Nos pertenecemos

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Rey tomó la mano de Ben, sellando así sus destinos, simplemente no podía ni pensar en abandonarlo, era tan necesario para ella tenerlo cerca, cómo respirar y él se sentía igual ya que cuando ella puso su mano en la de él, la acercó a su cuerpo y la envolvió en un estrecho abrazo y solo le dijo muy bajito al oído un sentido...

—Gracias, mi amor —mientras una solitaria lágrima bajaba por su mejilla.

—No puedo dejarte, Ben, te amo. Lo siento, maestro —Rey volteó a ver a Luke que no podía creer que su aprendiz estuviera dispuesta a dejarlo todo por alguien que había estado sumido en la oscuridad.

—¡Estás cometiendo un error, Rey! —exclamó Luke y en sus ojos se podía ver la decepción que sentía.

—No. El error lo cometió usted, cuando trató de matarlo, siento decepcionarlo, maestro, pero no lo voy a abandonar, no ahora.

—Vamos, Rey —Ben la tomó de la mano y caminó hacia el elevador—. Hux, ¿estás bien?

—Gracias por acordarte, Ren, estoy bien —si no hubiera sido por la situación, el gesto huraño de Hux habría hecho sonreír a Ben.

—Debemos salir de aquí y destruir la nave, que no quede rastro de ella, encárgate de eso.

—Bien, pero antes tienes que hablar con todos. ¿O ya se te olvidó?

Ben miro a Rey que se aferraba a él con fuerza, el vacío que siempre había sentido se llenó en el momento que ella tomó su mano sin dudarlo y en ese momento se hizo la promesa de siempre protegerla, aún a costa de su propia vida.

—No lo he olvidado, pero antes debo hacer algo importante, asegúrate de que todos estén reunidos, yo iré en unos minutos.

Bajó del ascensor en el nivel donde estaban sus aposentos llevando a Rey con él y dejando a Hux con la boca abierta.

En ese momento, Luke salía de allí para ir con la resistencia e ideando un plan para separar a Rey de Ben, ya que, según él, ellos no deberían estar juntos, no sabía cuán difícil sería eso.


—¿A dónde vamos? —preguntó Rey, que estaba igual de confundida que Hux.

—A mis aposentos —respondió Ben—, quiero que te quedes ahí mientras yo doy la noticia de que Snoke murió.

—¿Por qué no puedo ir contigo?

—Porque al verte pensaran que fuiste tú quién lo mató y no quiero exponerte a más peligros, dejaremos pasar unos días y entonces diremos que estamos juntos.

—En algún momento alguien me va a ver y no podrás evitarlo —dijo Rey y Ben pensó que tenía razón, pero ya se enfrentaría a eso cuando llegara el momento.

—Lo sé y también tenemos que arreglar el desastre que la primera orden ha dejado en la galaxia, te necesito junto a mí, Rey, no puedo hacerlo sin ti y si lo que mi abuelo dijo es verdad, nos esperan momentos difíciles.

—Tienes razón, pero no quiero separarme de ti, Ben, tal vez suene tonto, pero me pone nerviosa el no tenerte cerca.

—No es tonto, a mí me pasa lo mismo, pero solo serán unos minutos cómo mucho, volveré lo más rápido posible.

Caminaron por el largo pasillo hasta llegar casi al final donde él marcó un código en la puerta para poder entrar, Rey miro a su alrededor, la habitación era como él, todo limpio y ordenado, los pocos muebles que había también eran negros, como si fuera una regla dentro de la primera orden que todo fuera de ese color.

—¿No te gusta? —preguntó Ben al ver su cara, era tan expresiva, ella solo encogió los hombros en un gesto muy elocuente.

—Mientras estés aquí conmigo, no me importa el color, aunque podría cambiar una o dos cosas.

—No estaremos aquí lo suficiente, pero puedes cambiar lo que quieras allí donde vamos porque será tu hogar durante un tiempo.

—Gracias, pero mi hogar está en tus brazos y en tu corazón, mientras haya lugar en ellos para mí, seré feliz.

Ben, que no se esperaba tal respuesta, no se resistió, en dos zancadas llegó a ella y la abrazó con todo el amor que tenía guardado en su corazón y que no sabía que podía sentir hasta que ella había llegado a su vida, con una de sus manos le acarició el rostro, le pasó el pulgar por los labios y la besó.

Un beso que empezó lento, saboreó la dulzura, la entrega, los suaves gemidos de Rey le estaban haciendo perder el control, siempre lo hacía, hizo el beso más profundo y ella le correspondió de la misma manera, enredando su lengua con la de él, igualando su pasión.

Las manos de Rey que se enredaban en su cabello bajaron para acariciar los hombros, el pecho, estaba tratando de bajar el zíper de su chaqueta encendiendo aún más el deseo en Ben que no aguantó y la levantó en brazos para llevarla al lecho y posicionarse encima de ella que enseguida lo aprisionó rodeándole la cintura con las piernas, se devoraron a besos, las caricias eran cada vez más atrevidas.

Se separó de ella solo para quitarse la chaqueta y la camisa que llevaba debajo y dejar su torso desnudo, Rey aprovechó para acariciarlo, provocando que se estremeciera, separaron sus labios y en sus ojos se podía ver el deseo de ir más allá, ella pasó sus manos por la ancha espalda y estaban a punto de besarse otra vez cuando escucharon la voz de Hux por el intercomunicador.

—¿Ren? Ya está todo listo, te estamos esperando.

—En un momento voy.

Ben tuvo que hacer un gran esfuerzo porque su voz sonara normal, aun cuando su respiración era errática y el corazón se le quería salir del pecho, se levantó de la cama para arreglarse la ropa mientras veía con alegría que no era él único, que Rey también tenía las mejillas sonrojadas y los ojos nublados por la pasión que acababan de compartir, se acercó a ella y le dio un beso en la frente.

—Sé que si te beso en los labios no saldré de aquí y me están esperando —le dijo pasando los dedos por la suave mejilla—. Al fin eres mía, mi Jedi de Jakku.

—Y tú mío, Caballero de Ren.

—Sí, nos pertenecemos, Rey, para siempre, recuérdalo —tocó suavemente sus labios para después salir apresurado, antes de ceder a la tentación de quedarse con ella, eso tendría que esperar.

La Jedi que yo amoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora