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Al día siguiente por la tarde, reciví un mensaje de Osborn.

"En diez minutos en la choza."

Así que me puse las botas y la chupa de cuero y me dirigí hacia allí.

-¿Ocurre algo? -dije entrando al interior.

Habían como séis hombres detrás de Osborn, con los brazos cruzados. Me extrañé.

-Bueno... he estado pensando y todo me encaja. -dijo caminando hacia mi.

-¿Qué quieres decir? -dije con miedo. Oh, no.

-Ayer saliste corriendo hacia el bosque en cuanto te dije el plan, y mira qué casualidad que la cabaña de Patrick está cerca de aquí. Luego volviste con el pelo mojado pero con ropa seca, ropa que no era tuya por supuesto. ¿No te parece todo mucha casualidad? -tragué hondo. -Decidimos atacar, Patrick se va de su casa, decidimos atacar a la cabaña ¿y de repente quiere un alto al fuego?

Moví mis labios para decirle algo, pero el miedo que sentía mi cuerpo me lo impidió.

-¿Te crees muy lista, verdad? -dijo acercándose a mi rostro. -Confiaba en ti, Parker, y ahora lo que quiero es matarte maldita traidora.

Pude escuchar cómo rechinaron sus dientes al decir esas palabras.
Lo único que se me ocurrió fué salir corriendo y buscar a Diego, así que me giré esquivando el agarre de Osborn y corrí hacia mi caravana.

Escuchaba muchos pasos detrás de mi a medida que corría, esos hombres me estaban siguiendo.
Corría mientras sentía el miedo colarse por mis huesos, y cuando estaba apunto de llegar, alguien se tiró sobre mi y caí al suelo.

Mi frente chocó con una piedra, y no tardé en notar la sangre bajar por mi entrecejo hasta mi nariz.

-¡Dadle su merecido! -gritó Osborn.

No podía moverme, el peso de un hombre en mi espalda me lo impedía. Respiraba agitadamente y la arenilla del suelo se metía en mi nariz.
De repente sentí un fuerte golpe en mi costado, grité de dolor y me retorcí en el suelo.

El hombre que estaba sobre mi se levantó y pateó mi otro costado. Luego sentí un puñetazo en mi pómulo, luego otro, después otro.
Ya no sentía dolor, sentía que me faltaba el aire y que pronto dejaría de respirar.

-¡Hijos de puta! -gritó alguien detrás de mi.

Abrí mis ojos y con mi vista borrosa vi a Diego saltar sobre uno de esos hombres, comenzó una pelea a puñetazos y cuando los demás hombres estaban a punto de acorralar a Diego, este, en un rápido movimiento, metió la mano en el bolsillo del hombre con el que se estaba pegando y sacó una pistola.

-¡Atrás! ¡Dejadla en paz! -gritó Diego apuntando al frente. -¡Si no os largais os pegaré un tiro!

-Vaya, el principe aparece para salvar a la princesa. -dijo Osborn saliendo de detrás de esos hombres.

-Déjala Osborn, o te juro por Dios que dispararé. -dijo Diego.

Lo veía de espaldas a mi, pero podía ver como su pecho subía y bajaba con rapidez.

Osborn levantó los brazos en señal de rendimiento y con un movimiento de cabeza, los hombres y él se fueron de allí.

-¡Judith! -gritó corriendo hacia donde estaba.

-Gra...gracias. -le dije intentando sonreir.

-Madre mia... -pasó las manos por su pelo. -Ven, levántate con cuidado.

Pasó mi brazo por su hombro y con mucha lentitud me levantó del suelo. Cuando me puse de pié vi todo mi alrededor dando vueltas, todo me dolía.

-Estoy... estoy bien. -le dije mientras me soltaba de su agarre y me ponía en pié por mi sola. -Estoy bien.

Diego quiso volver a cogerme pero levanté la mano.

Me dejó caminar sin su ayuda hacia la caravana, cada paso me dolía pero podía caminar.
Cuando entré al interior y me senté en el sofá, mis manos comenzaron a temblar y a sudar.

-Joder... -susurré. -Diego, te lo suplico... abre ese cajón.

Señalé un armario y Diego se acercó a el, volviéndolo a cerrar enseguida.

-Ni hablar. Tengo que quitarte esa sangre de la cara, te está entrando en los ojos. -dijo acercándose al sofá.

Mi cuerpo temblaba, estaba sudando demasiado y mi cabeza me pedía a gritos aquella substancia.

-¡Dámelo! -grité. -Por favor... lo ne-necesito.

Diego me miró con tristeza y asintió.
Abrió el cajón y me tendió la bolsita de polvillo blanco. Tiré un poco de polvillo sobre la mesilla, lo coloqué bien y me incliné.
Cuando lo esnifé, tiré mi cabeza hacia atrás y suspiré aliviada.

-¿Qué cojones...? -giré mi rostro hacia la puerta cuando escuché esa voz.

-Billie... -dije.

Pero su rostro se desfiguró por completo cuando me miró y vió toda la sangre y la arena en mi cuerpo.
Sus ojos viajaron hasta mi nariz, donde seguramente vió restos del polvillo que acababa de esnifar, sus ojos se cristalizaron.

-Puedo explicarlo. -le dije intentando levantarme del sofá. Pero Billie salió por la puerta en cuanto sus lágrimas bajaron por sus mejillas.

En su mirada pude ver decepción, y puedo jurar que esa mirada se clavó como una astilla en mi pecho.

Miré a Diego.

-La has cagado. -dijo serio y cruzándose de brazos.

No se de dónde saqué la fuerza, pero me levanté del sofá ignorando por completo el dolor en mi cuerpo y salí de la caravana. Pasé la manga de mi chaqueta por mi nariz y vi a Billie caminando hacia la salida, cogí aire sintiendo todas mis costillas clavándose como cuchillos y caminé a paso rápido hacia ella.

-¡Billie! -grité cuando estaba apunto de llegar hacia ella. -Billie.

Cogí su mano y tiré de ella, obligándola a mirarme. Estaba llorando.
Sus ojos viajaron por todo mi rostro y lloró aún más.

-¿Por qué coño te metes cocaína? ¿Por qué Judith? -dijo con la voz rota.

La miré a los ojos, y los mios se humedecieron.

-Lo necesito... mi cuerpo... mi cuerpo cuando está estresado me lo pide y no se cómo decirle que no. -le dije.

Cogí sus dos manos.

-Vas a matarte tu sola, y no quiero que eso pase Judith. -me dijo agachando su cabeza.

Tragué hondo, me recordó la muerte de mis padres.
Cogió aire, y volvió a clavar su mirada en mis ojos de una manera que hizo contener el aire en mis pulmones.

-No puedo seguir sufriendo por ti, Judith... Te quiero, y el día que te vayas me harás sufrir, por eso debo irme ahora. -dijo soltando mis manos.

Mi corazón se encogió, y las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos sin control. No podía estar despidiéndose de mi, no ella.

-Yo sufro cada día, porque estoy enamorada de ti, Billie. -retrocedió un paso, mirándome sorprendida. -Y si te vas ahora, romperás lo poquito que queda de mi, como si dispararas una bala en mi pecho. Quédate. -dije volviendo a coger sus manos.

A bullet in my chest | Billie EilishDonde viven las historias. Descúbrelo ahora