• Capítulo XVI • Círculos

20 2 4
                                    

Un puñetazo en la cara de alguien a penas produce un ruido, pero en ese momento una bomba atómica podría haberme causado menos impacto que aquel golpe.

Estoy asustado.

Me da miedo que Eld esté enfadado (sinceramente no creía que eso fuese posible), me da miedo la mirada violenta de Chris, me da miedo que esté borracho y no sepa lo que hace, me da miedo absolutamente todo. Sí, podría decirse que soy un cagado.

—Como si fuese nuevo —murmura Chris, alzando torpemente el brazo para devolverse.

Antes de saber lo que estoy haciendo, me pongo en medio de la pelea, abriendo un gran espacio entre los dos, con un brazo extendido hacia cada uno.

—¡PARAD! —me sorprende que en un momento tan serio e importante no me haya salido un gallo— ¡Sois amigos! No podéis pegaros, joder... ¡Además, Eld, ¿le pegarías a un borracho?!

—Creo que también ha caído alguna raya de coca —comenta Chris.

—Gracias por tu aportación —murmuro.

—Aparta, anda —Chris se ríe y me baja el brazo que había acercado a él de un tirón.

—No —ya que Eld parece tranquilo, me pongo delante de él, mirando hacia Christian— Si quieres pegarle tendrás que golpearme a mí. Y no lo harías, no le pegarías a tu mejor amigo, ¿verdad? Tú. Lo. Juraste.

Él se ríe. Ya, yo me siento igual de ridículo invocando una promesa que hizo cuando tenía nueve años a un borracho, pero merece la pena intentar algo.

—Algún día verás que él no es tan de fiar como crees —advierte Christian, antes de dar varias vueltas sobre sí mismo y largarse en cualquier dirección.

Cuando al fin gira la esquina me doy cuenta de que he estado conteniendo la respiración durante un rato, así que suspiro hondo. Creo que me voy a desmayar si no decido hacer nada más, así que empiezo a caminar hacia mi casa.

—¿Qué haces, Julian? —pregunta Eld a gritos— Es muy tarde. Deja que te lleve en el coche.

Empiezo a caminar más rápido y él suspira y me persigue. Acelero el paso.

—¡Súbete al coche, por favor! —no sé por qué no quiero, aunque sé que llegaré muy tarde a casa si no lo hago.

Eld me sigue persiguiendo, así que empiezo a correr, pero él también lo hace. De un momento a otro esto se convierte en una persecución épica de correr y saltar por encima de ancianas y gente que pasea a sus perros.

Estoy tan concentrado en no ahogarme que no veo el cruce, ni el coche, y cuando escucho el pitido es demasiado tarde para apartarme.

La buena noticia es que alguien me agarra y evita que me aplasten, abrazándome con fuerza como si fuese un niño que se ha perdido. La otra buena noticia es que se trata de Eld.

¿Por qué huyes de él entonces?

—Por favor, ven conmigo —pide Eld, hablándome al oído— Es tarde y no quiero que un Bryan te apuñale. Siento haberle pegado a tu querido Christian Cullen —sus disculpas a medias me hacen reír— pero no creo que su carita se deforme así que puedes estar tranquilo. Solo no puedo dejar que empiecen a insultar otra vez a todos los del Club por esto.

—No es justo que lo consigas todo haciendo chistes estúpidos —protesto.

—Venga, sabes que lo hice por una buena razón —Eld deshace nuestro abrazo y extiende un brazo hacia mí— Ven en el coche y no dejes que tus padres se preocupen.

Sonrío y levanto la mano para coger la suya, pero de pronto me doy cuenta de las personas alrededor y dudo de si será lo mejor. Eld simplemente reacciona ante mi momento de duda y me agarra la mano. Se siente cálido y seguro, pero aunque lo siga no puedo evitar quejarme:

EL CLUB DE LAS GUAPAS [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora