Sólo hay uno como tú en todo el mundo y estás aquí, conmigo
Esa maldita llave no abría la puerta de la casa, ni siquiera encajaba con la cerradura. Así que había dos opciones, o Justin me estaba tomando el pelo o me había equivocado de dirección. Presioné el puente de mi nariz frustrada, había sido un día muy largo y no tenía ganas ni tiempo para jueguecitos.
— ¡Justin Drew Bieber Mallette! –grité aporreando la puerta.
La puerta empezó a abrirse lentamente. Así que no me había equivocado de dirección y por fin, después de un largo y duro día había llegado al más grande de los regalos, ver y estar con Justin en mi cumpleaños. Quise entrar corriendo, saltando, gritando su nombre, pero logré contenerme. No quería contenerme, no quería hacerlo, de verdad que no. Pero una dulce música sonaba de fondo, el salón estaba iluminado con una tenue luz, no parecía una fiesta, eso no era una fiesta.
— Hola princesa. –me recibió Justin.
Prácticamente me abalancé sobre él, abrazándolo con todas mis fuerzas. Necesitaba una noche como las de antes junto a Justin. No sólo necesitaba una noche, sino que necesitaba que todo fuese como antes. Cuando yo sólo era conocida como la novia de Justin Bieber y no como un ídolo de masas, cuando Justin y yo sólo éramos una simple pareja y no la pareja más famosa y codiciada de prácticamente todo el mundo. A veces echaba de menos ser una chica normal de Canadá con un novio normal de Canadá.
— Felicidades de nuevo sweetie. –empezamos a bailar al lento compás de la música.
— No voy a aceptar el coche. –Justin se separó unos pocos centímetros de mí e inevitablemente se echó a reír.
— Un gracias mi amor, me han encantado todos los regalos, es el mejor cumpleaños de mi vida, jamás me habían hecho esto, te lo compensaré en la cama, hubiese estado bien. –carcajeó.
— ¡Justin! –le golpeé- pervertido.
— Lo aceptarás y no quiero discutirlo.
— Es muy caro.
— _____ tengo ocho coches, por uno más no me arruinaré, necesito gastar dinero y que mejor que regalándote cosas. –besó mi frente tiernamente.
— ¡YO TAMBIÉN NECESITO GASTAR DINERO!
— Hazlo.
— No me dejas. –le devolví el beso en los labios- me vengaré en tu cumpleaños.
— ¿Hacerme regalos es malo?
— Drew, para ti eso, es el fin del mundo. –reímos.
— Que me llamas Drew, sí es el fin del mundo. –me hizo girar bruscamente, por un momento me dejó caer hacia abajo pero su mano izquierda me sostuvo para que no cayese al suelo.
— Gracias cariño. –le susurré a pocos centímetros de sus labios.
— No me las des, es tu cumpleaños.
Nos fundimos en un corto pero intenso beso. Nuestras bocas encajaban a la perfección, parecían estar hechas la una para la otra, siempre coordinadas y nosotros siempre enamorados.
— Te quiero tanto, sólo hay uno como tú en todo el mundo y estás aquí, conmigo. Sabes si me gustará una canción antes de que la haya oído. Te ríes de mis chistes antes de que haya terminado de contarlos. Hay un lugar en tu pecho, justo debajo de tu cuello, –señalé con mi dedo índice su corazón- que hace que quiera cumplir las promesas que te hago. Sólo hay uno como tú. Y no sabes la suerte que tengo de tenerte a mí lado, tal vez ni en un millón de años sería merecedora de tu amor, no sé, pero lo tengo y te quiero y me haces feliz y yo te hago feliz a ti y qué más da todo, ¡a tomar por culo! Tú para mí y yo para ti.
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