• Capítulo VIII • Consecuencias y principios

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Viernes.

Aún no me han demandado, no me han matado para venderme en el mercado negro, no formo parte (al menos no oficialmente) de ninguna secta, no estoy en la cárcel y aún conservo mis extremidades y (creo) mi cordura.

Tengo más ganas que nunca de que llegue el sábado para descansar de la vida, sobretodo porque... Bueno, no estoy seguro de que Cleo vaya a hablarme.

Así que el mundo prácticamente se me ilumina cuando ella se acerca a mí antes de primera hora:

—Tengo un cotilleo muy suculento y NECESITO comentarlo contigo en el patio —anuncia dramáticamente.

Yo asiento, justo antes de que suene el timbre, y me dirijo a mi clase. A primera hora tengo Taller de Laboratorio, una asignatura que nunca se hace pesada: hacemos trabajos en vez de examen, no copiamos mucho y las actividades son divertidas, amenas.

Estoy sentado a primera fila y a mi lado se sienta una chica con el pelo castaño oscuro de la cual, sinceramente, y aunque sea un poco incómodo, no recuerdo el nombre. Por su parte, Chris y Jason se sientan juntos al final de la clase y no paran de hacer bromas y burlarse de la profesora, que casi siempre los termina echando.

Pero hoy las cosas son diferentes.

Parece que Jason y Janet se han enrollado en algún momento, así que la chica ocupa el lugar que corresponde a Chris.

—¿Vais a hacer manitas? —se burla él.

—No es mi culpa que solo puedas gustarle al marica —responde Jason socarrón, ganándose una colleja de Chris.

—Parad de una vez, los dos —ordena la profesora— Christian, siéntate aquí, al lado de Laia.

Laia ocupa la segunda y última de las mesas de primera fila. Siempre se sienta sola y su cara al saber que Chris va a ocupar el hueco a su lado no es precisamente de alegría.

—No pienso ir a primera fila —se niega él.

—Pues vas a hacerlo —la profesora se cruza de brazos— No tengo tiempo para discutir contigo, Deller, y teniendo en cuenta como han caído tus notas últimamente, tú tampoco deberías.

Christian pone los ojos en blanco, aunque no creo que vaya a rendirse: él jamás pierde, no se cansa de pelear, y mucho menos si es por su popularidad. Lo acompleja un poco ser el miembro más reciente de los "guays" del instituto y siempre está buscando el modo de impresionarlos.

Como, por ejemplo, retando a una profesora o metiéndose con el maricón de la clase.

Y si puede ser todo a la vez, mejor.

Chris se acerca a mi compañera de pupitre y carraspea para llamarle la atención:

—¿Te apartas? —pregunta en un tono muy poco considerado.

La chica frunce el ceño, pero la expresión de Chris no admite réplica: se levanta, coge sus cosas lo más rápido que puede y se busca un sitio.

Christian se sienta a mi lado, desparramando con elegancia todo su cuerpo y todas sus cosas hasta ocupar todo el espacio posible.

Se oyen comentarios y risas al fondo de ella clase, que lo hacen sonreír con expresión triunfal.

—Aquí a primera fila estoy bien, ¿no es así, señorita? —finge estar preguntando con educación, aunque su expresión lo delata: realmente disfruta ser el centro de todas las miradas.

La profesora me mira apretando los labios y finalmente asiente con la cabeza y empieza la clase, seguramente para evitarse problemas y para no perder más tiempo.

EL CLUB DE LAS GUAPAS [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora