• Capítulo XXI • Rayar diamante

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Es martes y he decidido que solo voy a volcarme en apoyar a Cleo en su noruptura con su nonovio.

Parece que ella realmente ha hecho amistad con Eld así que él llega a darle sus bendiciones y consejos con helados para los tres.

Yo cojo el helado de chocolate aunque es el favorito de Eld, pero él dice que lo permite porque "soy adorable" así que sí, estoy a punto de estrellarle el helado en la cara pero no lo hago porque el chocolate es simplemente demasiado delicioso y preciado para estar por su careto estúpido.

Eld dice muchas vergas raras y chistes sexuales que hacen reír a Cleo y yo se lo agradezco, aunque internamente porque se vería estúpido que le dijera: "oye gracias por animar a mi mejor amiga porque mi humor es demasiado pesimista para estas situaciones".

—Por cierto, tienes que estar libre para mañana —me anuncia Eld.

—¿Por? —pregunto jugando con el palo del helado, que ya he devorado.

—Liv nos invita a su casa a probarnos un montón de ropa gratis para la fiesta, a todo el Club —explica él.

—No sé si me apetece... —quiero negarme porque es ridículo que yo vaya a fingir saber de moda, mucho más de ricos, cuando ellos se bastan solitos para cuidar de Lyn.

—A ella le gustará que vengas —pide Eld.

—¿A Liv? —pregunto confundido. No creo que yo le caiga especialmente bien.

—No, tonto —Eld sonríe— Me refiero a Lyn. Le encantan estas cosas y por algún motivo también tú —me saca la lengua, burlándose como un chiquillo de tres años, así que le bufo.

—¿Insultándome crees que vas a convencerme, bobo? —me quejo cruzándome de brazos.

—Owww, ¿quién es un pequeño bebé sensible? —Eld me habla como si fuese un niño pequeño y me soba las mejillas.

Lo golpeo y le hago cosquillas hasta que suplica por su perdón y achaca todo a su personalidad cambiante y retardada.

—Que sepas que iré, pero no gracias a ti, pendejo —anuncio después de torturarlo a placer.

—No importa el motivo sino que podré verte con esmoquin y pajarita —asegura él.

—Creo que te asesinaré —mi predicción es sincera.

Me entristece bastante que suene el timbre del final del recreo y que, mientras Eld y Cleo se van juntos charlando animadamente a clase, yo tenga que irme solito al mismo salón donde está Chris.

Porque sí, las cosas vuelven a estar tensas.

No quiero culpar a esa dependienta pero aún menos a mí mismo por permitir que Chris se acerque sabiendo lo que siento por él, así que... bueno, lo siento, chica extraña.

Al menos sonrío un poco al encontrar uno de los sobres de mi admirador secreto en la mesa. No es una presentación demasiado trabajada, aunque no faltan los corazones y la letra forzadamente perfecta.

«Querido Julian:
No sé cómo decirte esto sin que
sepas quién soy...
El otro día me ayudaste muchísimo
de una forma tan sutil que creo
que ni siquiera te diste cuenta de lo que para mí significó.
Sé que te lo pagué mal,
pero eso no cambia lo que siento por ti.
Yo te amo, y espero que,
algún día,
pueda decírtelo a la cara y tal vez
incluso salir juntos.
Solo de imaginarlo ya soy extremadamente feliz.

Firmado,

Nadie»

Realmente tengo curiosidad por quién sea esta persona, aunque supongo que es mejor no presionarle a desvelarse, sea verdad o no lo que dice en sus cartas, las cuales estoy guardando por respeto y porque, seamos sinceros, hacen reír.

EL CLUB DE LAS GUAPAS [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora