• Capítulo XXVIII • La fiesta, tercera parte

15 2 3
                                    

Como es común cuando un grupo de adolescentes escucha un chillido tan horripilante como ese, en menos de medio minuto todos (o si no todos, sí la inmensa mayoría) los asistentes a la fiesta se han reunido en el punto en el que se ha escuchado el grito: una de las habitaciones al fondo del pasillo que hay subiendo las escaleras.

Eld se separa de mí en algún punto, arrastrado por la marea de gente que intenta encontrar una posición en las primeras filas para enterarse de que pasa y, con suerte, sacar alguna foto.

Empiezo a sentirme agobiado y a plantearme apartarme de la masa para tomar aire (total, ya me enteraré del cotilleo más tarde), pero tan casualmente como me ha separado de Eld, la multitud me reúne con Cleo.

—¡Julie! —exclama ella agarrándome tan fuerte que me araña la piel a través del traje— ¡Justo el tipo alto al que quería ver! ¡Ven!

Pienso en decirle que iba a irme, pero ciertamente ella no me deja más opción que dejarme arrastrar hasta la pared interna del pasillo, en una posición desde la cual puedo ver la escena. Y mis ganas de enterarme se triplican al ver que quien ha chillado es nada más y nada menos que Lyn.

—¿Qué es lo que ves, oh, alto? —Cleo me pide el informe.

—Es Lyn —contesto, inclinándome para ver si escucho algo.

Al parecer ella no está diciendo nada, no ha dado ninguna explicación, pero parece al borde del colapso y eso me preocupa lo suficiente para que empuje a todos y consiga ver qué pasa dentro de la habitación de la que Lyn ha salido chillando.

La respuesta tiene un autor evidente: Adán. Él  y sus amigotes están tumbados en los sofás, bebiendo de botellas grandes de alcohol directamente, tomando pastillas e incluso esnifando los restos de lo que parece que en principio era una buena cantidad de coca.

El mayor de los Lewis se levanta algo desorientado, probablemente comprendiendo que es su novia la que ha chillado y nos ha reunido a todos alrededor de su escenita a lo Narcos adolescente.

—¿Qué pasa, nena? —pregunta intentando rodear los hombros de la chica con su brazo, hecho que estoy a punto de impedir interviniendo, pero eso no es necesario cuando Lyn lo aparta asustada e incluso un poco asqueada.

—¿Desde cuando te... haces esto? —pregunta ella.

—Por Dios, nena, esto no cambia nada —siento ganas de golpearlo en la cara cada vez que dice "nena", sobre todo cuando lo dice arrastrando así las palabras, en tono completamente ebrio.

—Claro que lo cambia, Adán —Lyn niega con la cabeza y se aleja unos pasos— No puedo estar con un drogadicto, yo...

—¡Estábamos muy bien durante todo este tiempo! ¡¿Crees que va a ser diferente porque lo sepas?! Sé como hacerte perfectamente feliz, nena —asegura él, cada vez más furioso... y peligroso.

Lyn mira a todo el público que se ha reunido a su alrededor y se muerde el labio inferior.

—Lo hablaremos en otro momento —concluye finalmente— Cuando estés sobrio, si es posible.

—¡¿Lo habéis oído chicos?! —Adán se dirige a sus amigos y le da un trago a la botella que se ha llevado consigo— ¡¡Ya no tenemos que disimular!! ¡¿No es mi novia la mejor del mundo?!

El corro de chicos empieza a chillar como babuinos, se levantan, se golpean entre ellos y salen caminando, abriéndose un pasillo entre la multitud con facilidad, ya que la mayoría de los invitados son niños que se ven intimidados ante unos universitarios borrachuzos... y no es para menos. 

—¡Espera, Adán! —lo llama Lyn— ¿Dónde vas?

Sorprendentemente, él se da la vuelta e incluso responde:

EL CLUB DE LAS GUAPAS [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora