• Capítulo XIX • Le dicen desaparecido

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El lunes no fue un día alegre, aunque creí que podría mantener mi buen humor... pero los lunes nunca te permiten eso.

Nada más llegar al instituto, noto que Cleo está ansiosa, no del modo feliz que la caracteriza, sino mal:

—Lo de Jay me está matando —se cubre la cara con las manos— No puedo ni verlo, lo he bloqueado en todo lo que puedo y aún así no pilla la indirecta...

—Tenéis que hablarlo —le aconsejo. Sé que igual es un poco insensible, pero con Cleo en estos temas es necesario ser directo— Dile que no quieres más con él... Tiene sentimientos por ti, así que alargando el asunto solo lograrás que los dos os hagáis más daño.

—Es que me siento mal... —murmura— Y también tengo miedo.

El timbre que indica el inicio de las clases suena así que, muy a mi pesar, tengo que despedirme de Cleo. Me molesta dejarla sola, sobretodo sabiendo que va a la misma clase que Jay: no sé lo que él es capaz de hacer.

Aunque, por otro lado, confío mucho en Cleo.

Chris no llega a tiempo a clase a primera hora. De hecho, ni siquiera aparece.

Debería estar aliviado por no tener que enfrentarme a él, pero la verdad es que me preocupa que le haya pasado algo, sobretodo cuando escucho cierta conversación entre Jason y su hermano:

—¿Otra vez pensando en Deller? —es la burla del mayor— Pareces un maricón, tío.

—No, bro... Es que no sé si está jodido, es raro que faltara... —responde Jason.

—Venga, no te rayes, tío

—Tienes razón, bro —concluye Jason encogiéndose de hombros y silbándole a una chica.

Apreto los dientes furioso: ¿y él es su mejor amigo?  Tengo que poner toda mi fuerza de voluntad para no saltar a preguntarle todo lo que sepa de Chris.

Seguramente lo único que conseguiría sería que alguien me llamara "marica" y si eso un ojo morado.

A la hora del patio me escondo con Cleo en la parte de atrás del gimnasio, una zona prohibida donde el resto de días de la semana puedes encontrar a parejitas comiéndose la boca y lo que no es la boca. Por suerte los lunes nadie tiene ánimo ni siquiera para eso.

Aparto un condón usado para sentarme al lado de Cleo. Quiero prestarle atención y consolarla mejor, pero gran parte de mi mente está ocupada con otra cosa: Chris aún no se ha dejado ver por el instituto.

Al final Cleo toma una decisión:

—Mañana quedaré con Jay en mi casa y le diré lo que hay —anuncia.

Yo le choco, ambos tratamos de parecer emocionados y ninguno lo consigue demasiado.

—¿A qué hora te vendría bien? —me pregunta.

—¿A mí? —estoy patidifuso— ¿Por qué?

—Te necesito, por favor —suplica— Él ni siquiera sabrá que estás, solo ven un poco antes, hazme entrar en razón y vigila. Y cuando lo eche abrázame y dime qué estará bien.

Hago una pausa, pero soy incapaz de negarme si ella dice que me necesita.

—¿Cuatro y cuarto? Así le dices que venga a y media... —sugiero.

—Vale —ella respira hondo— Hoy le pasaré una notita en clase.

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Toca Taller de Laboratorio y estoy aún más distraído y preocupado si cabe que el resto del día. Saber que Christian habría estado a mi lado si llega a venir a clase está definitivamente embotándome los sentidos y atrofiándome el cerebro.

EL CLUB DE LAS GUAPAS [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora