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12;

"Dime qué soy yo para ti
Si actúas así solo conmigo o no.

Hace tres meses todo iba bien,
pero al final yo me enamoré.

Yo no sé qué pasa
Pero me doy miedo.
No sé qué hacer,
¡ayúdame!"

Amaia - Quedará en nuestra mente

***

— No bebemos.—anunció Gar, mientras observaba al hombre de cabellos rojizos echarles un chupito de un vodka llamado Smirnoff.

Se encontraban en Star City, concretamente en un viejo piso desordenado y sucio que olía demasiado a alcohol. Se trataba del piso del superhéroe “Arsenal” o, actualmente, conocido como “Flecha Roja”, uno de los mejores amigos de la infancia de Dick y Donna. 

Los dos aprendices de heroes, Gar y Rachel, habían acabado allí mientras le seguían la pista a un villano muy escurridizo que después de semanas de investigación lograron enlazar con una serie de ataques contra la ciudad del vigilante Roy Harper.

Todo a espaldas de Dick, ya que el líder, ni en un millón de años les hubiera dejado ir solos.

Roy Harper era un hombre de más o menos treinta años o poco más, su cabello era castaño rojizo y sus ojos eran de un verde analítico y profundo. A pesar de ser de joven edad, el vigilante estaba mucho más estropeado que Dick y Donna, llevaba la barba sin afeitar y su rostro parecía que padecía una resaca permanente, cosa que no le hubiese extrañado a ninguno de los dos adolescentes ya que era obvio que se trataba de un alcohólico empedernido.

Además, cabía decir, que Harper era un hombre bastante excéntrico.

— Sí.—se excusó la chica con una sonrisa educada mientras rechazaba el pequeño baso con forma de cilindro.— Somos menores, además.

— ¡Por favor! Acabamos de salvar el mundo.—exclamó el hombre mientras negaba con la mano de manera exagerada.— Esto se merece una celebración, vosotros os la merecéis.— Ante las palabras del excéntrico pelirrojo, ambos se miraron para después asentir con una sonrisa, Roy amplió la suya mientras alzaba el pequeño vaso y dijo con una solemnidad exagerada:— Por atrapar a los culpables.

Tanto Gar, como Rachel imitaron al adulto que tenían ante ellos y con una sonrisa cohibida alzaron también los vasos.

— Por atrapar a los culpables.—repitieron ambos al unísono.
Y se bebieron de un trago aquel contenido.

Ninguno de ellos estaba acostumbrado a beber alcohol, era algo que ocurría rara vez y siempre que lo hacían era porque Jason los convencía y además lo hacían en secreto y a espaldas de Dick, ya que si Grayson se llegaba a enterar le daría un ataque cardíaco, aunque primero intentaría matar a Jason por darle bebidas alcohólicas a sus jóvenes protegidos. 

Una vez dejaron los vasos sobre la mesa, Harper cogió de nuevo la botella y se dispuso a llenar de nuevo los vasos para realizar otro chupito.

— Ah, no, no, no podemos.—exclamó Rachel repetidas veces, su voz aún estrangulada por el calor del alcohol en su garganta.

— Sí, tengo que conducir de vuelta a San Francisco.—dijo el chico de pelo verde, coincidiendo con ella. 

— ¿Conducir?—preguntó el hombre extrañado.— ¿Os vais esta noche?

— Eh… bueno… Dick no...—empezó Rachel mientras miraba a su amigo quien al igual la estaba mirando, sintiéndose un tanto incómodo por la actitud del adulto.