Desperté llorando. En realidad los sollozos me trajeron de vuelta a la realidad.
— ¿Qué ocurre?— Murmuró el señor Hiddleston tras la puerta.
— ¿Ah? ¡Ah, perdone!—Limpié mi rostro y abrí la puerta de la habitación. Lo dejé pasar y salí un momento para que se cambiara la ropa. Continué—. Tuve un mal sueño.
— ¿Una pesadilla?
Podía escuchar los pliegues de ropa moverse.
—No—nos quedamos en el pasillo cuando salió—, no. Las pesadillas son irremediablemente trágicas y los malos sueños, creo, se limitan a hacernos pasar un mal rato pero el final puede ser distinto—bajamos para desayunar y terminar de despertar. A ambos nos lastimó la luz y entrecerramos los ojos—. Soñé con volver.Mientras tomábamos el café y desayunamos, discutimos un plan que nos permitiera salir y comprar comida sin que la policía nos multara o regresara a casa. Estos últimos cuatro días ha patrullado un coche de policías, advirtiendo por altavoz el no salir porque las cosas van empeorando.
—Nadie puede ver que salga conmigo.
Casi me ahogo con el café.
— ¿En verdad piensa eso? Creo que los ojos de los fotógrafos no trabajan para esto ahor---
—Jamás subestime a la prensa rosa.
Lo dijo con tanta seriedad que el trago que me ahogaba, ahora resultaba difícil de pasar.
Guardamos silencio por un momento, escuchando los cubiertos golpear los platos.
—Bien, uh... usted puede ir a un lugar y yo a otro, tiempo después. Así no nos multarán por salir en parejas y la prensa no se dará cuenta. ¿Suena razonable?
—... ¿Cómo es que puede ver todas las posibilidades?— Se cruzó de brazos y abandonó el jamón.
—Es mi trabajo, señor Tom. Sé que lo hago parecer sencillo, jaja.
Sólo bromeaba.
—Es asombrosa—ESTABA BROMEANDO, OIGA—. Espero aprender algo de usted antes de que la cuarentena termine.
—Pues... yo ya lo he hecho.— Sonreí para distraerlo y terminé mi plato.Al fin pude completar un día de gimnasio. ¡Ah!
La ducha se sintió mejor que nunca, las gotas salen tan rápido y son tan pequeñas que se sienten deliciosamente sobre los hombros y la espalda baja.
Sólo necesito resistir un día más de esta tortura llamada aviso-de-bebés-no-concebidos y volveré a mi equilibrio. Ya me estaban hartando los cambios de humor y las defensas bajas.Llegué tarareando al estudio. Impaciente por escuchar la historia, le indiqué al señor Hiddleston que tomara asiento y me senté en el suelo frente a él.
Ugh, el clímax parecía alargarse en un agónico enredo de las circunstancias. Estuve a punto de morderme las uñas cuando él tomó un gran respiro y... cerró el cuaderno.
¡Qué bello día para acabar con la vida del autor!— ¿¡En verdad va a detenerse aquí!?
—Así es. Se hace tarde para preparar la cena.
— ¡Oh, mi Dios! Por favor, por favor, esta vez ordenemos una pizza y sigamos con la lectura, ¿sí?— Junté mis manos en una plegaria y cerré los ojos, esperando por su respuesta terca.
—Pero el restaurante...
— ¡Por eso no hay problema! Sé que es su turno, pero podríamos ahorrar ingredientes por una noche, ¿eh?— Alcé las cejas y sonreí mostrando todos los dientes.
— ¿Tanto quiere saber sobre lo que ocurrirá?
—Absolutamente, señor Tom.
Me miró por un minuto; yo sabía que los ojos me brillaban con fiereza y pedí porque fuera motivo suficiente para que accediera.
—Okay~— Respondió con un grueso suspiro que resonó en su pecho.
—Wahoo!Nota para no olvidar: ¡Qué dramaaa! No puedo creer que Clarisse quemara al espantapájaros. Algo se rompió en mi interior. La detesto.
—Eso fue... uau. Me siento vacía.
—Espero que la pizza ayude a solucionar eso.
Tendió la mano y me ayudó a parar.
Al llegar a la sala, nos dejamos caer juntos en el sofá y clavamos la nariz en nuestros teléfonos buscando una buena pizza para la cena.
Encontré una buena oferta y la ordené. Es un poco triste encontrar ofertas porque significa que los comerciantes hacen lo posible por sobrevivir el negocio a esto.
El señor Hiddleston agradeció la entrega y la chica repartidora se marchó con ambas manos sosteniéndose la cara enrojecida. Qué linda.Por esta noche todo iría casual, sin grandes preparativos ni actuaciones. Hoy cené pizza con un amigo muy agradable.
Ah... verdaderamente disfruté cada segundo.
Elegimos una película musical sobre un chico persiguiendo sus sueños por todo Estados Unidos. Afortunadamente ambos conocíamos una de las canciones que cantaron y pudimos divertirnos con eso: dando palmadas en nuestras piernas, tarareando y utilizando los sobres de kétchup como micrófonos.
Nos atacó la risa y no podíamos parar. Su risa es tan estética y la mía resulta ser tan expresiva, que ese momento se volvió invaluable.
Al final de la noche el aseo fue mil veces más sencillo porque sólo debimos lavar platos y vasos. Apagamos cada luz con excepción de la televisión; me dirigí a las escaleras y miré la luz azul reposar sobre la figura del señor Hiddleston.—Buenas noches, señorita.
Él sostenía la cobija como hace un par de noches, haciendo que mi memoria me jugara una mala pasada y le diera un vuelco a mi corazón.
—Buenas noches, señor Tom—Antes de subir, volví hacia él y agregué—. Probablemente mañana sea el último de los días en que mi salud no quiera cooperar, así que agradeceré su comprensión y paciencia.
—No agradezca por algo que todos debemos hacer, señorita. Es un placer ayudar en días tan complicados.
—Mh, claro... Descanse.
—Lo mismo para usted. Si tiene un mal sueño, vuelva y tomemos un vaso de leche caliente.
Sonrió.
Sonreí.
—Lo mismo para usted.
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[Puertas Cerradas] |Tom Hiddleston|
FanfictionMarzo, 2020. La pandemia que se ha desatado obliga al mundo entero a cerrar sus puertas. A todos. Incluyéndome en la casa de un extraño a quien he debido entrevistar para una evaluación psicológica previa a un papel teatral. Bien... no tan extraño...