Día 34 (6)

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Desperté con muchas ganas de café coreano para intentar levantarme.

-Haciendo crema de café de nuevo, estupendo.
Besó tan rápido mi cabello que apenas y sentí un leve aire moverlo.
Él se mantuvo a detrás de mí, así que no pudo ver la máscara roja que se dibujó en mi rostro.
-Sí. Café coreano de agradecimiento-Serví el café en los vasos con hielo y leche. Brindamos mientras el huevo crujía en el sándwich a medio tostar-. Aún hay mucho por agradecer.
- ¿Sí?
-Síp. Anoche seguí pensando en mi trabajo y el giro que dio... aún me siento triste pero creo que despertar, respirar, estar sana, bajo un techo de seguridad, con comida, ropa, duchas calientes y arte, es mucho más de lo necesario. Es por cada cosa necesaria que agradezco, también por lo que está sin pedirlo. Estoy viva, el cómo administro esta vida y con qué materiales es importante pero no puedo dejar que me absorba.
-Habla con mucha experiencia.- Sorbió.
-Conclusiones duras de practicar cuando se vive en un país dominado por desigualdad social como México. Y a pesar de lo rudo que puede sonar, yo fui una de las afortunadas-Demasiado oscuro y triste para empezar la mañana. Eso me alejaba de mi objetivo-. Así que, ¡gracias por estar en mi vida, señor Tom! Es lindo compartir esta experiencia con alguien tan encantador como usted.
Un sonrojo le cruzó los pómulos y se fue en una estela de risa.
- ¿Encantador, dice? Qué halago.
-Ya lo creo.
Sonreí y bebí café. Un hilo de espuma quedó sobre mi arco de cupido, él se acercó con una servilleta y lo limpió por mí.
-También creo que es encantadora. Muchas gracias, señorita.
- ¿Gracias por qué?
-Por compartir su existencia conmigo.

Tímidamente me incliné sobre la isla, cuidando el plato de mi sándwich; con la mano izquierda sostuve su rostro y le di un chispiante pequeño beso en la mejilla. Al retroceder, él acarició la marca del beso y sonrió.

Sigo sin creerlo, es fantástico (de una forma muy apegada al significado de la palabra).
Pero no olvido a México.
No puedo.

El baile de hoy fue bastante ligero, no quería hacer puré los músculos de mis piernas. Bailamos salsa, merengue y bachata en solitario.
Cuando dejé correr el agua para ducharme, sentí ganas de bailar y chapotear con los pies, cantando "Singing in the rain". Reproduje la canción en mi teléfono y la repetí al menos cinco veces. Salí envuelta en una nube de perfume y destellos de agua vaporizada, con la que caminé hasta llegar a la habitación del señor Hiddleston en donde me preparé para cocinar la cena. Mientras desenredaba mi cabello, videollamé a mi familia y mi mejor amiga.
No es un lindo panorama, pero podremos continuar y avanzar. Sé que podremos.

- ¿Le parece si continuamos con la historia?- Preguntó mientras sacudía el polvo del librero.
-Si quiere escuchar algo, podemos continuar. He tenido tiempo para pensar.
-De acuerdo.
Ambos nos sentamos en el suelo, recargados en la pared, con las piernas estiradas. Nos cuidábamos del atardecer, de esa luz aduraznada y bellísima pero incómoda.
Recordar algo no escrito es medianamente complicado, así que tardé en hilar de nuevo.
-Nos quedamos en que logró escapar, ¿no?
-Sí. Y que la hirieron de un rasguño.
-Oquei, oquei. Lo tengo.

Perdimos la noción del tiempo porque por alguna razón, la comedia se coló a la historia y no parábamos de hacer bromas, cambiar diálogos y naufragar en pensamientos aleatorios.
Al final relaté:

-"Entonces con ayuda del Capitán Ojo de madera Pies Grandes, la magia finalmente se encontró frente al corazón. ¿Qué es lo que haría ahora? Conocía el mapa de su interior, pero jamás imaginó que cambiaría tanto visto desde afuera; estaba lleno de entradas y salidas que Dios sabe a dónde llegarían. La magia sintió terror por primera vez."
Terminé por este día.
Me levanté del suelo y extendí las manos para ayudar al señor Hiddleston a pararse.

