La Jedi que yo amo

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—Y bien, ¿qué hacen aquí, chicos? —preguntó Trudy a Finn y Poe que seguían callados.

—Creo que lo mismo que tú, venimos por provisiones —Finn le dio un codazo a Poe para que reaccionara.

—Bueno, yo... —un disparo que pasó a centímetros de su cabeza y gritos interrumpieron a Trudy.

—¿Qué pasa? —gritó Trudy, Poe y Finn se resguardaron con ella detrás para protegerla.

—¡Son caza recompensas señora! —respondió uno de los stormtroopers que repelían el ataque indiscriminado porque los intrusos disparaban a cualquier parte.

—¿Qué hacen aquí? —este planeta no tiene nada que ver con la resistencia, ni con la primera orden.

—Es lo que vamos a averiguar, vamos, Finn. Tú quédate aquí —le dijo Poe a Trudy.

—¡Claro que no, galán, se defenderme sola! —protestó ella indignada y salió del escondite con su sable láser en la mano y dando órdenes a los soldados—. ¡Los quiero vivos!

Pero cuando vio que varios caían gracias a la puntería de Finn y Poe volteó a verlos de mala manera y les gritó.

—¡Dije vivos! ¿Si entienden lo qué significa eso? ¡Que caminan y respiran!

—Quedan muchos, no seas gruñona —murmuró Poe.

—¡Dejen de discutir, ese debe ser el jefe! —Finn señaló al que iba al frente disparando en todas direcciones.

—¡Señora, algunos están tratando de escapar! —el soldado señaló la nave que iba despegando.

—¡Rayos! —Trudy apagó su sable y tomó el blaster—. ¡Derriben esa nave, que no salga del planeta!

—Oye, ¿qué pasó con lo de no matarlos?

—¡Oh cállate, Poe! Y atrapen al menos a uno vivo, tenemos que saber quién los envió y... —el estruendo de una explosión la interrumpió y corrió hacia donde iba cayendo la nave—. ¡Voy a ver si hay sobrevivientes!

Poe se quedó viendo cómo embobado a Trudy que iba corriendo y dando órdenes a diestro y siniestro, hasta que fin le dio golpe y lo sacó de su ensoñación.

—¿También tú? —le reclamó molesto—. ¡Primero atrapa al malo que está huyendo y luego te enamoras!

—Yo no...

—¡Oh sí, mi amigo, desde que la viste estás cómo en las nubes, muévete!

Corrieron tras el jefe de los maleantes que trataba de huir aprovechando la confusión que había provocado la explosión de la nave, pero no llego muy lejos porque un pequeño pie le cortó el paso y cayó cuál largo era.

—¿Te ibas sin despedirte? —murmuró Trudy con una mirada maligna—. Que mal, tenemos mucho que platicar.

Tenía el pie sobre el cuello del maleante cuándo fin y Poe llegaron junto a ella.

—Pero ¿qué tenemos aquí? —Poe se agachó a quitarle el casco al sujeto que hacía un visible esfuerzo por respirar.

—A un caza recompensas muy mal educado —Trudy le apretaba cada vez más el cuello.

—Ya déjalo —ella miró a Poe con molestia, pero quitó el pie—, hiciste enojar a la señorita, mi amigo.

—Así es —afirmó Trudy—, esto te va a salir caro. ¿No te enseñaron que nunca debes interrumpir las compras de una chica? Y mis amigos tienen unas cuantas preguntas que hacerte. ¿Verdad muchachos?

—Sí —estuvo de acuerdo Poe—, levántate, vamos a dar un paseo mientras la dama hace sus compras —miró a Trudy con la ceja arqueada—. Finn y yo lo vamos a interrogar en el Halcón Milenario, después te lo entregamos.