Capitulo 58

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El DVD contenía las grabaciones de unas cámaras de seguridad, y en ellas se veía claramente cómo Clive se sentaba delante del ordenador de Sebastian y copiaba unos archivos en una memoria. Se veía incluso cómo mandaba un e-mail y luego, con mucha calma, apagaba el ordenador. En la pantalla aparecían la hora y el día de la grabación. Era el pasado lunes, justo después de que Sebastian saliera disparado de su despacho al enterarse del accidente de _______. Se puso tan nervioso, se asustó tanto, que se olvidó de que Clive estaba allí. Y ni se le ocurrió apagar o bloquear el ordenador. Dios, ¡Qué estúpido había sido! El alivio inicial que sintió al darse cuenta de que _______ no era quien le había robado el artículo, se transformó en dolor al ver lo que había hecho. Sam tenía razón: había echado de su vida a la única mujer capaz de amarlo.

Sam se sentó a su lado y empezó a hablar.

—Antes de irme a Escocia, mandé instalar un montón de cámaras de seguridad ocultas. Hay una en cada despacho, un par en las salas de reuniones y tres en la zona de los diseñadores y los editores. —Sam le puso a Sebastian la mano en la espalda—. Con las prisas del viaje me olvidé de decírtelo, y luego, cuando hablábamos por teléfono, había tantas cosas importantes que comentar que ya no volví a acordarme de ellas.

Sebastian era incapaz de decir ni una sola palabra.

—El sábado, Robert me llamó para contarme lo que había pasado con _______. —Tras una pausa, Sam añadió—: Y cuando se lo dije a Silvia, ella me dijo que era totalmente imposible. —Al ver que Sebastian levantaba la cabeza y lo miraba intrigado, continuó—: Luego te cuento lo de Silvia, ahora déjame que acabe con lo de mí «querido» sobrino. En fin, Silvia insistió en que te llamara y, al ver que no me contestabas, creí que ya estaría todo solucionado. —Sam se levantó—. Esta mañana, cuando he llegado al despacho, lo primero que he hecho ha sido revisar las grabaciones de las cámaras. Como comprenderás, ver a Clive hurgando en tu ordenador no me ha hecho especialmente feliz, pero tampoco puedo decir que me haya sorprendido. Aun así, antes de venir a verte, le he pedido a un informático que comprobara qué archivo era el que Clive había copiado, y me ha confirmado que es el del artículo de las mafias asiáticas

A Sebastian nunca le habían temblado tanto las manos como en ese momento.

—Pero... —Fue incapaz de continuar—. No entiendo nada.

—Yo tampoco, pero supongo que Clive nos lo aclarará. —Sam volvió a sentarse—. Le he «pedido» que nos espere en mi despacho. No te preocupes, Robert y Amanda le están haciendo compañía para que no se aburra. ¿Qué dices? —Le dio un golpe en la espalda—. ¿Quieres venir?

Sebastian se duchó y se vistió en un tiempo récord

Nadie Como Tú - Sebastian Stan y tú-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora