Mustafar

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Al llegar a Mustafar, Rey empezó a sentir la energía negativa que emanaba del oscuro planeta, el solo verlo le causaba desasosiego y temor, temor de que Ben volviera a sucumbir al llamado de la oscuridad, también sentía que algo allí la estaba esperando y por un momento escuchó unos susurros extraños, se llevó las manos a la cabeza tratando de bloquearlos, Ben, al darse cuenta de lo que le estaba pasando se acercó a ella y la abrazó.

—Tranquila, mi amor.

—Ben, algo ahí me llama, tengo miedo.

—Yo estoy aquí contigo, no voy a permitir que te pase algo y no vamos a bajar al castillo, los caballeros de Ren vendrán aquí, al crucero.

Rey se abrazó a él tratando de bloquear las voces que escuchaba sin conseguirlo del todo.

—Vamos, tenemos que reunirnos con Hux. ¿Ahora entiendes su preocupación?

—Sí —respondió Rey algo mareada—, la energía negativa que se siente es abrumadora. ¿Vamos a estar mucho tiempo aquí?

—Solo el necesario para hablar con los Caballeros de Ren y saber que piensan de todo esto.

—¿Crees que causen algún problema?

—No sabría decirte, sé que me respetan porque fui su maestro, pero qué decisión vayan a tomar, no lo sé, no te preocupes, vamos a estar bien.

—Lo sé, Ben.

—Tendrás que usar esto.

Le entregó su capa con capucha para que se cubriera el rostro, no quería exponerla antes de asegurarse de que la primera orden aceptaba el cambio.

—¿Te avergüenzas de mí, líder supremo? —Rey se puso la capa y casi desapareció en ella—, además, con esto me puedo hacer varias túnicas, está enorme.

—No seas quisquillosa, no está tan grande —murmuró, pero al ver que se la ponía y casi desaparecía en ella, no pudo evitar soltar la carcajada.

—¡No te rías!

—Perdóname —pidió aun entre risas—, es que te ves graciosa, eres muy pequeña.

—¡No es verdad! ¡Es que tú eres un gigante!

—Pero así me quieres —la abrazó aun sonriendo y la besó en la frente—. Vamos, deben estar esperándome y tu presencia será una sorpresa, ya que siempre estoy solo, algunos querrán saber quién eres, así que quédate junto a mí.

Al bajar del Tie Silencer, Hux estaba esperándolos, al parecer, las cosas en la nave estaban bastante moviditas.

—Hux, ¿qué está pasando?

—Después de tu anuncio, muchos decidieron que irían a buscar a sus familias y algunos también quieren saber si pueden volver, les dije que sí, no sé si estuvo bien.

—Hiciste bien, dales las naves y los recursos necesarios.

—También tenemos que hablar muy seriamente sobre Pryde, estoy seguro de que causará problemas.

—¿Quién es Pryde? —la voz sonó ahogada y después, una figura menuda y envuelta en algo negro salió detrás de Ben y Hux tuvo la misma reacción, no pudo evitar reír.

—¡Oh, por favor! Cállate, Hux, Ben ya se divirtió lo suficiente.

—Lo siento, es que te ves graciosa caminando con toda esa tela negra encima, no pasas muy desapercibida que digamos, digo, si esa era la intención.

—Solo hasta que lleguemos a mis aposentos, di a los Caballeros de Ren que en un momento estoy con ellos y busca a Pryde también, dile que quiero hablar con él, hay que mantenerlo vigilado.

—A la orden...

—¡No me digas líder supremo, Hux! —Ben lo amenazó con el dedo enguantado.

—Cómo quieras, Ren —respondió Hux con indiferencia—, pero me temo que delante de los demás tendré que hacerlo, hay que guardar las apariencias.

—Si tú dices, dejo a Rey segura y me reúno contigo.

Ben se alejó con ella por el pasillo y al llegar a sus aposentos había en una pequeña mesa bandejas con comida y bebidas, solo entonces Rey se dio cuenta cuánta hambre tenía.

—Debes tener hambre, come lo que quieras, yo vuelvo en un rato y no te preocupes, nadie te molestará, puedes asegurar la habitación por dentro y esto es para que me llames si necesitas algo —le puso un pequeño aparato en la mano.

—Gracias, Ben.

—¿Por qué?

—Por todo esto —señaló la mesa con la comida.

—¿Qué clase de hombre sería si no me preocupo por la mujer que amo? —sonrió haciendo un gesto con los hombros—. No me tardo, asegura la habitación cuando salga —se despidió con un pequeño beso y salió.

Mientras Rey aseguraba la habitación, se dio cuenta de que todavía tenía puesta la capa y se acordó de las risas de Ben y Hux, con un sonido de disgusto se la quitó y la lanzó a la enorme cama que estaba cerca, solo entonces se sentó a comer.

Paseó la vista por toda la estancia y pensó que era muy parecida a la otra, todo en color negro, tendría que hacer algunos cambios, cuando terminó de comer buscó el cuarto de baño, necesitaba refrescarse.

De repente todas las emociones del día, o noche, o lo que fuera, le estaban pasando factura, se sentía muy cansada y cuando salió del cuarto baño se recostó en la cama que aún guardaba el aroma de Ben, se abrigó con la capa y abrazada a la almohada se durmió pensando en él, la primera orden, la resistencia y todo lo demás tendría que esperar.


La Jedi que yo amoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora