Sujeto: Harry Potter desmiente la verdad

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Remus y Tonks junto con Ojo loco Moody llegaron a cenar y la señora Weasley estaba contenta y no tanto de tener a más invitados.
Harry no había ayudado pues estaba con la excusa o mas bien excusa de Sirius de que debía descansar para estar listo al día siguiente.
Cuando escuchó ruidos bajó al instante y ayudó a la señora Weasley quien acepto su ayuda y puso la mesa junto a Blake y Ginny.
Hermione, Ron, Fred y George se hallaban en la pequeña sala platicando con Remus, Tonks y Moody, Sirius no decía nada y solo se concentraba en pensar en la vista de su ahijado al día siguiente. Si pudiera hacerlo hasta le conseguiría uno de eso abogados muggles.
–Terminamos mamá–anunció Ginny con entusiasmo.
–¡Ya pueden venir!–gritó la señora Weasley.
Harry y Blake como de costumbre se sentaron al final de la mesa y luego Remus y Sirius se sentaron con ellos.
Arthur Weasley estaba contento jugando con el avión y se lo enseñaba a Moody quién solo asentía y fingía interés, aunque la verdad si le parecía algo interesante.
–Mañana esperamos que tengas suerte Potter–dijo Moody.
De pronto Harry era el tema de conversación y eso no le gustaba. Por su lado Ron y Hermione murmuraban cosas, los gemelos le hacían muecas y los demás solo lo miraban con lastima, menos Blake quien le sonreía como si ya hubiera ganado.
–Espero–dijo Harry.
–El señor Weasley te llevara mañana por todas las calles muggles de universo hasta llegar al ministerio–dijo Remus.
–Queríamos que tuvieras más seguridad–dijo Tonks.
–Pero–añadió Remus–. Sería bastante extraño que un grupo de...bueno, nosotros, llevara a un muchacho–dijo con una sonrisa–. La gente nos vería raro y la idea es; no llamar la atención.
–No me parece mala idea–dijo Harry.
–Que bueno.
Siguieron comiendo y luego Harry se sintió mas nervioso.
Sentía que la comida había perdido el sabor y que estaba a punto de desmayarse.
–No te mueras Harry–le dijo Blake con una palmada en el hombro.
Harry se reincorporó y siguió comiendo aunque había perdido el apetito.
Solo pensaba en la audiencia y la vista de mañana. No podia pensar en otra cosa.
–Te expulsaran Harry, lo merece por mentiroso–dijo Ron cuando Harry subía detrás de los gemelos para irse a dormir.
Harry solo bufó y entro a la habitación con los gemelos.
Pero alguien tocó y entró y sacudió a Harry.
–Mucha suerte si mañana no te veo. Aunque no creo que necesites mucha–dijo Blake y le desordeno el cabello y salió corriendo.
–Es rara la chica–comentó Fred.
George le dirigió a Harry una sonrisa picara.
–Oh Harry tienes a varias chicas comiendo de la palma de tu mano.
–Claro que no–dijo Harry con una sonrisa malévola y le aventó la almohada a George y luego se arrepintió ya que tuvo que levantase por ella ante las carcajadas de ambos gemelos.
Se durmió con la esperanza de que esas mariposas de nervios se alejaran de él.

