Día 40

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—Café con leche y azúcar.— Dijo.
—Y el suyo sólo en agua.— Respondí.
— ¿Deberíamos usar la crema de Indonesia? Podríamos festejar los cuarenta días en aislamiento.
—Suena bien.
Endulzar con la crema de Indonesia fue casi lo mejor de aquel café, superado sólo por el reconocimiento del señor Hiddleston. Parece una tontería pero es cierto, ¿no?, es lindo cuando alguien aprende algo de ti y las acciones lo confirman.

Con el corazón en la garganta, encendimos el televisor y subimos el volúmen. Todo estaba tal como lo dejamos: noticieros y comerciales hablando sobre la pandemia y su curso en otras partes del mundo.
El ministro de Salud daría los resultados obligatorios del día cuarenta, para anunciar también las decisiones que ya habían sido tomadas la noche anterior, según el gabinete de Salud Pública.
Desayunamos en el sofá frente a la televisión, esperando el inicio del reporte.
Me moría de nervios.

—Pase lo que pase, sabe que siempre será bienvenida a este hogar que ya es suyo. Y creo que siempre lo fue.
Lo dijo sin despegar los ojos de la pantalla.
Esto se sentía como una despedida. Me dolía el corazón de tristeza y agradecimiento.
—Gracias.
En realidad quería decir: "Sí, claro. Aunque levanten la cuarenta yo me quedaré a su lado", pero... no estaba segura de si podría hacerlo y él no merecía la incertidumbre.
No él.

La conferencia comenzó, nos tomamos de las manos, temblando de ansiedad. El ministro de Salud se preparaba y esperaba a que la prensa estuviera lista del todo; se acercó desde su asiento hacia el micrófono para empezar a hablar. El sudor le corría por las sienes, con la cara roja de presión.
El pulso del señor Hiddleston se incrementó de un segundo a otro.

Buenos días tengan todos ustedes. Daremos inicio a la conferencia de esta mañana, el día cuarenta del programado aislamiento social—Limpió su frente con un pañuelo de tela—. Antes que nada, debemos comunicar que los casos positivos, al igual que los fallecimientos han ido...

Dios, qué conferencia tan tortuosa.
Mostró tablas y gráficas para ilustrar lo que decía, a fin de no dejar cabos sueltos en la información; mucho de lo que se comunicó ha sido descaradamente manipulado en redes.
Se detuvo un momento para tomar aire, beber agua y limpiar el sudor de su frente.
Este era el minuto que lo cambiaría todo.

Es preciso agradecer el esfuerzo de nuestros ciudadanos ante los significantes de este aislamiento. Las medidas de higiene no deben de suspenderse ahora ni nunca, tal y como se enseña en los colegios.
—Vamos... dilo.         
La tensión me invadió los hombros.
Deberemos prestar mayor atención, más que nunca, a los problemas derivados de la salud mental...
—Sí, sí. Por favor, dilo.
—Todo estará bien.— Intervino.
—Eso espero, Tom.— Recargé mi cabeza en su hombro, frustrada y más nerviosa que antes.
—Verá que todo será más sencillo s---
Concluida con éxito.

¿Qué?
...
¿QUÉ?

A continuación daremos lectura a los servicios que podrán volver a las labores cotidianas; no deben alarmarse, se trata de un regreso progresivo y todos los servicios se reactivarán...

Estaba aturdida por la impresión.
¡Cuarenta días fueron suficientes! ¡Era casi utópico!
No podía con el peso de la información, con el peso de la realidad.
El ministro anunció varios permisos, entre ellos, viajes dentro de la ciudad. Significa que podía volver.
Pero, ¿quería hacerlo?
Mis ojos viajaban hacia todas direcciones, buscando mentalmente soluciones y sin poder encontrarlas. Inconscientemente apreté la mano del señor Hiddleston.

—Teresa.
Escuchar mi nombre fue mortalmente doloroso. Le lancé una mirada rápida y volví al televisor, intentando controlar la marea de pensamientos.
—... Todo esto, a partir de mañana. Seguiremos de cerca la actividad de los casos respecto a la integración laboral y social. No deben olvidar que lo hemos hecho gracias a su esfuerzo, incluso cuando nadie pudo preverlo. Como punto último, se ha acordado realizar un toque de queda después de las 23 horas de cada día en el siguiente mes. Centros nocturnos: todavía no podemos...

[Puertas Cerradas] |Tom Hiddleston|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora