moments;

49;

"You're ripped at every edge
but you're a masterpiece
And now you're tearing
through the pages and the ink."

Halsey - Colors.

***

Finalmente lo encontró solo en la sala de entrenamiento. El aire del ambiente era pesado, como si las lágrimas de Gar se evaporaran e hicieran que el aire de la sala de entrenamiento pesará más. Muchísimo más.

Sabía que Gar, había escuchado sus pasos, tranquilos y suaves pero constantes, él siempre los escuchaba, lo escuchaba todo; sin embargo, permaneció en una especie de estado catatónico mientras ella entraba en el espacio, sus ojos fijados en el suelo frente a él, sus manos, metidas dentro de los reconfortantes confines de las mangas de su sudadera, como si aquello le evitara mirarlas, le evitara mirar las causantes de toda aquella desgracia que había golpeado al equipo. No levantó la cabeza cuando se deslizó al banco que estaba a su lado, ni siquiera la miró de reojo, solamente escondió la cara compungida y dolorosa; el corazón de la medio demonio se hundió ante el dolor del cambia forma.

Ella se acercó a él, con cuidado como si fuera un pájaro que se iba a escapar volando si se acercaba demasiado.

Todavía nada. Como si su presencia no fuera nada, el chico siguió en su trance de culpa y dolor. Rachel quería que parara, quería estar con él y apoyarlo, pero sobretodo quería que volviera el chico de sonrisa alegre y amable, quería reconfortarlo y protegerlo del dolor, como tantas veces había hecho él con ella. 

En silencio, lo rodeó con un brazo, su pulgar rozando el final de la nuca, una caricia que más que deliberada parecía un accidente, finalmente apoyó su cabeza en su hombro. Al momento sintió cómo se tensaba ante su roce, como si quisiera alejarla, no obstante únicamente cerró los ojos con fuerza y dejó que las compuertas de su interior se abrieran, las lágrimas comenzaron a deslizarse por sus mejillas, los sollozos ahogados empezaron a escapar de sus labios y el corazón de Rachel se rompió por completo y de repente lo notó, notó como las emociones de Gar la bañaban y casi la ahogaban en aquel mar de culpa.

De repente, se aferró a su cuello y hundió por completo su cara en su clavícula, como si estuviera preocupada de poder ahogarse en su tristeza por completo. A pesar de como la abrumaban las emociones de Gar, se permitió sentirse sorprendida; sus poderes se habían alterado desde la derrota de Trigón; su capacidad para captar los sentimientos de forma tan completa era un talento que creía haber perdido para siempre, no obstante, era como si estás estuviesen escondidas detrás de un muro, un muro que había caído de golpe en el momento que Gar la había necesitado, a pesar de estar sorprendida, aquello no le extraño ya que Gar siempre había encontrado la puerta a su alma abierta de par en par, aquel pensamiento la puso nerviosa.

Con un suspiro cerró los ojos para evitar que unas lágrimas escaparan de sus ojos; de repente la culpa que la ahogaba se vio teñida por una nueva ola de vergüenza.

—No tienes que avergonzarte, Gar.—susurró. Dudó durante unos instantes; ¿se habría cuenta él de que ella había leído sus emociones deliberadamente? Y, de ser así, ¿le molestaría eso?

Gar no respondió, únicamente resopló mientras las lágrimas seguían cayendo, seguía tenso, seguía avergonzado y seguía sintiéndose culpable. En un mero intento de aliviar todo aquel huracán de dolor, la chica de cabellos morados bajó su mano para tocar la de él, como anteriormente él había hecho con ella la primera noche que estuvieron en la Torre, después de la derrota de Trigon, la noche donde él le brindó todo el consuelo que ella tanto anhelaba y ella como agradecimiento construyó un muro entre su corazón y el mundo.