La Jedi que yo amo

Diada

Ben y Rey estaban frente a Palpatine, ese ser perverso que era el causante del sufrimiento de su abuelo Anakin Skywalker y de su abuela Padmé Amidala y también del sufrimiento de Ben cuando, aun siendo un niño, lo atormentaba en sus sueños y ahora quería a Rey.

Pero Ben no iba a permitir que pusiera sus sucias manos sobre ella, primero tendría que matarlo, había llegado la hora de destruirlo para siempre, los miembros de la guardia pretoriana que quedaban se iban acercando lentamente a ellos con claras intenciones de atacarlos.

—Rey —ella volteó a verlo con el temor asomado a los ojos—, quédate junto a mí.

El ataque de los guardias se centró especialmente en Ben y él se dio cuenta al momento de lo que pretendían, querían separarlo de Rey y poco a poco lo iban logrando, uno de ellos la llevaba con sus ataques justo a dónde estaba Palpatine.

—¡Rey! —trató de ir hacía ella, pero dos de los guardias le cerraron el paso hiríendolo en el brazo.

Vio con espanto cómo dos clones llegaban atacar directamente a Rey, una furia ciega se apoderó de él, en ese momento le hizo honor al nombre de Kylo Ren, arremetió sin piedad contra sus oponentes girando y esquivando los ataques al tiempo que decapitaba a uno y atravesaba a otro.

Cuando se dio cuenta de que estaba perdiendo el control de sus emociones, puso en práctica todos esos años de entrenamiento Jedi y Sith y por primera vez en su vida sintió el balance dentro de él, lo usó para defender a la mujer que amaba y empezó a atacar a los clones que iban llegando con golpes rápidos, certeros y letales.

Rey sintió el momento justo cuando Ben dejo de tener dudas y aceptó al fin lo que había dentro de él, no era luz, pero tampoco oscuridad, era un punto medio entre ambas fuerzas y verlo luchar con tanta seguridad, le dio a ella el empuje que necesitaba para defenderse también.

En otro punto del templo, los caballeros de Ren que habían llegado al laboratorio donde creaban a los clones también sintieron el cambio en Ben, pero en menor medida.

—¿Sentiste eso, Ushar?

—Sí, Trudy, es el maestro, al fin se liberó de sus dudas.

—Encontró el balance en la fuerza, tiene un poder increíble.

—Siempre lo tuvo, Cardo, solo le hacía falta enfocarlo en la dirección correcta. ¿Qué hacemos con este lugar Vicrul?

—Tenemos que destruirlo, Ap'lek, tú y Kuruk coloquen los explosivos, los demás tenemos que desconectar todo, no debe quedar nada.

Mientras tanto, Rey luchaba con todas sus fuerzas tratando de volver a acercarse a Ben, pero cada vez que derrotaba a un guardia, llegaba otro y no podía avanzar.

Ben, al ver que les estaban ganando la batalla se quedó quieto suspiró, cerró los ojos y el poder dentro de él se extendió a su sable láser de por sí ya inestable provocando que la hoja se alargara debido a la energía contenida con lo cual fue más fácil para él alcanzar a sus oponentes y decapitó a uno mientras detenía a otro con su mano para después partirlo a la mitad de arriba abajo.

Llegó a dónde Rey luchaba con los dos clones, estaba herida, tenía cortes en los brazos y estaba cansada, pero seguía luchando.

—No te distraigas, pequeña —le dijo en voz baja—, son muchos.

—¿Dónde están los demás?

—Revisando el lugar, pero saben cuidarse, no te preocupes por ellos.

Sintieron un movimiento antes de escuchar el estruendo que causaron las naves que, de las entrañas del planeta, subían hacía dónde estaban la resistencia y la primera orden.