar a más. Siempre será amistad. - Dulce derramó una lágrima solitaria y sollozó un poco - Sé que no estás llorando porque estamos rompiendo. Yo sé que es porque no quieres hacerme daño. - acarició la cara de la pelirroja - Estoy feliz de poder devolverte la "libertad", porque sé que tarde o temprano pasaría. - al decir eso, la pelirroja lloró. Lloró todo lo que tenía guardado en esos días. - Dulce, te amo. Entonces, siento que tengo el deber de hacerte feliz, y lo haré. - sonrió - vamos. - ella lo miró confundida - Ve a hablar con él. Vamos - Sonrió con cariño y se puso de pie.
Dulce: Miguel ... - susurró con voz ahogada - yo, yo ... - no pudo terminar de hablar y solo lo abrazo fuertemente - lo siento.
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Tú, solo tú
RomanceÉxito, fama, marketing barato, traiciones, celos, novelas ocultas y mucha confusión. Autora: Katerina Petrovic