Día 10

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Me levanté con un extraño sentimiento, muy incómoda, acalorada. Salí de la habitación directo al baño y me mojé la cara con toda el agua del mundo, pero ni con eso el sentimiento se marchó.

— ¿Todo en orden?— Preguntó con cautela.
—Sí... creo.
— ¿Le gustan los huevos revueltos?
—Sí, gracias.
Mientras el señor Hiddleston batía los huevos, una ola de rechazo me ahogó y me sentí sumamente desganada al punto del asco, sobre el desayuno. Me molestaba el ruido del tenedor al chocar contra el plato y luego sumergirse en la viscosidad de los huevos. Me irritaba el señor Hiddleston, quería que me dejara sola. Pero por una gran brecha, me molestaba el estúpido olor del estúpido café.
(¿Serían efectos secundarios?)
Los oídos comenzaron a punzarme en cuanto los huevos tocaron la mantequilla caliente, sentí también mis dientes apretarse cada vez que le pasaba la espátula a la sartén.
Nada iba bien.
NADA.
Y aaaagh.
Pero en cuanto el señor Hiddleston se dio la vuelta y me pasó el plato reluciente de amarillo y blanco con algo de cebollín, un flechazo me atravesó el pecho.
Y qué bien olía todo, qué linda mañana y qué deslumbrante se ve el señor Hiddleston hoy.
No pude evitar suspirar en el momento justo que se giró y volvió a la estufa.
Qué guapo es~

Básicamente estuve en esta montaña rusa de emociones y sentimientos sin control, todo el día.
El ejercicio me puso de especial mal humor pero la práctica de arte me llevó hasta arriba nuevamente.
Tal vez es porque los días pasan y ya, a veces no hay mucho por hacer o algo por contar.

— ¿Necesita algo, señorita?— Él se quedó en la vuelta de caracol de las escaleras.
—Estoy bien por aho---
—Es muy mala mintiendo y lleva todo el día tratando de hacerlo.
— ¿Dis... culpe?— Encendí la luz del pasillo para no dejar mis espaldas descubiertas en algo que no pudiera ver.
—Demasiado transparente como para ocultar que se siente mal. ¿Le duele algo?, ¿dije algo que la lastimara?, ¿no le gustó la comida?
¿Qué?
A este punto de la noche ya estaba molesta por el sueño.
—Un minuto. ¿Transparente? Oquei, oquei, creo entender lo que me ocurre y no se preocupe por esto. Me disculpo si fui grosera con usted de todas las formas que lo fui, no lo merecía. Tal vez se resuelva durmiendo y pausando el café de la mañana.
—Oh... eso.
—Mañana será otro día. Buenas noches, señor Tom. Y gracias por preguntar, por cierto.
—Buenas noches, señorita. Descanse.
—Descanse.

Apagué la luz del pasillo y tecleé en mi teléfono para descargar una app de compras online porque sé que en algún momento la necesitaremos y el señor Hiddleston no es taaan diestro en estos asuntos.

Me molesta tener estos cambios de humor pero, ¿cómo podía resistir el acompañarlo con una taza de buen café?
Spoiler: NO SE PUEDE.
Aunque está bien porque confío en que por la mañana me sentiré mucho mejor y podré hacerlo reír y disfrutar el día.
¡Claro que lo haré!

[Puertas Cerradas] |Tom Hiddleston|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora