[Hace unos días he encontrado un montón de hojas perfectamente dobladas, en medio del libro que ella me dio. No quise leerlo al instante, deseaba guardar el momento como guardaba la crema de Indonesia.
Pero hoy la he extrañado tanto, tanto, tanto; que no he podido evitar buscarla en las hojas.
Y allí estaba: delicada, fugaz, apasionada, Teresa.
Era su puño y letra lo que esperaba tan sigilosamente a ser leído. Cuando leí el título, volví un mes en el pasado.Escribió:
"Magia y lo que queda por decir:
La magia y el Capitán andaron por los pasillos del corazón, mientras este dormía.
¡Qué miedo da un corazón dormido y herido por la ira!
Cruzaron ríos de sangre caliente, se escabulleron por pequeños túneles azules y rojos, escondidos de todo lo que pudiera gruñir y morder.Al cabo de unas horas se encontraron frente a una ventana grande y rota, de la que un sonido espantoso se asomaba. Aquel sonido se asemejaba a un llanto desgarrador, sollozado; aturdía a quien le escuchara y entre sus notas se distinguía a media voz un montón de maldiciones... pero también un grito ahogado de ayuda.
Las piernas le temblaron al Capitán, tragó saliva y miró con temor a la magia quien no estaba menos aterrada.
Ella asintió, indicando que habían llegado a su destino: debía entrar.
Se despidió del Capitán quien no lograba comprender que no le dejara pasar, pero la magia, en su infinita paciencia y amor le explicó que aquel sitio es el centro de todo: lo que entra allí tiene el poder de transformar desde dentro y hacia afuera a quien lo sienta y lo viva pero... si se niega a hacerlo, podría desaparecer; tal es la razón por la que la magia fue tan fácilmente sustituida por maldad: seduce con palabras y es tan placentero, que resulta sencillo seguirle el juego.
No podía arriesgar a su compañero a desaparecer.
La magia le rogó porque esperara afuera y que, si lograba ser aceptada por el joven monje, corriera tan rápido como pudiera y se alojara en la memoria para mantenerlo con vida por siempre.
Después de entrar por la ventana, encontraría la puerta hacia el alma y finalmente recuperaría todo lo que se le arrebató.El Capitán lloró en silencio, se despidió e hizo guardia; vio a la magia desvanecerse y entrar en el agujero de gritos y sollozos: un pantano apestoso de pura perdición.
Y la luz se apagó.Todo cubría a la magia, no podía respirar debajo de tanta melaza abrasadora y maloliente. Pero el lugar al que perteneces te llama, y fue esta fuerza la que le atrajo a saltos hasta llegar a la cara de la bestia: una rana cornuda, llena de cicatrices, croando y vomitando más líquido espeso.
Cuando la rana notó el espacio vacío, lleno de luz, se enfureció tanto que a brincos despertó al joven que inmediatamente llevó sus manos al pecho y comenzó a toser.
Todo en el interior temblaba.
La rana saltaba con mayor furia.
La magia no podía sostenerse de ningún sitio, así que se rindió. Dejó que los movimientos le llevaran hasta la puerta del alma, mientras le lastimaba acercarse a la rana.La magia y la rana coincidieron en el punto central del corazón: ahora podía ser sentida por el monje.
En la espera del juicio del rechazo, la rana cornuda dejó de saltar y croar.
Mientras tanto, por fuera, las lágrimas le ardían al salir de los ojos y caer al vacío. Estaba tan confundido; por poco había olvidado que un tiempo atrás fue él el último portador del bien y la esperanza, que la presión era tanta que se dio por vencido un segundo y se había perdido en el bosque.
Y cuánto le dolía haber perdido el rumbo.
Estaba tan solo, en la oscuridad, helándose en un túnel que se cerró un tiempo largo y agonizante.
Pero... ya no.La rana cornuda dejó escapar el último de los gritos que guardaba dentro de sí, aquel que intentaba ocultar con tanta podredumbre: QUIERO VIVIR.
Seguido a esto, saltó y abandonó el centro del corazón, dejando al pobre Capitán cubierto de lodo.La puerta estaba abierta, el centro del corazón se vaciaba en un vapor que acababa con el fango.
Caminó entre todo y contempló su hogar. Bajó con cuidado; nadie sabe cuán delicado queda alguien después de batallar contra sí mismo.
Respetó el silencio que todo dejó, limitándose a ver las paredes rasgadas, casi conquistadas por la avaricia. Las huellas contaban que por más que lo quisieron, no pudieron llegar hasta el fondo.Cuando llegó, encontró a la fuerza que le llamaba: la vida; la parte eléctrica del alma y lo que muchos llaman "espíritu". Sin ella, la magia no podría existir; es en ella que ocurre la magia y es la magia lo que le da sentido a la vida, en forma de belleza, música, personas y sí, infortunios.
Se saludaron de lejos, sonriendo y entrecerrando los ojos, a punto de llorar.
Sus pasos las acercaban con cuidado, y como el suelo no parecía destruirse, corrieron y se fusionaron en un abrazo poderoso, de colores y luz, tan frío que quemaba. Sus risas se juntaron en una sola melodía, limpiando todo a su paso.El Capitán corrió de vuelta a la cabeza, justo como le indicó la magia, buscando un lugar perfecto en la memoria para quedarse.
Y el joven monje rió, en la cima del templo donde se encontraba; rió tan fuerte que despertó a todos los monjes amargados por el sufrimiento. Su carcajada, la magia dentro de él, fue tan escandalosa que tuvo la facultad de romper con la coraza corrompida de los otros y así, la magia renació en todos.
En todos, por todo el mundo.Basta con un corazón latiente para que la armonía vuelva. La magia no se perderá si se lucha a favor de la vida.
Que no se detenga nunca en ti, ni la magia, ni la vida."~Este es mi obsequio para ti.
Quería terminar la historia antes de seguir mi camino. Sé que tiene muchas faltas, que apenas estabas enseñándome, pero vamos... esto nació en mí pero siempre te perteneció.
Toma con seriedad lo que acabas de leer y transfórmalo en algo maravilloso.
Mientras lo tengas, yo estaré contigo.Te veo por la mañana.
Te adoro.
Teresa.~"Ella definitivamente no se cansa de derretirme el corazón.]
ESTÁS LEYENDO
[Puertas Cerradas] |Tom Hiddleston|
FanfictionMarzo, 2020. La pandemia que se ha desatado obliga al mundo entero a cerrar sus puertas. A todos. Incluyéndome en la casa de un extraño a quien he debido entrevistar para una evaluación psicológica previa a un papel teatral. Bien... no tan extraño...