Capitulo 40

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Damian no dejaba de caminar de un lado para el otro, estábamos en la sala de esperas para entrar al consultorio de la Doctora Amanda, ya que me correspondía la ecografia del tercer mes. 

Si les había dicho hace un par de semanas que para tener dos meses y medio mi barriga era considerablemente grande, no se querrán imaginar como estaba ahora. Para mi suerte, los vómitos y los mareos se habían ido, pero mis antojos eran cada vez mas extraños y siempre eran a altas horas de la noche. 

Eso me lleva a que, anoche hice que Damian se levantara a las dos de la madrugada porque quería comer gomilonas ácidas, casi lloro cuando lo hice montarse en el auto e ir al super mercado por mis gomilonas ácidas. 

Así que, en pocas palabras no habíamos dormido mucho y hoy nos encontrábamos temprano en la clínica cuando le dije que tenia que venir a mi chequeo. 

Era la primera vez que Damian venia conmigo, la primera vez que estuve aquí, Dalha sostenía mi mano y había descubierto que tenia dos semanas de embarazo, cosa que casi me causo un infarto, cuando vine al cumplir el mes, volví a venir con Dalha, ya que Damian se encontraba en una reunión sumamente importante en la que no pudo salir temprano. 

Estoy segura que la doctora me regañara por no haber venido en el mes dos a causa de que no me encontraba en la ciudad, así que, aquí estábamos, Damian casi se mordía los codos cuando aquello era una acción imposible y yo mecía los pies adelante y atrás sentada en mi asiento. 

Era un alivio para ambos el que las nauseas y los mareos se hubieran ido, prácticamente no me dejaban hacer nada, y aunque aun sigo repugnando el pollo, al menos ya no vomito cuando lo huelo. Pero, como toda ley, si algo desaparece, algo tiene que aparecer y ese algo eran los dolores de pies y de espalda. 

Ni siquiera me  molestaba en usar tacones cuando iba al trabajo, los pies se me hinchaban tanto que cuando quería quitarme los tacones no podía, así que comencé a usar zapatos bajos o deportivos como me había indicado Peg, pero aun así los talones se me seguían inflamando de tal manera que se me hacia imposible caminar, Damian escuchaba todos los días mis quejas acerca de mis pies y mis dolores de espalda no quedaban atrás. 

Otras de las cosas que había desarrollado era la incomodidad extrema al dormir, varias noches Damian tuvo que dormir en el sofá cama que había en la habitación porque yo no dejaba de moverme de un lado a otro en la cama, buscando la posición mas cómoda para mi la cual casi nunca encontraba. 

Era horrible, si me preguntaran ahora mismo si deseaba salir de nuevo embarazada, creo que mi respuesta seria no, estos tres meses me bastaron para saber el porque y pensar que me quedaban seis meses por delante solamente me daba ganas de llorar.

- Venus Jones - la doctora Amanda se asomo en la puerta de su consultorio y me sonrió cuando con ayuda de Damian me levante de mi asiento, en silencio ambos caminamos hasta el interior del consultorio y en ningún momento Damian dejo de apretar mi mano. 

- Doctora, le presento a mi esposo Damian Patner - hablo una vez me siento en el borde de la camilla.

- Es un gusto al fin conocer al padre - sonrió y estrechó su mano junto con la de Damian en respuesta a la presentación - ¡Vaya! Esta barriga si que esta creciendo rápido - comento cuando puso su atención en mi - ¿que te parece si te pesamos? - pregunto y yo solo asentí bajando de la camilla. 

Me quite los zapatos, de tal manera que solo quede en medias y subí al peso eléctrico que ella tenia, ¡67 kilos!

- Este peso esta dañado - argumente una vez volví al suelo. 

- Bueno - la doctora me sonríe, y con un gesto de la mano me indica que suba a la camilla y me recueste - debes saber que en el primer trimestre las mujeres embarazadas suelen aumentar de uno a dos kilos, cuando pasan del cuarto mes, los kilos aumentan a tal vez tres o cuatro - mientras habla, me subo la camisa hasta dejarla al ras de mis pechos, dejando al descubierto mi vientre abultado - ¿Has estado comiendo correctamente todos estos meses? - pregunto mientra se colocaba los guantes. 

- Por supuesto que si - sonrió, la Dra. Amanda me dedica una mirada dudosa y suspiro - digamos que he salido de la dieta un par de veces - ahora era Damian quien me miraba con una ceja elevada - bueno esta bien, no la he cumplido... Es que me da mucha hambre doctora - me defiendo. 

- Come hasta cinco veces al día - dice Damian, lo miro con mala cara por rebelar mi secreto. La doctora ríe.

- Debes saber que cuando ganas kilos de mas en el embarazo, luego de tener al bebé te costara volver tu cuerpo a la normalidad gracias al nivel de grasa que hay en el - decía mientras echaba el gel frió sobre mi barriga - debes prometerme que seguirás la dieta que te escribí paso a paso - me miró - no mas comida chatarra, no mas antojos a cada minuto, no mas comidas fuera de la hora ¿Entendido? - paseo su mirada entre mi y Damian y ambos asentimos - muy bien, comencemos entonces. 

La doctora encendió el monitor que teníamos frente a nosotros, Damian sostenía mi mano y la podía sentir sudar entre mis dedos, acaricie su dorso con mi dedo pulgar y le regale una sonrisa para tranquilizarlo, la doctora presiono el aparatico que siempre ponía sobre mi barriga para ver dentro de mi y lo movió hasta que el bebé quedo por completo en la pantalla. 

Ya se podía distinguir su forma, escuche un suspiro y cuando levante la mirada, Damian miraba hacia la pantalla con los ojos brillosos. 

- Muy bien, el bebé esta mas que sano - anuncia la doctora - esta creciendo cada día un poquito mas y se ve claramente que no hay ningún problema con el, su corazón esta latiendo fuerte y sano - sonrió.

- ¿Como puede escuchar su corazón? - pregunto Damian, mirando de la pantalla a la doctora sentada a un lado de nosotros.

- ¿Quisieran escucharlo? - nos pregunto, Damian y yo cruzamos miradas por unos cortos segundos y eso nos bastó a ambos para asentir. 

La doctoro toco algún botón bajo la pantalla que nos mostraba el interior de mi vientre y debajo de la imagen apareció una linea, no escuchamos nada, pero de pronto un "tum tum" se escuche fuerte y claro. 

Sentí como se me formaba un nudo en la garganta, aquello era simplemente lo mas hermoso que pudiera haber escuchado jamas, una, dos tres, cuatros veces, los latidos de su corazón eran constantes, fuertes, sanos. 

Me preguntaba como algo tan pequeño aun pudiera hacer un sonido tan fuerte como aquel, me preguntaba si quiera como algo tan pequeño que aun no estaba formado por completo podía causarnos este amor y esta alegría tan inmensa como la que nos estaba causando ahorita. 

Damian apretó mi mano, sus ojos no se despegaban de la pantalla cuando levante la mirada para verlo, su rostro estaba brillante bajo una amplia sonrisa y sus mejillas estaban mojadas por un par de lagrimas que corrían por ella. La habitación estaba en completo silencio, el golpeteo del corazón de nuestro hijo era lo único que se podía escuchar. 

Duramos unos segundos mas así, apreciando el sonido de lo que pronto nos dará una nueva razón para vivir en esta vida, hasta que la doctora calló la maquina y nos imprimió una nueva foto de la ecografia, detrás de esta, había una hoja con las frecuencias del corazón de nuestro bebe marcadas, Damian fue quien lo recibió y se quedo mirando los papeles en sus manos como si se tratara de los mas preciado y delicado que pudiera existir en todo el planeta. 

Su rostro seguía iluminado por su sonrisa y unas nuevas lagrimas rodaron por sus mejillas. 

Felicidad no era suficiente sentimiento para describir como me sentía en estos momentos, conmoción también quedaba corta con todo lo que mi cuerpo estaba experimentando, sentía como mi corazón tronaba contra mi pecho y tuve miedo  por unos segundos que este se me fuera a salir. 

Cuando termine de limpiar el gel esparcido por toda mi barriga y me levante de la cama Damian me dedico una tierna mirada, sonreía hasta el punto en el que se formaban unas pequeñas arrugas a los bordes de sus ojos, el azul de estos de pronto me parecían mas claros y mas brillantes, la ausencia de su barba lo hacia ver mas joven y la sonrisa que dibujaba en su rostro parecía la sonrisa de un niño cuando recibía lo que quería en Navidad. 

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