El grito del vociferador

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Era la señora Figg.
La anciana amante de los gatos que vivía enfrente dela casa de sus tíos. Con la que en años anteriores iba a tomar el te y contaba historias aburridas de sus gatos.
¿Que hacia ella ahí?
–No guardes la varita Harry–repitió–. Hay que estar alerta.
–¿Qué...que hace aquí? Usted es muggle se supone que...
–Oh, no soy muggle Harry, soy una squib, no puedo hacer magia–dijo la señora Figg–. Anda, hay que llevar al gordito de tu primo a casa y te tienes que encerrar ahí dentro.
–¿Cómo...?
–Dumbledore me pidió que te vigilara.
–¡Dumbledore!  ¿Conoce a Dumbledore?
–Claro muchacho–dijo–. Le dije a Mundungus Fletcher que te vigilara bien o ese maldito ladrón...ese pelón odioso..,no sabe que pasara agora que le cuente a Dumbledore, estará muy molesto.
–¿Había más? ¿Me estaban vigilando?
–Después de todo el rollo del año pasado ¿crees que te dejaría solo? Hay querido Harry, me dijeron que eras listo.
–Señora Figg...¿usted sabia?
–Claro que sí–dijo mientras cargaba la comida para gatos en un carrito–. Pobre de ti Harry, cargar con tu primo gordo, pero bueno, se que eres fuerte y me gustaría ayudarte pero ya estoy anciana.
–Estoy bien. Pero me echaran en cuanto vean que paso, creerán que yo lo hice.
–Oh estoy segura de que eso no sucederá, Harry, vendrán a buscarte muy pronto ya verás. Ahora estas en grave peligro, puedo sentirlo–dijo mientras veía el cielo–. Pero ese Mundungus solo era un vagabundo, no se de donde demonios lo sacó Dumbledore.
Llegaron a la casa y Harry sentía que se desmayaría en cualquier momento.
–Ahora entra y quédate ahí, no salgas por ningún motivo.
Harry caminó y la señora Figg regresó a su casa pero lo vigiló antes de entrar a la casa, pas asegurarse de que Harry si entrara.
Cuando entró, la señora Figg también lo hizo.
–Mi cachorrito ¿eres tú?
–Sí...aquí esta Dudley–dijo Harry cargando a Dudley y tia Petunia se levantó al instante.
–¡Vernon! Rápido Potter acuéstalo aquí–dijo tia Petunia y se hizo a un lado para que Dudley se sentara en el sillón que ella antes ocupaba,
Dudley tenía los ojos desorbitados y Harry tenía la intención de mentirles, pero Dudley lo señaló cuando tío Vernon pregunto:
–¿Quién te hizo esto hijo?
Harry estaba perplejo, su primo si que era un idiota y tal vez ni se dió cuenta, pero le salvó la vida.
Dudley estaba muy pálido y se podia decir que su cara redonda y rosada ya no era de ese color. Estaba verde. Toda su cara era de un verde muy pálido.
Quien lo viera pensaría que esta loco. Tenía los ojos desorbitados mientras tia Petunia que estaba a su lado le daba abrazos.
–Tú–dijo tío Vernon con desprecio–. Ahora si lo lograste...¡ahora si lo lograste!–Harry quería replicar pero calló al momento–. ¡Mira espero que estes contento ahora si dejaste a nuestro hijo loquito!
–¡Vernon no digas eso!
–Pero míralo Petunia, nuestra hijo se volvió loquito.
–¡Yo no lo hice!–exclamó Harry.
Vernon lo taladró con sus pequeños ojos y su cara de foca se puso roja.
–Eso es lo último que toleraré ¡te irás de esta casa!
–Yo no lo hice fueron...
En eso llegó una lechuza del ministerio, Harry vio que dejo caer el sobre y que tia Petunia soltó un chillido.
Ti Vernon no se acercó siquiera y solo puso cara de pocos amigos. Harry tomó la carta, pero esta estaba tan caliente que Harry la aventó lejos de él.
Vio como la misma se devoraba y comenzaba a abrirse y luego a flotar.

Al señor Harry James Potter:
Se nos ha informado que usted ha realizado el encantamiento Patronus en presencia de un muggle en un area infestada de muggles y como castigo, por usar la magia inapropiadamente por ser menor por tercera vez. Se le ha otorgado la expulsión del colegio Hogwarts de Magia y Hechicería.

Con mis más sinceros saludos.
Mafalda Hopkins.

Al momento en que dejo de hablar aquel vociferador gritón, Harry vio la carta hecha pedazos con furia.
Luego tío Vernon soltó una carcajada.
–Justicia.
–¡He dicho que no fui yo, los dementores nos atacaron a Dudley y a mi!–dijo Harry molesto a mas tres personas que estaban frente a él.
Tía Petunia soltó un chillido seguido de un grito ahogado y tío Vernon solo miro a Harry sin saber de que hablaba.
Luego se giró hacia tía Petunia y le preguntó:
–¿Tu sabes de qué habla este muchacho, Petunia?
La tía asintió. Luego observó a Dudley y después a Harry que estaba perplejo.
–Una vez escuché que el inútil de Potter le decía algo a ella, hablaron de esos...dementores...algo sobre una cárcel y cosas de sus locuras–respondió con asco.
–Son dementores, fantasmas que protegen la cárcel para los malos de mi raza, como han dicho y a ellos no les importa a quién atacan, solo te sacan el alma.
–¿Y no hiciste nada para evitarlo? Digo según tu eres muy poderoso o ¿no?
Lo hice. Utilice un hechizo que conozco bien para lograr salir vivos.
–¡Pero Dudley esta loquito!
–¡Vernon! ¡Chist!
–De todas formas muchacho, estoy pensando seriamente en que debes irte...¡ay!
Una lechuza entró volando nuevamente a la sala de los Dursley y la carta cayó a los pies de tia Petunia quién soltó un chillido, ya que la lechuza, con sus enormes ojos ámbar la miraba fijamente.
Con mucho cuidado, tia Petunia tomó la carta y la abrió con sumo cuidado, Harry esperaba que la leyera en voz alta para entender. Entonces ella se puso seria de golpe y vio a Harry y después la carta y se volteó a ver a tío Vernon quien esperaba ansioso.
–Se debe quedar Vernon–dijo.
–¿Pero...? ¡¿Qué?!
–Así es, creo que no podemos dejarlo ir–dijo arrastrando las palabras.
La lechuza se fue y Harry solo vio a sus tíos. Tia Petunia estaba algo seria y abrazaba a Dudley que estaba muy muy pálido.
–Mmm...eso...–dijo tio Vernon señalando a Harry con su dedo–...no es justo. ¡Mira!–señalo a Dudley–. ¿Que hiciste?
–Le salve la vida–aclaró Harry–. Y ahora me expulsaron por hacer eso. Si no hubiera hecho el encantamiento estaríamos muertos los dos. Antes deberían agradecer que lo salve.
–Oh, tu no nos vas a decir nada. Agradece Potter, que te dejamos estar en nuestra casa otra vez–dijo tío Vernon señalando la casa con los brazos.
–Pues no precisamente de muy buena gana–dijo Harry con amargura.
Tío Vernon frunció el ceño y observó a Harry con odio.
–¿Y que hacían esos...esos...?
–¿Dementores?
–¿...por aquí? No se supone que no deben llegar hasta estos rumbos ¿eh?
–Yo no tengo todas las respuestas, lo que si se es que es obra del que mató a mis padres–explicó Harry con toda la calma que pudo por que sabia que su tío de todas formas no iba a entender.
–¿Te sacan el alma, dices?
Harry asintió y tío Vernon se giro a ver a Dudley.
–Entonces no se la sacaron ¿verdad?
–Estaría muerto–dijo Harry–. A mi ya me han atacado varias veces y se cómo se siente.
–¡Ay mi Dudley! ¡¿Como te sientes?!–dijo Tia Petunia.
Dudley negó y empezó a temblar.
–Toda...se siente...frío...que todo en el mundo es gris...que...que...mis peores recuerdos y peores miedos vuelven...se siente que revivió lo peor–dice mientras los labios le tiemblan.
Harry hasta quiere aplaudir de que su primo no sea tan estúpido como el creía.
–¡Llevémoslo al hospital!–exclamó tío Vernon–. Si lo que dice este muchacho Potter...es mejor que lo atienda un especialista.
–Ay sí sí...ven cachorrito...vamos a que te pongas bien–dijo tía Petunia y ayudó a Dudley a levantarse.
Harry rodó los ojos, eran demasiado exagerados.
Salieron de la casa con mucho sigilo. Harry los vio entrar al auto y voltear a todas direcciones por su algún vecino se asomaba.
–No salgas Potter–ordenó tío Vernon.
Luego de señalarlo con el dedo parecido al de una salchicha pálida, cerró la casa y subió al auto con cautela.

Harry los vio alejarse hasta perderse y luego caminó a la casa y tomo un vaso de agua.
Se sentó a pensar en lo triste que era su situación y luego se levantó y subió corriendo a su habitación.
Cuando llegó golpeó todo lo que se puso en su camino, todo, paredes y hasta los muebles.
No era posible que lo hayan expulsado de esa forma tan repentina sin siquiera escuchar como fue todo.
En ese momento odió al mundo mágico y a cualquiera que le estuviera haciendo eso.
Harry se sentó con furia en la cama y golpeó la mesa junto a su cama que tenía la imagen de sus padres.
La levantó y Hedwig se puso nerviosa ante tal comportamiento.
–Perdóname Hedwig–dijo Harry con tristeza a la lechuza blanca como la nieve que estaba a su lado.

Se sentó en la cama y luego se levantó, bajó las escaleras y volvió a subir. Estaba tan nervioso que no estaba pensando con claridad.
Los aurores llegarían y destruirían su varita, Voldemort se reiría de él y luego lo iría a matar de la forma más sencilla del mundo y no tendría con qué defenderse. Además de que su varita era muy especial para él. Sin ella estaba perdido.
Ahora sí seria la burla de todo el mundo mágico y no lo sabría.
Harry no deseaba que eso pasara y rogaba que eso Dumbledore lo pudiera evitar.
Entonces solo se quedo en la cama, sin esperanzas, con un dolor de cabeza enorme y con ganas de darse con la lampara muchas veces para castigarse como hacia Dobby.
¿Pero que no se supone que el ministerio controla a los Dementores?
¿Por qué tenían que ir a Little Whinging, precisamente a Privet Drive?
O eran acciones de Voldemort que tenía contactos en el ministerio o alguien no lo quería en Hogwarts y lo quería expulsar aparentemente.
Si se ponía a pensar, había pocas personas que tal vez sí apoyaban a Dumbledore y a él. Con el mundo tan cambiado, Harry ya no sabia quien estaba de su lado.
Se recostó en la almohada y se puso a pensar en mil maneras de esconder la varita y que no se la quiten o rompan.
Pero nada llego a su cabeza, excepto mucho sueño.
Se recostó y luego se quedó dormido.

Se encontraba de nuevo en el cementerio y todo parecía en cámara lenta; Cedric Diggory cayendo muerto, asesinado por Colagusano por ordenes de Lord Voldemort, el cual había vuelto a la vida esa misma noche.
Luego vino a su mente Cedric «Llévate mi cuerpo y entrégaselo a mi padre»
Le dolió mucho ver a Amos Diggory a lado de su hijo muerto cuando Harry llegó por la copa que resultó ser un traslador. Sintió las lagrimas en sus ojos y comenzó a sudar.
Aquellos pasillos y una puerta negra que no conocía...
Luego la voz de Hermione en su mente como una canción «¡¿Como pudiste?! ¡Mataste a Cedric Harry! ¡Eres un asesino! ¡Y no, no ha vuelto! Enloqueciste» llegaron a su corazón como dagas que no podia quitarse de encima.
Incluso las palabras de Ron «Que mentiroso eres Harry, claro que lo hiciste, siempre buscando la fama»
No quería recordar las horribles palabras que le dijo después cuando vió que llegaba con el cuerpo de Cedric.
Empezó a llorara y a sentir que veía a Voldemort a los ojos fijamente, Harry trataba de encontrar su varita pero no lograba hacerlo y se odiaba.
Al momento en el que disparaba el hechizo hacia Voldemort este se convertía en Cedric.
Luego veía a sus padres caer muertos a sus pues y a Cedric de igual forma.
–¿Por qué?–decía Harry a punto de perderse.
Sintió el dolor de los cruccios sufridos aquella vez y la cicatriz que Voldemort hizo en su frene ardió tanto que se llevó la mano a la frente y luego al tratar de abrir los ojos, solo logró que estos se pegaran más, impidiéndole hacer algo.
La piel de la serpiente se resbalaba por su cuello y ahora veía a aquella chica que estaba arrodillada en el piso con una serpiente en su cuello.
Harry la vió, luego trató de ir por ella y fue entonces cuando levantó su mano y ella le lloraba y suplicaba. Un rato verde salió de su mano varita y la mato.

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