—Sam, si cuentas otra vez lo de esa fiesta, juro que dormirás solo lo que te queda de vida —Lo riñó Silvia sonriendo—. No puedo creer que me convencieras de hacer esas locuras.
—Eh, no todo es culpa mía —Respondió él entre carcajadas—. No soy yo el que se apuntó a clases de danza del vientre.
—No pienso dignificar ese comentario con una respuesta. —Silvia se levantó sonrojada de la silla—. _______, ¿Quieres que te enseñe los artículos que Seb escribió en la universidad, mientras los «chicos» recogen la mesa y friegan los platos?
—Me encantaría —Respondió ella aún riendo—. ¿Ya se han ido a dormir las niñas?
—Sí, hace un rato. Sam, Seb, espero tener todos los platos y las copas limpias y enteras en unos veinte minutos. Nosotras los esperamos sentadas delante de la chimenea. —Se dirigió a _______—. ¿Vamos?
—Sí, claro.
Se levantó y siguió a Silvia hasta una habitación que hacía las veces de biblioteca y despacho y en la que había una chimenea con el fuego encendido. Silvia se dirigió a un escritorio y de un cajón sacó una carpeta azul, se sentó en un sofá y le indicó a _______ que se sentara a su lado.
—Siempre he guardado los artículos de Seb.
— ¿Seguro que no quieres que vaya yo a fregar los platos y así Sam y tú estáis un momento tranquilos a solas? —Preguntó _______ un poco incómoda por haber dejado a su anfitrión atrapado en la cocina.
—Vaya tontería. A Sam le encanta fregar platos, y así podrá interrogar a Seb sobre ti. Vamos, siéntate. Aparte de los artículos también tengo algunas fotos que quiero enseñarte.
_______ no pudo resistir la tentación y se acomodó al lado de Silvia.
— ¿Desde cuándo conoces a Sebastian?
—Desde que murió su padre, hace ya nueve años. Me acuerdo porque Alicia acababa de nacer, y a él le encantaba quedarse en su habitación, mirándola mientras dormía. —Rebuscaba entre los papeles de la carpeta—. Mira, este artículo es el primero que Sam descubrió.
________ empezó a leerlo; era fascinante la fuerza y la rabia que se desprendía de cada línea. Oyó cómo Silvia se levantaba y cogía una fotografía que había encima de una mesita.
—Esta fotografía es de ese invierno. —Se la acercó a ________—. Siempre ha sido una de mis favoritas. Sam quería que la incluyera en una de mis exposiciones, pero siempre me he negado. Es demasiado íntima, demasiado mía.
—Lo entiendo —Susurró ________ ensimismada mirando la foto. En ella, Sebastian estaba sentado en un sofá, con Alicia en los brazos. Los dos estaban dormidos y por la ventana de la habitación entraba una luz mágica que hacía que los dos parecieran igual de inocentes, igual de necesitados de protección.
—Recuerdo ese día —Explicó Silvia—. Yo volvía de fotografiar unos terneros recién nacidos y cuando entré en la habitación y los vi no pude resistir la tentación. Se veían tan dulces, tan tranquilos. Creo que era la primera vez que Seb dormía en dos semanas.
_______ notó cómo los ojos se le llenaban de lágrimas, y para relajar un poco el ambiente decidió cambiar de tema.
— ¿Eres fotógrafa?
—Sí, bueno, lo intento. —Silvia la cogió de la mano—. No te preocupes por llorar, él no ha sido capaz de hacerlo, así que está bien que alguien que le quiera llore por él.
—Ya —Susurró _______ frotándose los ojos con los puños del jersey—. La verdad es que aún no sé qué va a pasar con nosotros.
—Nadie lo sabe —Contestó Silvia—. ¿Quieres que te enseñe las fotografías que tomé de las niñas el año pasado por Halloween? Con una de ellas gané un concurso.
—Me encantaría —respondió ________ sonriendo de nuevo—. A ver si así dejo de hacer el ridículo durante un rato.
**
**Mientras, en la cocina, Sam estaba haciendo lo que Silvia había anunciado; es decir, estaba interrogando a Nathan.
—Bueno, ¿Cómo van las cosas? —Era un primer intento de acercamiento sutil y ambiguo.
—Bien, como siempre —Respondió Sebastian mientras fregaba una de las bandejas.
— ¿Como siempre? —Sam le guiñó un ojo—. Yo no recuerdo haberte visto nunca sonreír más de dos veces seguidas en la misma noche. Hasta hoy.
—Ya.
— ¿Cómo que ya? —Sam optó por abandonar la sutileza—. Hace diez años que te conozco, y es la primera vez que te veo feliz. ¿Crees que te voy a dejar escapar sin que me cuentes todos los detalles? Ni loco. Si lo hago, Silvia me mata. Vamos, compadécete de mí y cuéntamelo.
—Pues —Sebastian carraspeó—, no sé. —Se sonrojó—. Primero pensé que sólo me sentía atraído por ella, que la deseaba.
—Para, para. —Sam levantó la mano con la que enjuagaba los platos—. Piensa que tengo el corazón de un hombre de cincuenta y siete años.
Sebastian continuó como si no lo hubiera oído.
—Pero por desgracia es peor.
— ¿Peor? —Preguntó Sam sorprendido.
—Mucho peor. —Nathan fregaba los platos completamente concentrado—. No dejo de pensar en ella... No puedo dejar de pensar en ella.
—Eso no es malo. —Sam le puso una mano sobre el hombro—. Se llama amor, y cuando te acostumbras está bastante bien.
Sebastian cerró el grifo y colocó el último plato en el escurridor.
—Es que me da miedo acostumbrarme.
— ¿Miedo? ¿A qué tienes miedo? —Sam intuía la respuesta, pero quería oírselo decir.
Este se dirigió a la puerta de la cocina y colgó el delantal.
—Tengo miedo de convertirme en mi padre —Contestó sin atreverse a mirar a Sam a la cara.
Él le puso la mano en el antebrazo para poder decirle lo que pensaba de semejante estupidez, antes de ir a reunirse con Silvia y con ________.
—Seb, tú no eres tu padre, nunca lo has sido y nunca lo serás, y _______ no es tu madre. —Buscó su mirada—. Tú nunca elegirías el camino que tomó Rupert cuando Gloria los abandonó. ¿Lo entiendes?
—Lo entiendo. ¿Vamos a ver qué están tramando esas dos?
—Vamos —Convino Sam, pero estaba convencido de que Sebastian no había escuchado ni una palabra de todo lo que le había dicho
ESTÁS LEYENDO
Nadie Como Tú - Sebastian Stan y tú-
Romance______, una joven diseñadora gráfica que vive en Barcelona, se ve forzada a redirigir su carrera profesional a causa de un accidente. Aconsejada y apoyada por su familia, ______ se traslada a Londres. Su hermano Chris ha intercedido para que Sebasti...