• Capítulo XXXV• Él

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—Lo siento —murmuro— Nunca te he odiado y de hecho he estado convencido de que te amaba durante mucho tiempo... pero de repente no sé qué coño me pasa, que ya no quiero esto. Dios... suena tan egoísta... de verdad que lo siento...

—Eres tú el que tiene mucho que perdonarme —él suspira— Te he molestado, insultado y he tirado nuestra amistad como si no valiese nada, cuando en realidad era tan importante. Prometo que a partir de ahora haré las cosas bien, empezando por disculparme cuánto haga falta, pero no en este momento... no, ahora deberías estar hablando con Eld.

Mi corazón se acelera al escucharlo y noto como mi rostro se pone rojísimo.

—¿Seguro que estás bien? Tampoco quiero lastimarte... —murmuro, pero él solo sacude las manos como diciendo "ve, anda".

Y yo ando, no, corro.

Atravieso corriendo el vestíbulo del instituto sin importarme que los alumnos con malas notas que se han quedado para hablar de pendientes me miren como si fuese una especie de brócoli andante y estoy a punto de ser atropellado por una ambulancia al salir del instituto. Me acerco al coche de mi tía, meto la nariz por el trozo de ventanilla que ha dejado abierta y chillo algo como:

—¡¡VOY A HACER UNA COSA NO ME ESPERES!! —aunque casi seguro que la mitad no se ha entendido.

Sin embargo, no espero ni un segundo y sigo corriendo rápido. La mayoría de la gente ya se ha ido y, aunque no sé si Eld está entre ellos, sí sé que va a tener que ir a su casa sí o sí, así que lo encontraré allí.

No tengo ni idea de cuándo empecé a querer a esa diva de cabello rizado más que a Christian, tal vez solo es un capricho o que en cuanto alguien me presta atención y es bueno conmigo más de tres días seguidos ya me estoy arrodillando (PARA PEDIRLE MATRIMONIO GUARRAS); o tal vez estaba tan obsesionado con recuperar mi amistad con Chris que ni llegué a quererlo y al tener a Eld de amigo estoy sufriendo lo mismo.

Como sea, si soy tóxico que esto se vuelva la puta Chernóbil 2.0, pero debo saber si Eld siente lo mismo, si su "suposición" es la realidad, si me odia o me qui... es realmente imposible que él me quiera...

Después de todo lo que le dije, debo estar corriendo hacia un rechazo sin remedio. Aunque yo llegase a gustarle, fui un cabrón al decir que lo odiaba. Va a odiarme... pero prefiero escucharle decirlo, aunque duela, antes que vivir en la incertidumbre de nuevo.

No tengo mucho tiempo y no es el mejor ambiente para concentrarme, pero aún así intento montar algún discurso ni muy cursi ni muy tímido, algo bonito... y, entonces, algo me golpea con fuerza.

No, no me refiero a un pensamiento: se trata de un golpe físico, real.

Unas manos fuertes me cogen de la camiseta y me meten en un callejón, estrellándome contra la pared. Trato de enfocar la cara del atacante y, no sin cierta sorpresa, descubro que es Jason.

—Hola, maricón —murmura. Tal vez no debería sorprenderme tanto.

Estudio mis posibilidades detenidamente: podría resistirme, pero no puedo vencerlo y seguramente solo acabaré más lastimado; tampoco veo muy probable que él entre en razón, seamos serios; tal vez mi única oportunidad sea algo de ayuda externa, sí, chillar estaría bien, pero nada más abro la boca un fuerte golpe me quita las ganas de hacerlo.

—Ni se te ocurra, princesita —gruñe Jason— Como chilles, te juro que te arranco esa lengua tuya de comepollas, ¿me has entendido? Nadie va a ayudarte...

Que mierda de mundo es este, en serio... ¿Es que voy a acabar apalizado en un callejón por un puto homófobo de mierda?

—Jason —alguien habla entre dientes desde la entrada del callejón, visiblemente cabreado, aunque no puedo ni verle la cara desde donde estoy.

EL CLUB DE LAS GUAPAS [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora