Día 30

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¡Un mes encerrados!
¡No tengo palabras para describir lo BIEN que me siento!

Salté de la cama, ni siquiera revisé él teléfono y corrí a lavarme la cara para luego saltar y saltar hasta llegar a la planta de abajo.
El señor Hiddleston ya estaba arriba, cocinando, cuando saludé:

— ¡Buenos días, señor Tom! Un café especial, por favor.
Levantó las cejas y sonriendo respondió:
— ¡Buenos días! ¿Deberíamos endulzar con crema de Indonesia? ¿Qué la tiene tan de buenas?
— ¡Señor Tom! Hoy cumplimos UN MES en cuarentena. ¡Estamos a diez días de que todo esto termine!
— ¡Uau! Ni siquiera llevaba la cuenta de los días. ¡Un mes!
—No entiendo cómo es que no nos hemos devorado entre nosotros—Muy mala elección de palabras—. E-e-es decir, peleas y discusiones. No sé cómo me tolera.
—No es necesario "tolerar", es muy fácil simpatizar con usted.

Desayunamos sin dejar de platicar sobre lo genial que serían las cosas una vez pasada la cuarentena.
Oh, pero los noticieros no piensan igual.

— ¿Qué vamos a hacer si la cuarentena se alarga?—Preguntó y se ensombreció—. Hasta ahora creo que hemos tenido suerte de no perder la cabeza ni la identidad. ¿Cree que podríamos enloquecer si esto se extiende?
—Yo... no lo sé. No puedo asegurar nada, ni siquiera en la creencia.
—Bien. Tengo la fortuna de tener a una experta en la mente; es como un superpoder en estos tiempos.
—Tal vez... ¡gracias!

Bailar nos subió el ánimo más de lo normal. Decidí ir por los ritmos latinos y enseñarle a perrear en forma.
Abajo, arriba, abajo, arriba. Sin meter la cadera, dejando caer los glúteos.
Vuelta lenta con las piernas flexionadas, ahora rápido.
Arriba, abajo, arriba, abajo.
Hombros, cintura, hombros, cintura, pies en punta y talones afuera.
Sentadilla, boom-boom, sentadilla, rakata-tá.

— ¡Essso! Mírese siendo sensuaaal~ Barrí la lengua por mis dientes y el paladar al tiempo que tiraba la espalda hacia atrás.
Él ruborizó pero su sonrisa se volvió tan amplia que sentí que sus labios podrían cortar. Enfatizó los movimientos pélvicos y cruzó los puños desde las muñecas.
¡Vaya que disfruta bailar!
Dio varias zancadas laterales, sin dejar de bailar, hasta que llegó a mi espalda y dijo:

—Si este día la tiene de esta manera, ¡no puedo esperar a escuchar su historia!
Seguí el ritmo y la forma en que se movía, sincronizando nuestros movimientos yendo a la izquierda cuando él a la derecha y viceversa.
Su cuerpo transpiraba calor y diversión con olor a café cargado. Su cercanía era insoportablemente atrayente como la gravedad.

Durante la ducha no pude pensar en otra cosa además de nuestro reflejo en el gran espejo, bailando y sudando como en una fiesta nocturna.
Tanta energía era estimulante y ensordecedora.
Me di cuenta que ya no cantaba en la regadera porque mis pensamientos llenaban y bloqueaban mi garganta.

—Me pregunto cómo continuará la historia.— Tomó asiento en el suelo y me dejó la silla libre.
Respiré.
—"La última vez que la magia habitó libremente el corazón de un humano, lo hizo en el cuerpo de un joven monje que se enamoró de una agricultora. Confundido por sus emociones y perdiendo el camino, dejó entrar a la rabia que lentamente encerró a la magia en el rincón más oscuro de su mente. La magia no podía crecer, no podía respirar porque aquel lugar no era su hogar; ella pertenece al alma y a ella se accede desde la parte inferior izquierda de la cara oculta del corazón. Y estaba perdida, sí, pero sabía una cosa: si rompía con los pesares del joven monje, sin duda podría regresar la vida al mundo entero y restaurar la armonía y la paz." ¿Qué tal va?
—Es maravilloso, pero siento que sigue siendo la extensión del primer relato.
—Bueno, sí...
—Pero va tomando forma, vamos, continúe.

Y así lo hice, errando y corrigiendo en voz alta lo que seguramente en papel sólo habría borrado.
— ¿Y qué se supone que aprendo?
Cuestioné.
—A darle forma y orientar sus pensamientos. Es muy sencillo escribir sin una guía, borrar y continuar; pero al hablar podemos escuchar nuestros pensamientos y preguntarnos si es exactamente lo que quisimos decir. Al equivocarse uno aprende a aceptar los errores, meditar rápidamente y transformarlo en algo diferente.
—Wooooh~
—Cambiando de tema, ¿puedo saber lo que cenaremos esta noche?
— ¿Tiene planes?
—Tengo tiempo con ánimos de beber un buen vino que guardo. ¿Será buena idea o no luce con la cena?
— ¡Uy! No se apure por eso, le aseguro que combinará.

[Puertas Cerradas] |Tom Hiddleston|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora