Londres, tres semanas más tarde.
Sebastian se pasó toda la mañana revisando los últimos detalles de la edición de esa semana."The Whiteboard", la revista en la que trabajaba, empezaba a funcionar.
Había nacido como una pequeña publicación semanal independiente que contenía tanto artículos políticos como de economía o sociedad. Pertenecía a un grupo editorial especializado en periódicos y con "The Whiteboard" querían abrir una nueva línea de negocio. En un principio, no habían escatimado recursos, pero si no tenían beneficios pronto, tampoco dudarían en cerrarla. El director era Sam Abbot, uno de los mejores periodistas y editores del Reino Unido. Sebastian llevaba años «soportándolo»; de hecho, se habían hecho amigos años atrás, cuando Sam lo rescató y le ofreció trabajo en el periódico que entonces dirigía. Cuando tomó las riendas de la revista, no dudó en confiarle a Sebastian el cargo de editor jefe. Al principio, a él le había entusiasmado la idea. Ahora seguía entusiasmándole, pero a menudo tenía la sensación de que toda su existencia se centraba en esa revista, y si algo le había enseñado su abuela era que la vida era mucho más que trabajo.
Tenía la sensación de que se le olvidaba algo, pero no lograba averiguar qué era; ¿Llamar a su abuela? No, había hablado con ella el día anterior, y quedaron en llamarse el sábado. ¿Encontrarse con Anthony en el gimnasio? Tampoco. Abrió la agenda del ordenador. ¡¡Mierda!! A las seis de la tarde, la hermana de Chris llegaba al aeropuerto. ¿Qué hora era? Las cinco y media. Se levantó de un salto, cogió el abrigo y echó a correr. ¡Vaya desastre! Era imposible que llegara a tiempo, el primer día y ya iba a quedar mal con ______. ¡Típico de él! Rezó para que el avión llegara con retraso, pero con la suerte que tenía últimamente, seguro que incluso se adelantaría.
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*______ se despidió de sus padres y de su hermano mayor —por enésima vez—. Por suerte, sus otros hermanos no habían podido ir al aeropuerto, porque si llegan a estar todos allí, tal vez no habría subido al avión. Cuando por fin se sentó en su asiento, 22 B pasillo, sacó la libreta y un bolígrafo de su bolso. Siempre viajaba con una de esas libretas negras. Bueno, la verdad era que siempre llevaba una en el bolso. A pesar de haber estudiado diseño gráfico y de ser una enamorada de las nuevas tecnologías, creía que anotar sus pensamientos en una libreta era mucho más romántico.
En ese momento podría llenar todas las páginas con las preguntas y los miedos que la inundaban. Una parte de ella sabía que aceptar ese trabajo en Londres, aunque fuera sólo por seis meses, era lo mejor que podía hacer; en Barcelona no tenía nada, y era una oportunidad única de mejorar su currículum. Pero había otra parte de ella que tenía miedo de los cambios; tenía miedo de no hacer bien ese trabajo, tenía miedo de haberse equivocado y, sobre todo, tenía miedo de reencontrarse con Sebastian. ¿Y si era aún más encantador que de adolescente y ella perdía la cabeza por él de nuevo? Empezó a escribir todo eso, y cuando la voz del piloto anunció que en diez minutos iban a aterrizar, se dio cuenta de que la cosa no era tan grave; no iba a pasar nada....
Seguro que aprendería mucho en el trabajo, haría nuevos amigos y conocería a fondo una ciudad que siempre le había encantado. Si las cosas no iban bien, siempre podía regresar. Total, Londres y Barcelona estaban a dos horas de avión, y había un montón de vuelos cada día. Esos seis meses no tenían por qué cambiar su vida en absoluto.
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*______ descendió del avión sin prisa, nunca había logrado entender a esa gente que baja corriendo, aun a sabiendas de que todos van a tener que detenerse en el control de pasaportes. Llegó a la cinta y vio que su maleta todavía no estaba entre las afortunadas, pero por suerte no tardó demasiado en aparecer y a eso de las seis y media ya estaba plantada, esperando en mitad del aeropuerto. Su hermano le había dicho que Sebastian iría a buscarla. Ella le dijo que no era necesario, que era perfectamente capaz de tomar un taxi o un autobús y llegar sola al piso de él, pero Chris le había recordado que Sebastian era su mejor amigo, y que de ningún modo iba a permitir que su hermana tuviera que hacer todo ese circuito sola.
Así que _______ empezó a observar a todos los hombres de unos 37 años que veía por allí. O Sebastian había cambiado mucho desde las Navidades o aún no había llegado. Ella hacía once años que no le veía, pero su hermano había estado con él en Roma unos días antes de las fiestas navideñas. Sólo de pensar en esa fotografía de los dos juntos, ______ se sonrojó. Debería estar prohibido que el primer chico que te gusta y te ignora se convierta en uno de los hombres más atractivos que conoces. Pero en fin, seguro que sólo era fotogénico.
Sebastian llegó a Heathrow exactamente a las siete. Una hora tarde. No sólo había encontrado tráfico, sino que además había tenido que pelearse por una plaza de aparcamiento. Se había puesto tan nervioso, que hasta había empezado a sudar, cosa que en Londres, en esa época del año, era casi imposible. Para ver si lograba calmarse un poco, se quitó la corbata, que sólo llevaba los días que tenía reunión, se desabrochó dos botones de la camisa y corrió hacia la terminal.
_______ llevaba media hora allí de pie, sin rastro de Sebastian, y al final decidió sentarse; le dolía un poco la espalda de arrastrar la maleta. Además, así podría buscar el móvil para llamarlo y decirle que ya había llegado. Tal vez estuviera esperándola en otra terminal. Pero al llegar al banco que había junto a una de las puertas automáticas se quedó paralizada.
¿Aquel chico que se pasaba las manos por el pelo e intentaba recuperar la respiración era él? Imposible. Su teoría de la fotogenia se desmoronó por completo y _______ tuvo que hacer un esfuerzo por recordarse que tenía 24 años, no trece.
— ¿Sebastian?
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Nadie Como Tú - Sebastian Stan y tú-
Romansa______, una joven diseñadora gráfica que vive en Barcelona, se ve forzada a redirigir su carrera profesional a causa de un accidente. Aconsejada y apoyada por su familia, ______ se traslada a Londres. Su hermano Chris ha intercedido para que Sebasti...