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Desperté porque algo en mi cuello hacía cosquillas. Abrí mis ojos y me di cuenta de que esa no era mi caravana.
Giré mi rostro y vi a Sam desnuda, boca abajo, al otro lado de la cama. Ni siquiera recuerdo qué pasó anoche.

Aparté su brazo en mi cintura con cuidado, me levanté de la cama y busqué mi ropa.
Una vez vestida, admiré la espalda de Sam y el tatuaje de una mariposa en su espalda baja y salí de su caravana.

Atravesé el Pueblucho y entré en mi casa, ansiosa por beberme un litro de agua entero.
Desgraciadamente sólo quedaba media botella, me bebí lo que quedaba de ella.

Me tiré en el sofá y miré el techo casi podrido de mi caravana. Suspiré sonoramente y casi salto del sofá cuando vi a Diego salir de la habitación.

-¿Qué haces aquí? -le dije.

Estaba despeinado, rascando su barriga desnuda y con cara de querer morirse.

-Me dejaste tu, dijiste que dormiriamos juntos porque iba demasiado borracho como para ir hacia mi casa. -dijo apoyándose en la pared.

Me quedé pensando, no recuerdo nada.

-Pues he dormido con Sam, y ponte unos pantalones anda, sabes que odio ver tus gallumbos de superhéroes. -le dije riendo.

-¿Una noche movidita? -dijo abriendo la nevera y volviéndola a cerrar.

-No lo recuerdo. -contesté.

-Tu cuello me dice que si. -dijo señalándome.

Rodé los ojos, maldita Sam.

***

Después de una ducha y cambiarme de ropa, recogí mi pelo en una cola y me vestí con mis típicos vaqueros negros, una camiseta de manga corta blanca y mi chupa de cuero. Até bien mis botas y salí hacia la choza de Osborn.

-¿Qué hay jefe? -dije entrando al interior.

-Oh, hola Judith, llegas en buen momento. -me dijo sentado en su sofá.

-Ilumíname. -contesté sentándome a su lado.

Pasó su brazo por en el respaldo del sofá y me miró con una sonrisa.
Osborn me recordaba a Negan de The walking dead, pero con barba y sin el bate.

-El cliente de ayer ha quedado impresionado por la calidad de la cocaína, y es raro, pero me ha pedido otro cargamento. ¿Podrías llevárselo tu por mi?

-Eh... si, hoy no tengo nada que hacer. -contesté cruzando mis piernas. Me pareció raro que después de ese pedazo de cargamento pidiera más.

-Genial, gracias. -contestó.

Esperé a que se levantara y fuera a darme las llaves de su camioneta, pero no lo hizo.

-Y tu, ¿qué opinas de la cocaína de ayer? -me preguntó.

-Me dejó tal colocón que ni recuerdo lo que hice. -dije riendo.

El también rió, su risa era grave.

-Te pareces tanto a ella... -me dijo acercando su mano a mi mejilla.

-¿A qui-quien? -pregunté nerviosa. Osborn nunca me tocó la mejilla.

-A tu madre. -respondió.

El corazón me dió un vuelco y me levanté del sofá antes de que acariciara mi mejilla.

-No me parezco en nada a ella, y no vuelvas a mencionarla. -dije firme.

Osborn soltó una risa muy desagradable y se levantó, cogió unas llaves que estaban sobre una mesilla y me las tendió.

A bullet in my chest | Billie EilishDonde viven las historias. Descúbrelo ahora