Sanando un corazón

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Eider Ptah caminaba de un lado a otro en su habitación, no había dormido en toda la noche, ideando mil maneras de escapar, después de acabar con la esposa del líder supremo, si hubiera sabido que era un hombre tan atractivo, habría actuado de otra manera, pero ya era tarde para eso, ahora tenía que planear mejor lo que haría.

Le había costado mucho llegar a dónde estaba, cómo para perder todo solo porque el líder supremo tenía esposa.

—Tengo que eliminarla —murmuraba al borde de la desesperación—, pero, ¿cómo?

Estaba sola, sus aliados habían dado un paso atrás, se negaban a seguirla apoyando y su familia, al parecer también la había dejado sola.

—¡Estúpida, estúpida, estúpida! —se recriminaba una y otra vez.

Se sobresaltó cuando escuchó un golpe en la puerta, la noche anterior, quienes la vigilaban se habían marchado, pero habían llegado otros dos, por órdenes del líder supremo, le habían dicho, temerosa fue a abrir para encontrarse con la alta mujer rubia.

—Será mejor que se prepare, majestad —Phasma la observó con indiferencia—, tenemos que llevarla ante el Senado.

—¡No pueden tratarme como a una criminal! —exclamó, fuera de sí.

—Son órdenes del líder supremo.

—Pero, ¡necesito una doncella!

—Tendrá que arreglárselas usted, sola, tiene treinta minutos después le llevaré tal cómo esté.

Phasma se retiró, dejando a la reina derramando lágrimas de furia, pero fue a buscar su atuendo para empezar a prepararse, porque estaba segura de que la alta y rubia mujer cumpliría su amenaza.


En el templo Jedi, Ben se enfrentaba a sí mismo, sintió como si miles de descargas atravesaran su cuerpo cuando aceptó que Kylo Ren siempre sería parte de él.

¿Estás seguro, Kylo Ren? —Revan se acercó un poco más a él.

—Soy Ben Solo, Kylo Ren es parte de mí.

¿Y por qué no puedes ser Kylo Ren?

—Lo soy, soy ambos.

Entonces, deja de tenerle miedo.

—¡Yo no...!

Tu peor enemigo eres tú mismo, Ben Solo.

Revan tenía razón, tenía miedo de esa parte de él que creía tener dominada, pero que ahora se estaba rebelando de nuevo y el cristal sangrante lo sentía también, latía en su mano, dolía.

¿Dónde está tu fuerza, Ben?

Su corazón latía apresurado, sabía dónde estaba su fuerza, en ella, la jovencita asustada que le había marcado el rostro en la Star Killer, la aprendiz de Luke que había dejado todo por ir a buscarlo, la mujer que lo amaba lo suficiente como para entregarse a él, su esposa...

—Rey...

—¡Ben! —Rey exclamó con angustia el nombre de su esposo, estaba en la sala de reuniones con Rose y las doncellas cuando sintió frío y se estremeció, Rose se acercó preocupada a ella.

—¿Estás bien?

—Sí ...yo ... necesito estar sola.

—Rey...

—Voy a mi habitación —salió apresurada antes de que pudieran detenerla.

Tara e Isa se miraron entre ellas y Rose las urgió a que la siguieran, Ap'lek también la siguió de cerca, sin invadir su espacio y esperó en la sala contigua junto con las doncellas cuando ella entró es sus aposentos.

La Jedi que yo amoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora