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-Genial, buen trabajo chicos. -Osborn se levantó del sofá, le devolví las llaves de su camioneta y se dirigió hacia un estantería.

De su bolsillo sacó una llave y abrió un pequeño cajón.
Contó unos cuantos billetes, separó en dos partes y nos entregó nuestra recompesta a Diego y a mi.

-Gracias Os, ¿nada más por hacer? -dijo Diego.

-Oh, esperen. -dijo dando una vuelta sobre sus pies y volviendo al cajón cerrado con llave.

-Tomad, disfrutad del cumpleaños de Diego. -nos dijo dándome una bolsita de plástico muy pequeña.

Sonreí.

-Hasta luego hombretón, ya sabes donde estamos si quieres juerga. -le dije saliendo de la choza.

Al salir, Diego y yo chocamos los cinco y nos dirigimos hacia mi caravana.
Me ayudó a ordenarla un poco, pues estaba todo sucio y desordenadisimo. Ropa tirada por todos lados, platos y vasos sin lavar, latas de cerveza por las mesas...

-Hey, Parker. -me llamó Diego mientras yo fregaba los platos. -¿Te metes cada noche o qué?

En su mano tenía una jeringa, y me miraba preocupado.

-Oh, si, pero no te preocupes, lo hago con cabeza. -respondí volviendo la mirada a los platos.

-Si, ya... ¿ten cuidado vale? Acepto que lo hagamos de vez en cuando pero no te pases. -me dijo poniendo la mano en mi hombro y dirigiéndose al sofá, donde de un salto se tumbó.

Acabé de fregar los platos, busqué en un armario una botella de ron y me senté junto a él.

-Por tus diecinueve. -dije levantando la botella y dándole un largo trago. Luego se la tendí a él e hizo lo mismo.

Después de bebernos media botella, ya mareados, tocaron a la puerta.

Abrí y me encontré con Sam, una chica de 18 años pelirroja que desgraciadamente también vivia en el Pueblucho.

-Hola Parker, ¿os veniis? Nos emos enterado de que es el cumpleaños de tu novio. -me dijo acomodando el cuello de su chupa de cuero.

-Primero, somos amigos. Y segundo, ¿ir a dónde? -dije apoyándome en la puerta.

-Hay un concierto en la playa de San Francisco, al parecer celebran la llegada del verano y habrá fiesta. -dijo lamiendo su labio inferior.

Sam y yo tuvimos una pequeña aventura el año pasado, pero a ella le iban los tíos así que acabó rápido. Pero yo no era ciega, estaba cañón y si se podía volver a repetir, haría lo que sea.

-¿Qué dices Diego? -dije mirando a mi amigo desde la puerta.

Se levantó de un salto, se puso su gorro negro y cogió la botella.

-Que sea lo que Dios quiera. -dijo levantando la botella y dándole un sorvo.

***

Bajé de la camioneta de Sam, desde el aparcamiento podíamos ver la playa a lo lejos. Se veían luces y se escuchaba la música, había mucha gente por lo que veía desde esa distancia.
El Sol estaba desapareciendo por el horizonte y había un paisaje precioso.

Esperamos a que llegaran los amigos de Sam, en el Pueblucho vivíamos muchos adolescentes pero yo solo me juntaba con Diego.

Una vez el grupo se reunió, caminamos hacia la playa. Diego se apoyó en mi hombro.

-¿Ya vas borracho? -dije pasando mi mano por su cintura.

-Nah, solo... solo un poco. -dijo mirándome. Sus mejillas estaban rojas y tenía esa típica sonrisilla que tienen los borrachos.

A bullet in my chest | Billie EilishDonde viven las historias. Descúbrelo ahora