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"Love bites,

so do I."

***

A pesar de su cuerpo de joven adulto y una fuerza descomunal, además de ciertos conocimientos que venían implantados en su cerebro, Conner tenía el cerebro de un bebé. Había muchas cosas que Conner no entendía del mundo y desconocía, por ejemplo no entendía que se pudiera pagar con un trozo de plástico que le habían dicho que se llamaba tarjeta de crédito ni entendía el porqué la carne hasta que no se cocinará no estuviese buena, no obstante, a pesar de que casi no entendía nada de las cosas que ocurrían a su alrededor tenía bien clara una cosa y era que adoraba con todo su corazón a su familia, los Titanes, y lo que más le dolía en el mundo era verlos heridos ya fuese de manera psicológica o física.

El chico siempre que veía una lágrima o una herida, ya fuese una herida de bala o un corte en un dedo se preocupaba de sobremanera, por aquella razón cuando un día estaba entrenando con Rachel y vio una especie de heridas rojas y amoratadas en su piel su cabeza se empezó a obsesionar con que la chica de cabellos morados estuviera herida, pero ella no se quejaba así que después de hablarlo con Dick, quién le dijo que se preocupaba demasiado y que aquello era normal ya que eran héroes, Conner decidió dejar el tema y luchó por dejar de preocuparse por la chica.

Y lo hizo, hasta aquella noche.

Se encontraban cenando y hablando animadamente, todo iba de maravilla. Hasta que Rachel apartó un mechón de su cabello de su cara y lo colocó detrás de las orejas, en ese momento lo vió.

Eran dos pequeños moratones situados en la parte de atrás de la oreja y el cuello. Aquello le hizo sentir como la preocupación se acomodaba en la boca de su estómago. Los moratones cerca de la cabeza eran peligrosos, ¿no? Por muy pequeños que fueran, las heridas o golpes en la cabeza eran peligrosos, eso lo tenía claro. Eso hizo borrar su sonrisa de repente mientras miraba fijamente aquellos moretones con desconfianza, ¿por qué Rachel tenía tantas heridas? se preguntaba. ¿Estaba bien?

— Conner, ¿estás bien?—preguntó Gar al ver su cambio en su expresión mientras miraba fijamente aquellas marcas en la piel blanca de Rachel. Ante aquellas palabras la conversación en la mesa paró por completo y todos los ojos se centraron en Conner quién seguía mirando fijamente a Rachel.

El chico de cabellos azabaches negó con la cabeza repetidas veces mientras acentuaba el puchero de sus labios.

— ¿Por qué tiene Rachel tantos moratones?—preguntó con voz triste.— ¿Está bien?

Ante su voz triste y preocupada, Rachel dibujó una tierna sonrisa, no obstante, confundida.

— ¿Qué moratones?—preguntó ella.

— Hace unos días te vi unos moratones en el hombro—explicó sin borrar la expresión preocupada de su rostro.—y ahora tienes dos moratones en el cuello, ¿te han hecho daño?

Al momento que soltó aquellas palabras las mejillas de Rachel se tornaron color escarlata y su mirada se situó en la persona que tenía en frente, Gar, quién se encontraba con la cabeza gacha bebiendo agua sin decir nada. Sin embargo, los ojos del resto de los Titans se centraron en Rachel, bueno más bien en las pequeñas marcas que había en su piel, mientras ella intentaba tapar los dos pequeños moratones de detrás de su oreja con una de sus manos.

— Parecen mordidas.—dijo Rose, quién había alzado el trasero de la silla para mirar de cerca las marcas, llevaba una sonrisa en los labios, como si aquella situación debiese ser divertida, aunque Conner no entendía qué había de divertido en qué alguien hubiese mordido a Rachel, así que miró al resto de sus compañeros para ver sus reacciones.

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