Se levantó con algo de trabajo, la señora Weasley lo había despertado y le había dejado la ropa que usaría ese día ya planchada. Ya que él día anterior le dijo que usara lo mejor que tenía y eso era muy poco. Pero si tenía algo.
Pero obvio le prestó algo mas la señora Weasley o arreglo la ropa que él le dió con magia. Ya que cuando se vió al espejo vio que no era la misma que le había entregado.
Llevaba unos pantalones negros y una camisa azul marino, un saco algo grande y trató de peinar su cabello pero le era imposible hacerlo.
Bajo con cuidado sin despertar a los gemelos o a los demás y vió a la señora Weasley y al señor Weasley parados junto a Sirius.
–Harry es hora de irnos–dijo el señor Weasley–. Es mejor llegar temprano.
–Buena suerte Potter–dijo Sirius.
–Cuídate Harry–dijo la señora Weasley y le dió un abrazo y luego le dió un beso a su marido en la mejilla y los acompaño hasta la puerta.
Harry y el señor Weasley caminaron por las solitarias calles de Londres pero llegaron muy pronto a donde todo siempre estaba en movimiento ahí en el centro de la ciudad Harry dudaba de que algún día esas calles estuvieran solas.
Siguió al señor Weasley y luego tuvieron que bajar a la estación del metro.
–Ingeniosos estos muggles–le dijo a Harry quien apenas sonrió por los nervios–. ¡Trenes subterráneos que increíble!
Luego llegaron a una escalera eléctrica y el señor Weasley se agarraba de ambos lados para no caerse.
Pasaron por unas barras en donde tenías que usar ma tarjeta y no supo usarlas, pero Harry le enseñó cómo y también al comprar los boletos le explicó sobre el dinero muggle.
Cuando bajaron del tren el señor Weasley parecía comportase más normal.
Lo condujo hasta una cabina telefónica y ahí dijo:
–Jamás he usado la entrada de servicio–Harry solo sonrió.
Marcó unos números y Harry escuchó la voz de una mujer;
–Ministerio de magia ¿cual es su asunto?
–El señor Harry Potter tiene una vista disciplinaria–respondió el señor Weasley y entonces la maquina sacó un gafete con el nombre de Harry–Póntelo Harry–ordenó el señor Weasley.
Harry se lo puso y de pronto sintió que la cabina telefónica se estaba hundiendo. Cuando en realidad iban apara abajo como si fuera un elevador que sube y baja.
Cuando llegaron Harry vio asombrado al ministerio de magia.
–Bienvenido am ministerio de magia–dijo la voz de la misma mujer de la cabina telefónica.
Había chimeneas a ambos lados del pasillo de pisos verdes y magos y brujas salían e iban a diferentes lugares así como llegaban al ministerio.
Se detuvieron y Harry hizo lo que el señor Weasley le indicó, el guardia de seguridad los inspecciono y luego los dejó ir.
Caminaron por los pasillos y Harry veía magos y brujas que a veces lo reconocían y lo miraban.
Pero el ministerio era muy increíble, tenía vidrios y ventanas por todas partes; había una enorme estatua de un mago encima de una fuente y había un enorme cartel de Cornelius Fudge, ministro de magia.
–¿A donde vamos señor Weasley?
–Te llevaré a mi oficina Harry–responde–. Tenemos una hora antes de la audiencia.
Harry no dijo nada y solo siguió al señor Weasley.
Llegaron a un elevador y este se hizo para atrás.
Harry vió asombrado a los aviones de papel que volaban cerca de él y también se metían al elevador.
–Ahora ellos nos traen los mensajes, antes usábamos lechuzas pero ensuciaban mucho–explicó el señor Weasley.
En eso entró un mago negro y Harry lo reconoció, Kingsley Shakelbot,
Se acercó al señor Weasley y le dijo:
–Cambiaron la audiencia de Harry Potter.
–Ah, que tramposos–dijo el señor Weasley.
–¿Que pasó?–preguntó Harry.
–Cambiaron la audiencia.
–¿Cuando es?
–En cinco minutos–respondió el señor Weasley y el elevador se movió.
Kingsley miró a Harry y le sonrió a manera de apoyó. Entonces Harry supo que debe pretender que no lo conocía.
Luego el elevador dijo:
–Departamento de misterios, audiencias, vistas disciplinarias...
–¡Ah! Aquí es Harry, bajemos–dijo el señor Weasley.
Bajaron a un pasillo oscuro, Harry sabía que había visto ese pasillo oscuro y fue cuando cayó en cuenta de que era el pasillo con el que había estado soñando.
Camino junto al señor Weasley y luego vio con odio a Lucius Malfoy quien le decía algo al ministro.
Harry pensó que era sobre él y que intentaba sobornar al ministro para que lo expulsara de Hogwarts.
Harry lo sabía por la forma en que el señor Malfoy lo vio y la cara del ministro al verlo.
El señor Weasley lo tomó del hombro y lo dirigió hacia una puerta que estaba abierta.
Harry respiro ondo y sintió que las manos le temblaban.
–Aquí es–dijo el señor Weasley y miro a Harry quien parecía no querer avanzar.
–¿No viene conmigo?
–No me permiten entrar, pero tranquilo, seguro Dumbledore ya debe estar ahí–le dijo el señor Weasley y le dió un empujón–. Suerte Harry.
Harry volteó y le hizo una mueca que trato pasar por una sonrisa despreocupada. Pero estaba tan nervioso que sus pasos eran temblorosos.
Se acerco a la puerta y entró.

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