Sintomas de la locura en Privet Drive

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Vernon Dursley se acomodaba en su sillón favorito listo para ver las noticias de ese día, sobre el mundo, que para él era el único que existía. No hablaba del raro de su sobrino y solo miraba el reloj, quería asegurarse de que aquel chico que escuchaba a escondidas no llegara tarde.
Un muchacho estaba acostado sobre el pasto verde de la casa de los Dursley, viendo al cielo fijamente y pasando un buen rato de tranquilidad.
Aquel muchacho de cabello negro, ojos verde esmeralda, lentes redondos y ropa algo grande para él era aquel al que llamaban: El niño que Vivió.
Aclamado en años anteriores por el mundo mágico y apenas unas semanas atrás, acusado de traidor, mentiroso y asesino. Lo cuál algunos (la mayoría) creyeron y otros solo rieron ante tales ocurrencias.
Lo que más le dolía de los "Ignorantes" como les llamaba él, era que dos de los Ignorantes, habían sido sus amigos por cuatro años, pero en el último y pasado año, habían dudado de él todo el tiempo.
Sabía que estaban juntos.
Que Ron y Hermione ahora estaban muy contentos sin él y sin ir a Hogwarts, al menos Ron, Hermione seguramente estaba ocupada diciendo a todo mundo el gran mentiroso que era el famoso Harry Potter.
Ron le había lavado bien el cerebro, pensó Harry y ni siquiera Viktor Krum había dudado de él.
Lo peor era que estaba sin noticias, solo podía escuchar las noticias muggles que su tío Vernon escuchaba en la tele con un enorme bote de helado.
Harry se preguntaba si habría alguien más inútil y gordo en el mundo, aparte de su tío Vernon.

Dudley era otra historia, ahora el gordo primo Dudley se había convertido en Big D, un chico fuerte y robusto, la misma cara redonda y rosada y los mismos gestos. Solo que para Harry parecía un cerdo no muy gordo y con "músculos" todo lo contrario a él.
Harry era delgado y no muy musculoso,  al menos hacia algo de ejercicio cuando buscaba periódicos en la basura. Si no, juraría que estaría en su cama deprimido y igual a su tío Vernon, con un bote enorme de helado.
  Sonrió pero luego recordó que bebe fingir que llega a casa. Se arrodillo con cuidado y caminó en cuatro patas. Pero se pegó en la ventana de la cocina de tia Petunia. Pegó un chillido y una mano gorda lo jaló del cabello.
–¿Con que sí eh Potter? ¡Anda! ¡Metete en la casa!–gruñó tío Vernon.
Harry se levantó y maldijo su suerte. Luego se sobó la cabeza y camino a la casa. Tia Petunia le abrió la puerta y le lanzó una mirada fría.
–Solo comerás pan y agua por ese descaro.
–¡No! ¡Petunia!–gritó tío Vernon.
Harry pegó un brinco al escuchar a tío Vernon tan alarmado.
–¿Pero que pasa?
–Recuerda que tiene a ese delincuente de familiar...
–Oh sí–dijo Tia Petunia con miedo.
Miraron a Harry que se limitó a solo mirarlos seriamente, aguantando las ganas enormes de reír.
–¡Cenará otra vez con nosotros!–exclamó Tío Vernon como si le diera una enorme alegría esa parte.
Harry odiaba eso y por eso habló:
–No les pasará nada si solo me voy a mi habitación, quiero que coman tranquilos. Ya que mi presciencia les molesta tanto, no me molesta irme a comer a mi habitación.
Petunia asintió contenta como si Harry fuera un genio por primera vez y Vernon solo hizo un gesto afirmativo con la cabeza.
–Ven Potter, te dare la cena–señaló tia Petunia y se limpió las manos en el mandil de flores naranjas chillón que llevaba puesto.
Harry fue y su tia le dió una ensalada de papa con pollo y un pan duro. Luego le dió el agua y Harry subió a su habitación.
Después escuchó un leve llanto y bajo solo un poco a escuchar.
–Mi cachorrito va a tomar el té...–murmuró–. Estoy tan orgullosa de él.
Harry rodó los ojos.

Esa mentira de Dudley ya era vieja, él odiaba los tes y usaba eso para librarse de comer con sus padres e irse de fiesta. Harry sonrió al recordar que una vez llego hasta las cuatro de la madrugada; al llegar no supo donde se metió y se quedó dormido en la bañera y al despertar tia Petunia soltó un grito al verlo ahi acostado con una enorme resaca. Dudley era algo borracho a veces o molestaba a algún chico del vecindario.
Pero para tia Petunia era el muchacho mas recto del mundo, responsable, amable y cariñoso.
Harry hacia un esfuerzo para no comer, pero las tripas le gruñían y no había desayunado, así que hizo un esfuerzo y se comió todo lo que le dió tia Petunia.
Desde que se enteraron que Sirius Black era su padrino y un supuesto asesino, lo trataban mejor, tenían miedo de que apareciera en su puerta algún día.
Harry gruñó. Terminó de comer y dejó salir a Hedwig un rato.
Luego se acostó y se quedó ahi viendo a la ventana.
Nostalgia. Eso le daba al ver esa ventana. En segundo año tenía barrotes y Ron y los gemelos la habían salvado.
Pero claro que esos recuerdos solo eran eso, recuerdos de aquella vieja amistad.
–¡Harry Potter!–gritó tip Vernon.
Rodó los ojos y bajo corriendo saltando el último escalón.
–¿Sí?
–¿Sabes que demonios es esto?–preguntó señalando un periódico viejo.
–¿Un periódico?
–Pues este...«periódico» dice cosas sobre...sobre...
–Ya dilo Vernon–dijo Petunia.
Harry miro a tío Vernon aún sin entender.
–¿Sobre...qué?
–...tu gente Potter, habla sobre tu estúpida raza–dijo Tío Vernon con odio.
–Nosotros no somos una raza–murmuró Harry y Tío Vernon lo taladró con la mirada.
–No me rezongues Potter–amenazo con el dedo en forma de salchicha.
–No solo eso Potter–dijo tia Petunia–. Eres una vergüenza.
Tío Vernon me dió el periódico a Harry y él lamentó haberlo leído:

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