- ¿De verdad va a dejarme con la duda?
-Sup.
- ¡No es justo! No hemos tenido una sesión de arte tan completa como esta.
-Pues tengo que cocinar, señor Tom. A menos que quiera cenar comida quemada, le conviene dejarme ir y esperar.
-Bien. Sólo porque tengo un buen presentimiento.- Apretó mis manos y nos separamos al salir, él a la planta de arriba y yo a la cocina.
Escuché voces venir desde el segundo nivel y creí que él también estaría videollamando a sus familiares y amigos, o mirando las noticias.

Mientras preparaba las cosas, me topé enteramente libre de hablar conmigo misma y entender qué es lo que estaba pasando. Había renunciado a un caso y no podía volver a casa, ajá, pero también puede ser que haya accedido a un vínculo afectivo mayor.
¿Debería hacer algo al respecto o simplemente dejarme llevar y disfrutarlo?
No estaba muy segura.

Cuando acomodé las cosas, me di cuenta que la laptop del señor Hiddleston estaba abierta y eso me dio una idea.
Apagué las luces de la sala, el comedor y la cocina, dejé encendidas las velitas a las que les quedaba poquísimo tiempo de vida y la luz del fondo del jardín.
Él bajó y casi cae del último escalón pero logré sostenerlo por toda la extensión de los brazos.

-Uh, tenebroso.
- ¿Está bien, señor Tom?
-Sí, suerte que me atrapó.
-Qué bien y, si no le molesta soltarse, por favor. No soy tan fuerte.
No sólo es significativamente más alto que yo, también lo es respecto al peso y no creí poder aguantar más.
Se incorporó y lo acompañé hasta el sofá. Serví el intento de empanadas de pollo petit y ensalada de aderezo picante.
- ¿Por qué siento que hay algo oculto?- Sonrió cuando notó que no me sentaba.
-Eh... muy perceptivo, señor. ¿Puede prestarme su laptop?
-Oh, claro, claro. Qué extraño que pida permiso.
La conecté a la televisión y volví con una sonrisa en la cara.
-Señor, ¿le gustan las películas de terror?
- ¡Ooooh! ¡Ese es su plan!
Reí.
- ¡Sí! Creo que nos falta emoción. ¿Qué dice?
-Adelante, sorpréndame.
La película inició y fue un gran acierto poner la comida en ese nivel de picor porque la película por sí sola nos mantenía nerviosos a la par que la irritación aumentaba las sensaciones.

Resultó ser una trama tan aterradora que no pudimos mencionar una palabra ni movernos de nuestros asientos. Al menos terminamos de cenar porque, uau, en algún punto se sentía doloroso tragar.
La tensión aumentaba hasta hacerse insoportable.
Y sí, tomé su mano con fuerza para resistir la última media hora de sustos, apretando y acercándola a mi boca; porque de verdad estaba asustada.

-No creo que pueda dormir esta noche.- Logré susurrar cuando se terminó.
-Sin duda va a ser una noche larga para nosotros.
Ambos terminamos con el cabello revuelto (y no entiendo cómo pasó), y una mirada de terror, vacía.
Limpiamos la sala, llevamos los platos a lavar, apagamos las velas y prendimos las linternas de nuestros teléfonos.

- ¿Qué le pareció la experiencia?- Pregunté.
-Emocionante, de infarto. No creí que le gustaran ese tipo de películas, señorita.
-Sí me gustan, pero no contaba con que fuera tan impactante. Buenas noches, señor-Hice una pausa a mitad de la escalera, viéndome realmente incapaz de dormir sola. Temblando ante la idea de la soledad e incertidumbre dentro del cuarto oscuro-. ¿Señor?
- ¿Sí?
-Sé que no es algo real pero lo cierto es... que no tengo el valor para d---
-Yo tampoco.
- ¿En serio?
-Así es-Suspiró-. Entonces, ¿subimos o bajamos?
Sentí un peso irse de mis hombros.
Solté el aire de golpe en señal de alivio.
-Como se sienta mejor.

Aunque dormimos en el mismo espacio, insistimos en poner seguro en la puerta de la habitación.
Cada ruido nos sobresaltaba al punto de confirmar mi teoría, esta vez: "Sueño mata miedo."
Qué locura.

[Puertas Cerradas] |Tom Hiddleston|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora