• Capítulo I • Dramas muy diversos

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La verdad, no entiendo nada.

Ayer era un chico normal y ahora me he acostado con mi mejor amigo y mi crush, todo el mundo sabe que soy gay, me he metido en un lío con mis padres y soy del club de las guapas (aunque no sé lo que eso significa, en realidad).

Delante de mí, Eld se aleja dándose por satisfecho. Y no tengo tiempo para aclararme, porque por detrás de mí llega una nueva conversación dispuesta a trastocar mi mundo.

Esta vez, en manos (o mejor dicho, en boca... así de chsitoso soy, sí) de la profesora de Filosofía:

—Oh, Baltimore, justo el alumno con el que quería hablar —dice con un tono fingido que oculta sus ganas de estrangularme.

Filosofía: la asignatura que más detesto, la profesora que más detesto. Sí, nos odiamos mutuamente y el curso es una guerra constante entre sus excusas para suspenderme y las mías para aprobar.

—¿Sí, señorita? —tengo la impresión de que me olvido de algo importante, AYUDA.

—Nuestra sesión de estudio —me explica— ¿La has preparado, verdad? No tengo tiempo que perder con alumnos holgazanes.

—Oh, por supuesto —Julian; gran persona, mejor actor.

Ella me indica que la siga hacia su aula y yo me doy cuenta de que todo está empeorando por momentos.

Metros antes de desaparecer por la puerta de la caverna de la bestia, atisbo a Eld charlando y riendo junto al tipo que me ha llamado "princesa", ambos al lado de la fuente, de la que ese wey se tiene que creer el guardián o algo así, porque vaya, no se separa ni queriendo.

Eld me mira y parece que lea que estoy en apuros (o igual estoy gritando "socorro" con la mirada sin darme cuenta) y, en un giro sorprendente de los acontecimientos, se acerca.

—¡Hola, señorita Gray! —saluda animado a la profesora, dándole un beso en el dorso de la zarpa— ¿Se ha hecho algo en el pelo? Porque está deslumbrante.

La profesora ríe por lo bajo casi coqueta y empiezan una prácticamente vomitiva conversación cortés. Así que la señora Gray es de esas, ¿eh?

—Estaba a punto de darle una clase a Julian —explica la señora, haciendo que yo regrese al planeta Tierra— No le va tan bien en Filosofía como a usted, ¿sabe?

—¡Oh, Julian! —Eld se vuelve hacia mí con una mirada obvia de énfasis, y creo que nos entendemos— ¿Qué clase de problemas tienes con la asignatura?

—Creo que es falta de estudio —me invento rápidamente, intentando llegar a lo que me interesa— Pero no tengo tiempo. Por ejemplo, esta tarde tengo que recoger el coche de mi padre de retención. Solo es un Peugeot 306, gris y con un espejo totalmente negro, pero le tiene mucho cariño. Así que es urgente —añado alzando las cejas.

—Entiendo —Eld se para un momento a pensar, pero parece que es bueno nientiendo, porque enseguida vuelve a la carga—: ¿Tienes el atrezo que te pedí?

—Oh, sí —es tan bueno que saco el "atrezo" con demasiada emoción. Le tiendo mis llaves y mi cartera, supongo que no debería darle todo eso a un desconocido, pero de perdidos al río, ¿no?— Ahí está todo lo que necesitas, incluso los papeles.

—Señor Baltimore, ¿no considera un poco imprudente ir dando a cualquiera sus pertenencias? —interviene la señora Gray.

Y yo sé que tengo que dejar que lo diga Eld:

—No son reales, señorita, son decoración —explica sin perder la sonrisa— Es que aquí el amigo es todo una artista —me da una palmada en el brazo— Bueno, yo ya me voy. Ha sido un placer —y se aleja tan campante.

EL CLUB DE LAS GUAPAS [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora