Capitulo 38

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—En ésta están guapísimas —Exclamó _______ sonriendo.

—Siempre he dicho que se parecen a mí —Contestó Sam desde la puerta.

—Ya, eso quisieras —lo pinchó Sebastian, que entró al último.

—Sam, Seb, estoy aburriendo a _______ con batallitas de las niñas. Cada vez me parezco más a mi madre. —Silvia le acercó otra caja de fotografías—. Si estás harta —Dijo dirigiéndose a _______—, podemos dejarlo.

—No, en absoluto. Me encanta ver fotografías. Mi padre también nos hacía muchas cuando éramos pequeños. Bueno, la verdad es que aún lo hace; es un poco pesado, pero vale la pena.

_______ estaba tan enfrascada con las fotos que no se dio cuenta de que Sebastian se había sentado a su lado en el sofá hasta que él empezó a hablar.

—Me acuerdo de un verano en que fuimos a la playa. Yo tendría nueve o diez años. Chris y yo estuvimos nadando y jugando en el mar durante horas. —Le acarició el pelo—. Tú estabas con una de tus hermanas en la arena, intentando construir un castillo, y vi cómo tu padre se ponía en cuclillas y les sacaba una foto. —Le acarició la mejilla—. Nunca la he visto, pero seguro que estás preciosa.

A _______ le costó encontrar la voz, pero lo logró.

—Es una de mis fotos preferidas. Cuando cumplí dieciocho años mis hermanos me la regalaron en una tela y la tengo colgada en mi habitación. ¿Cómo te diste cuenta de que mi padre nos hacía esa foto?

—Porque te estaba mirando —Contestó sin dudarlo, pero al notar que se sonrojaba, decidió cambiar de tema—. Sam, ¿Has leído los artículos que te he traído?

—No, y no pienso hacerlo. Hoy es sábado —Miró el reloj—, y ahora mismo me voy a la cama. Mañana hablamos de ello. —Le tendió la mano a su esposa para ayudarla a levantarse del sofá—. Buenas noches, _______.

—Buenas noches, Sam, Silvia, gracias por todo —Respondió ella sabiendo que Silvia entendería a qué se refería.

—De nada, buenas noches.

—Tú y yo también deberíamos irnos a dormir —Prosiguió _______, dirigiéndose ahora a Sebastian—. Creo que mañana nos espera la venganza de los piratas. —Se levantó del sofá y se dirigió hacia la puerta—. ¿Vienes?

Él levantó la vista de las fotografías que aún tenía en el regazo y no dijo nada.

— ¿Vienes? —volvió a preguntarle _______.

—Claro. —Se levantó del sofá y la cogió de la mano.

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Una vez en la habitación, ninguno de los dos sabía muy bien cómo comportarse, y _______ optó por disimular buscando la pijama y el neceser en la bolsa que aún no había deshecho. Sebastian abrió un cajón y cogió la pijama que antes había guardado.

—Voy al baño —Dijo tras carraspear—, ¿O prefieres ir tú primero?

—No, gracias —contestó _______—. Ve tú.

Ella aprovechó que estaba sola para cambiarse y para preparar la cama.

—Ya tienes vía libre —Le comunicó Sebastian cuando volvió a la habitación, ya con la pijama puesta.

—Gracias, sólo tardaré un minuto.

Él se puso las gafas y cogió un libro. Necesitaba distraerse, tenía que dejar de pensar en las ganas que tenía de hacer el amor con _______, ya que de ninguna manera iba a hacerlo con Sam y Silvia durmiendo a escasos metros de ellos. Tenía que relajarse, a ver si así lograba volver a respirar con normalidad y que la sangre le circulara por todo el cuerpo, y no se concentrara sólo bajo su cintura. Se tumbó en la cama e intentó meterse en la lectura. No tenía ni idea de lo que estaba leyendo. _______ abrió la puerta y caminó en silencio hacia la cama.

— ¿Quieres que deje la luz encendida o tienes suficiente con la de la mesita de noche? —Le preguntó a Sebastian antes de acostarse.

—Eh, no gracias. Con la de la mesilla tengo suficiente —Contestó él sin apartar la mirada del libro.

—Buenas noches, pues —Dijo ella, disponiéndose a dormir.

Pero pasados unos segundos se echó a reír ella.

— ¿De qué te ríes?

—De nada. —Seguía riéndose a carcajadas.

— ¿De nada? —Sebastian sonrió—. Vamos, _______, cuéntamelo.

—Bueno, es que —Dijo ella a la vez que se incorporaba en la cama— toda esta escena me ha recordado a mis padres.

— ¿Escena? —Preguntó él enarcando una ceja.

—Si, ya sabes, tú tan serio, leyendo, y yo preguntándote si necesitas más luz. Una escena muy doméstica. —_______ sonrió y le pasó la mano por el pelo. Sebastian dejó el libro en la mesilla y se quitó las gafas.

—Yo nunca he visto una escena así —Contestó mientras apagaba la luz.

—Ahora ya sí. Buenas noches —Replicó ella, y cerró los ojos. Sabía que él no estaba cómodo con Sam, Silvia y las niñas tan cerca.

Empezaban a pesarle los párpados cuando sintió cómo él se pegaba a su espalda y la abrazaba, creyendo que ya estaba dormida. Notó su respiración en la nuca y resultó más que evidente lo excitado que estaba. La mano de Sebastian se deslizó por su espalda hasta ir a posarse con suavidad encima de su estómago; luego él se movió hasta quedar perfectamente encajado con ella. _______ iba a darse la vuelta cuando él empezó a besarle suave y cariñosamente la nuca y el cuello. Sólo fueron un par de besos.

—_______, mi princesa —Susurró entre los besos—, tengo miedo. —Suspiró profundamente y le dio un último beso en el cuello.

_______ esperó un instante y, al ver que él respiraba cada vez más despacio, se atrevió a mover su mano hasta colocarla encima de la suya, y cerró los ojos.

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Por la mañana, Sebastian fue el primero en despertarse, y vio a _______ aún dormida acurrucada a su lado. Le encantaba verla dormir. Intentó salir de la cama, pero cada vez que se movía, ella se pegaba aún más a él, así que optó por rendirse y quedarse tumbado disfrutando del momento. Poco a poco, _______ se fue despertando.

—Buenos días —susurró aún medio dormida.

—Buenos días —contestó él mirándola a los ojos—. ¿Has dormido bien?

—Sí, ¿Y tú?

—Sí —Respondió él mientras le acariciaba la espalda—. Me gusta dormir contigo. —Bajó la cabeza y la besó.

Estaban abrazados, él le acariciaba la espalda al mismo ritmo que su lengua devoraba su labios; ella subió lentamente una pierna recorriendo la de él, para poder estar más cerca.

— ¡Seb! —Gritó Alicia entrando de golpe en la habitación y casi provocando un infarto a sus ocupantes—. Natalie y yo hace rato que te esperamos para jugar. ¿Por qué no te has levantado aún?

—Ya voy —Contestó él dando gracias a Dios por haber estado vestido en el momento de la invasión—. Ve con Natalie y yo ahora mismo voy.

— ¿De verdad? —Preguntó Alicia suspicaz—. Estás raro.

—De verdad. Y no estoy raro. —Le tiró una almohada—. Vamos, vete ya, pirata. En seguida voy.

Alicia salió riéndose de la habitación y _______, que de la vergüenza se había escondido bajo el edredón, por fin pudo respirar tranquila.

— ¿Se ha ido?

—Sí, creo que es mejor que vaya a ducharme. No se debe hacer esperar a los piratas.

—Está bien, capitán Jack.

Nadie Como Tú - Sebastian Stan y tú-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora