Un nuevo enemigo

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Después de cambiarse de ropa, con Ben observando por qué se negó a salir de la habitación, lo cual le provocó vergüenza y uno que otro sonrojo, salieron juntos, a encontrarse con Finn y Poe.

—¿Estás enojada? —le preguntó Ben, sonriendo.

—No, es que aún no me acostumbro a... ya sabes... que me veas... —el sonrojo se hizo presente de nuevo.

—¿Desnuda? —la sonrisa pícara lo hacía parecer más joven de lo que era—. Tendrás que acostumbrarte, porque pienso dormir contigo todas las noches, sin nada entre nosotros.

—¡Ben!

—¿Qué? ¿No quieres que duerma contigo?

—¡Por supuesto que quiero que durmamos juntos! —Rey estaba acalorada y más sonrojada—. Pero ¿estás seguro de que me quieres eh... desnuda, tan cerca de ti?


Unas voces le impidieron a Ben responder, así que la tomó de la mano y entraron a dónde estaban los amigos de Rey que tenían una acalorada discusión con Trudy mientras Vicrul y Cardo observaban.

—¿Qué está pasando aquí? —la voz de Ben se escuchó por encima del barbullo.

—Diferencia de opiniones, líder supremo, preferimos no intervenir.

Cardo se escudó tras Ben y Rey cuándo Trudy le lanzó el primer objeto que se encontró a la mano, que resultó ser el blaster de Poe.

—¡Ten cuidado con eso, puede ser peligroso! —reclamó desde su escondite, detrás de Ben.

—¡No es una diferencia de opiniones! —exclamó Trudy señalando a Finn y a Poe—. ¡Ellos... no quieren respetar el trato que hicimos!

—¿De qué trato estás hablando? —Rey se acercó a abrazar a sus amigos mientras veía el rostro acalorado de Trudy, en verdad estaba molesta.

—Por causa de los disturbios que hubo en el planeta a donde fui de compras, ellos no pudieron abastecerse y cómo teníamos que traer a los prisioneros, yo ofrecí darles las provisiones, allá lo habían aceptado y ahora no las quieren.

—¿Por qué? —preguntó Ben a los dos hombres que todavía veían con temor a Trudy.

—Sí, ¿por qué? —Rey hizo la misma pregunta poniéndose al lado de Trudy y cruzando los brazos sobre el pecho.

—Porque no es correcto —ahora era Poe quién se escudaba detrás de Finn.

—¡Al demonio con lo correcto! —estalló Trudy con las mejillas rojas—. ¡Aquí hay provisiones suficientes para alimentar a un planeta entero durante un año y él ni se daría cuenta si faltaran! —señaló a Ben que los veía con las cejas levantadas, nunca había visto a su aprendiz tan enojada.

—¿Eso es verdad? —le preguntó Rey a Ben que asintió y se apretó el puente de la nariz—. Vamos Trudy, tú y yo llevaremos las provisiones a... ¿en qué vinieron? —les preguntó a sus amigos.

—En el Halcón Milenario —respondió Finn, ya que era obvio que iban a perder esa discusión.

—¿Y Chewie?

—No quiso alejarse mucho de la nave, así que se quedó en el hangar.

—Vamos, Trudy, tendrás que mostrarme el camino, yo no sé ni dónde estoy.

—Rey, no creo que sea conveniente que andes por la nave sin protección —a Ben no le agradó la idea de que se alejara de él.

—Yo voy a estar con ella, maestro, no permitiré que le pase algo malo —Trudy lo miró con el ceño fruncido—, además, no la puedes tener encerrada siempre.

La Jedi que yo amoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora