Amor de madre

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Ben caminaba por los pasillos, llevaba a Rey en sus brazos, iba pensando en lo que estaba pasando, las cosas estaban empezando a cambiar.

—¿Qué está pasando, Ben? ¿Quién era... él? —preguntó ella, en voz baja.

—Son clones, Rey.

—¿Clones? ¿Acaso hay más?

—Sí, pero ya no pude seguir indagando, uno de los stormtrooper que venían con él, lo eliminó, solo sé que hay muchos, están creando un ejército.

—¿Dónde, maestro? —fue Ap'lek quién preguntó.

—No sé, pero sí sé quién puede saberlo.

—¿Pryde?

—Voy a interrogarlo de nuevo —iban llegando ya a sus aposentos cuando Ben se detuvo.

—¿Pasa algo? —Trudy se puso alerta con la mano en su sable.

—Busquen dispositivos de vigilancia, por favor, nos han estado espiando todo este tiempo —la furia en la voz de Ben era palpable.

Rey, al recordar lo que había pasado en esa habitación, se sonrojó y escondió la cara en el cuello de Ben mientras él entraba con ella en los brazos todavía.

—Perdóname por ser tan descuidado, mi amor.

—No es tu culpa.

—Quédate aquí, enseguida vuelvo, tenemos que ir a ver a mi madre.

La dejó sobre la cama y se fue rápido antes de que ella pudiera preguntar algo.

—Voy a pedir que traigan comida.

Trudy se acercó al comunicador mientras Ap'lek buscaba disimuladamente los dispositivos ocultos, encontró dos, uno sobre la cama y el otro en la entrada, se deshizo de ellos rápidamente y llamó a Ushar para decirle que tenían que revisar toda la nave, un trabajo que sería arduo ya que esta era de grandes dimensiones.


Ben iba apresurado a la sala de interrogación y por los pasillos se encontró con Vicrul que llevaba prisionera a una chica.

—Vicrul, ¿dónde estabas? —preguntó al verlo—. Se supone que ibas con Trudy y Rey al hangar.

—Maestro, perdón por dejar a Trudy sola protegiendo a tu mujer, pero cuando íbamos a los hangares creí ver algo sospechoso, imagínate mi sorpresa cuando me encuentro a un soldado mandando nuestras coordenadas al enemigo.

—¿Tú? —Ben había reconocido a la chica, ya que era la que solía llevarle los alimentos a su habitación.

—¡Esa maldita chatarrera no vivirá mucho, líder supremo! —la chica sabía que estaba perdida y sonrió irónicamente—. Ya me encargué de eso.

Ben leyó la mente de la traidora, tenía razón en sus sospechas, había dispositivos de vigilancia en su habitación y habían envenenado la comida de Rey.

—Llévala a una celda, Vicrul, y alcánzame en la sala de interrogación, debo volver con Rey.

—Cómo ordenes, camina —se llevó a la chica a una de las celdas y dio órdenes de vigilarla.

—¡Ella no se salvará, ya es tarde y él también caerá pronto! —la chica gritaba mientras la encerraban.

—No lo creo —el caballero de Ren la miró con desprecio—, tiene a muchos de su lado.

—¡No debió enamorarse de esa chatarrera! —seguía gritando desesperada—. ¡Aquí lo tenía todo y lo cambió por ella!

—Así que fue por celos, por eso lo traicionaste, estás enamorada de él —la traidora había dejado sus sentimientos al descubierto.

La Jedi que yo amoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora