• Capítulo XXIV • Mucho que confesar

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—N-no tienes que responder si no quieres —digo rápidamente al ver su expresión dolida.

—No es eso... —Eld sonríe un poco, aunque su sonrisa es tan falsa que me dan ganas de golpearlo— Realmente quería contártelo, pero este sitio —mira a un lado y al otro— igual no es el más indicado.

Joder, es verdad. Mira que soy tonto, eh...

—Sí, lo siento, que violento —me disculpo efusivamente soltando su mano para hacer la señal internacional de "ups soy idiota discúlpame plis".

—Te digo que no necesitas disculparte, en serio —asegura él, pero vuelve la cabeza, así que no puedo ver su expresión...— Solo con escuchar mis traumas estúpidos ya me haces feliz.

—No son estúpidos si te afectan —me cruzo de brazos para reafirmar la seriedad del asunto.

—Muy lindo —él carraspea y, tras una pausa dramática que me recuerda a Cleo, inicia su relato— Adán y yo nos conocimos cuando yo tenía catorce y, por tanto, él dieciséis. Tuvimos una muy cercana relación a escondidas de todos porque él estaba en el armario. Para mí, él fue el primer chico que me gustó y también la primera persona por la que sentí algo más, o eso creía. Duramos unos seis meses. Incluso nos acostamos una vez... fue mi primera vez —Eld sonríe sarcásticamente al recordarlo, su mirada amarga me dice que cosas malas pasaron... y luego gira aún más la cabeza, maldito cuello de búho— Poco después de eso no pude evitar contárselo a mí madre, hablarle de lo muy feliz que era y... con quién. Entonces mi madre me habló de su amante casado y descubrí que había conocido por él al padre de Adán —él se ríe— Resultó que era un chico bastante...raro. Él solía beber y drogarse y, además de obviamente serme infiel, no era siempre como yo creía. Prácticamente estaba... loco.

—No tenías porque soportar algo así, ¿lo sabes, verdad? —le pongo una mano en el hombro.

—Ahora lo sé, aunque me costó aceptarlo e incluso tenía pesadillas —le da un escalofrío y se ríe de sí mismo.

—¿Y Adán que hizo? —inquiero— Perdona si fueron muchas preguntas...

—No lo son, ya que estamos, te lo cuento hasta el final, ¿no crees? —él se gira hacia mí, sonríe de una forma algo más genuina y retoma el relato— Evidentemente después de aquello me alejé de Adán. Yo... ni siquiera hablé con él. Estaba destruido y enfadado. Pero cuando él se enteró no pudo aceptarlo. Montó un berrinche y se peleó con su familia, con mi madre e incluso intentó forzarme a volver. Luego su familia solucionó las cosas como suele hacer: se mudaron, pero Adán no me quería dejar en paz, me buscaba, me acosaba y me chantajeaba. Una vez amenazó con lanzarse por un edificio si yo no me acostaba con él. Cada cierto tiempo siempre hacía alguna "trampa" para intentar "conquistarme".

—Que jodido —comento sin saber qué decir.

—Lo era —él se ríe— Como se nota que soy el de letras, ¿eh?

—¿Porque eres estúpido? —digo en tono inquisitivo.

—¿Lo ves? —se hace el indignado— ¿Te abro mi corazón torturado y así es cómo me lo pagas?

—¿Lo siento...? —intento sonar convencido sin éxito.

—Me lastimas, querido —se lleva la mano al pecho exagerando, aún más cuando empiezo a reírme.

—Está bien, por una vez seré un buen ermitaño y te daré un abrazo —digo rodeándolo con los brazos.

Él corresponde al abrazo y me da un suave beso en la mejilla antes de separarse y revolverme el cabello. Mi cuerpo chilla que le pegue porque no puede ser bueno para mi pobre corazón acelerarse así... pero, solo por esta vez, me contengo.

EL CLUB DE LAS GUAPAS [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora