La Jedi que yo amo

Un motivo para seguir luchando

Ben se quedó de una pieza, no lo podía creer, pero ahí estaba, esa pequeña perturbación en la fuerza, acarició con su enorme mano el vientre plano de Rey.

¡Voy a ser papá, voy a ser papá! —pensaba para sí, sin poder creerlo aún.

—¡Ben!

Volteó a ver a su abuelo, todavía en una nube.

—¡Espabílate, niño! —exclamó Anakin, exasperado—. Hay que sacarla de aquí, el peligro aún no termina.

Ben reaccionó a las palabras de su abuelo y se dio cuenta que no lucía cómo un fantasma normal.

—Se que va a sonar estúpido, pero ¿por qué no eres transparente?

—¡No es el momento de hacer esas preguntas! 

—Pero...

—¡Maestro!

Los caballeros de Ren que se acercaban apresurados se quedaron sorprendidos al ver al Jedi que estaba junto a Ben y al ver a Rey inconsciente temieron lo peor.

—¿Qué le pasó? —Trudy fue la primera en acercarse.

—Solo perdió el sentido.

—Maestro Skywalker —Trudy inclinó la cabeza en señal de respeto.

—Maestro hay un problema —dijo Vicrul dirigiéndose a Ben.

—¿Qué problema?

—Ese problema —señaló Anakin detrás de ellos llamando la atención de Ben.

—¿Qué demonios...?

—Darth Maul.

—¿Qué no estaba muerto, abuelo?

—Que yo recuerde, sí, encárgate de que siga así.

—¿Madre? —Ben se comunicó con Leia, que respondió al instante.

—¡Ben! ¿Están bien? —Leia, al escuchar a su hijo, casi atropella a Rose por ir a responder.

—Sí, vengan por Rey, por favor.

Los caballeros habían formado una barrera para proteger a Rey que estaba empezando a despertar.

—¿Ben?

—Tranquila, pequeña, todo está bien.

—¿Qué pasó? —preguntó confundida, estaba muy desorientada—. ¿Y Palpatine?

—Muerto —él le ayudó a levantarse ya que seguía mareada, la sostuvo con suavidad de la cintura y le pasó la mano por el vientre, gesto que no pasó desapercibido para los caballeros que se vieron unos a otros.

—Vamos, tienes que salir de aquí, niña —Anakin se acercó a tomarla de un brazo.

—¡Maestro Skywalker! ¿Qué hace aquí?

—¿Por qué son tan preguntones? —masculló Anakin.

—Sal de aquí, Rey —murmuró Ben quien no perdía de vista al enemigo—, el peligro aún no termina.

—¡No! ¡Yo me quedo contigo!

—¡De ninguna manera! —Darth Maul había empezado a atacar a los caballeros tratando de llegar a ellos.

—¡No me voy a ir sin ti, Ben!

—¡Rey, por favor!

—¡No...!

—¡Suficiente! —Anakin se acercó a Rey e igual que Ben aquella vez en el bosque de Takodana, la dejo sin sentido, otra vez, Ben se la entregó a su abuelo que la tomó en brazos y se dirigió a la salida.