No podía estar mas feliz que ahora, no podía pedir mas en esta vida. No podía pedir otro hombre como compañero.
Sonreí mirando el perfil de Damian, habíamos salido luego de una semana y media de aquel hospital, por suerte, la salud de Damian mejoro, y casi lo obligue a jurar que tomaría sus medicamentos sin importar que, que aunque se sintiera bien, los seguiría tomando hasta que un especialista considerara que había sido suficiente y que estaba preparado para dejarlos atrás.
Sonreí a nuestras manos unidas, hacia tanto que no sentía esta sensación, hacia mucho que extrañaba estar así, como mas me gustaba, entre los brazos de aquel hombre.
El proceso fue difícil. Me costo creer todo aquello que había olvidado, me costo volver a la normalidad, mi mente fue despertando con cada día, los recuerdos volaban de un lado a otro dentro de ella, haciendo que a veces tuviera un dolor de cabeza tan horrible que solo quería acostarme y no despertar hasta una semana después.
Sin embargo, aquí estaba, sonriendo le al hombre que me hacia feliz, al hombre por el cual daria todo de mi, lo poco que tenga con tal de tenerlo a mi lado, con tal de despertar cada mañana y mirarlo ahí.
Íbamos de camino a casa, y no, no a mi departamento.
Día después de que Damian despertara me pidió volver con el, me pidio no alejarme mas nunca de el y por supuesto ya me conocen, casi corri llorando a casa y meti todo como mejor cupo en las maletas. Pobre de Hank, casi le da un paro cadiaco cuando vio la cantidad de ropa, digamos que mi armario habia crecido en los ultimos meses.
El enorme porton de los terrenos de Damian nos dieron la bienvenida y no pude evitar la sonrisa que se dibujo en mis labios, Laia nos dio la bienvenida, no dudo en salir corriendo a abrazar a Damian una vez este bajo del auto.
- No vuelvas a asustarme asi muchacho - lo regaño, Damian sonrió a la vez que le devolvia el abrazo.
- Lo prometo Laia - ambos duraron unos segundos mas entre sus brazos, hasta que se separaron y ahora fue mi turno de recibir un abrazo asfixiante por parte de Maia.
- Estoy tan emocionada de que vuelvas querida - sonrio - esta siempre sera tu casa.
No pude evitar sonreir ante aquellas palabras, Damian nos miraba desde la puerta principal, con una hermosa sonrisa dibujada en sus labios.
- Yo tambien te extraño Laia - rei.
- Debes taparte los ojos - comento la mujer frente a mi, levante una ceja, mirandola con curiosidad.
- ¿De que hablas? - pregunte.
- Has lo que te digo muchacha - sin darme tiempo a protestar, Laia ya envolvia mis ojos con una cinta de algodon, la escuche reir entre dientes a mi espalda y levante las manos para tratar de agarra algo, lo que sea, odiaba estar a ciegas.
- ¿Que esta pasando? - demande. Todos rieron por lo bajo y segundos despues senti unas calidas manos rodear mi cintura, su aroma golpeo mi nariz un segundo despues.
- Quedate tranquila ¿si? - su voz era un susurro en mi oido y senti como mis hombros se relajaban - no dejare que te caigas de boca - el tono burlon en su voz me hizo saber que se estaba burlando de mi, le di un golpe en lo que creo era su pecho y el solo solto una carcajada - vamos.
Comenzamos a caminar, cada paso mas torpe que el anterior y mientras que una de mis manos era tomada por Damian la otra no dejaba de moverse frente a mi de un lado a otro, evitando cualquier cosa de la cual pueda golpearme.
Senti el cambio del suelo robusto a el liso piso de porcelana, el olor peculiar a canela y pino que siempre invadia aquella casa me golpeo la nariz, caminamos unos cuantos pasos mas ante de cruzar y seguir caminando.
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Por favor, acepta
Storie d'amoreLuego de tanto, se podria decir que la relacion entre Venus y Damian estaba en su mejor punto. Pero no se confien, ocurriran unos cuantos sucesos que la tension volvera a caer en ellos, llegando hasta el punto en que no sabran si seguir o dejar todo...