Día 23

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Los días en que el señor Hiddleston se encarga de todo suelen ser más pesados a comparación con los míos. Sus cenas son más formales y el ejercicio más retador.

—Qué buen olor, promete ser un buen café.
Compré una marca mexicana en el supermercado, porque extrañaba demasiado su sabor. Sólo había que esperar el veredicto de él para saber si sería sólo para mí o debería compartirlo.
Sorbió un poco y lo resposó en la boca por un par de segundos. Chasqueó la lengua y dijo:
—Bien, es algo dulce pero... me gusta.
— ¿De verdad?
—Sí. Por mínimo que parezca, esto es una nueva experiencia y es placentero.
—Qué bien escuchar eso. Apuesto a que de ahora en adelante se acordará de mí con este café.
—Totalmente.
Ambos reímos y miramos el café, buscando un distractor.

A los dos nos dolió la garganta al inicio del calentamiento vocal.

—Dios, ¿qué ocurre?— Puse la mano sobre mi pecho pero el ardor no se marchaba.
—No lo sé. También me duele.
— ¿Tal vez sea por gritar anoche?
Él se aclaraba la garganta y bebía agua.
—Sí, puede ser posible. Auch.
— ¿Qué recomienda hacer?— También bebí agua.
—Pues nos hemos hecho el suficiente daño forzando las cuerdas, así que deberíamos... no hablar. Al menos por lo que resta del día.
— ¿Bromea? ¿Qué tanto puede lastim---
Puso su mano sobre mi boca. Con su índice sobre sus labios señaló que guardara silencio.
Fue hasta el librero y sacó dos libros. El resto de la hora leímos sin mirarnos.
Qué aburrido, ni siquiera podía reírme por lo que leía.

Justo antes de cenar, subió a la segunda planta y bajó con una caja ruidosa, color verde. Tomó asiento y sobre la mesa esparció las fichas con letras, de un juego de mesa.
Armó una frase:

"Espero que le guste la cena."
Aaaaaaaaah. Entendí y copié:
"Gracias."

La comida se terminó tan rápido por la falta de plática, que tuvimos que llevar el juego hasta la sala. Nos tendimos en el suelo y jugamos en forma; de cuando en cuando robábamos fichas para deletrear "eso es trampa" o "esa palabra ni siquiera existe".
No tardamos en crear códigos para ahorrar letras: "X" para trampas, "9" para mentiras e invenciones, "W" para "buena jugada", "M2" para "yo también", y "1A" para las victorias.

Cuando nos dio la hora, suspendimos la partida y usamos las letras para desearnos buenas noches.
Antes de guardar el juego formé una última oración:

"No puedo esperar a que sea mañana."
" ¿Por qué? " Deletreó él.
"Extraño su voz chillona, ja-já."
"M2."
¿¡Ah!?
"9-9."
"Usted empezó."
Uuugh.
"W."
"1A."

Qué lindo es reír sin palabras ni voz, él también se esforzó por no soltar una carcajada de triunfo.
Nos despedimos saludando con las manos y fuimos a dormir.

...

Y pensé: Si no solía estar aquí, ¿porqué compraría un juego de mesa?

[Puertas Cerradas] |Tom Hiddleston|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora